Capítulo final

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Gorka estaba entre rejas, Uriel también, parecía que el juego, poco a poco iba llegando a su final. Todo estaba tal cual debería estar. 

Excepto para mí y para Uriel. Nosotros aún seguíamos en medio de aquel infierno.

Y no sabíamos que todo podía ir aún peor.
Era una fría mañana de enero. Me puse un chaleco sobre el uniforme de trabajo, el frío calaba a través de mis huesos mientras que el aire se filtraba entre las grises paredes.
Como cada mañana, me disponía a irme a entregarle el desayuno a Uriel, pero una vez estuve allí, supe que aquel no sería un día normal. No sé porqué tuve el presentimiento de que nada iría bien, pero lo tuve. Supe que si cruzaba aquella puerta algo saldría mal.
Aún así, me dije que eran alucinaciones mías mientras que sacaba las llaves y las introducía en la cerradura. Escuché que los mecanismos cedían y entré y vi a Uriel tumbado, con las piernas abrazadas. Estaba llorando.

Me acerqué a él y me senté a su lado. No dije nada. No quería obligarle a hablar. Supuse que serían unos días de demasiados recuerdos. El pasado se había fundido con su presente y aquello le estaba martirizando.
Ahora estábamos en el primer módulo así que al menos podíamos hablar sin sentir que estábamos infringiendo ninguna norma.

Esperé a que dijese algo. Pero pasaban los minutos y no decía nada hasta que cuando me levanté del banco, me sujetó el brazo y me miró fijamente. Nunca había visto una mirada que emitiese tanto dolor y tanto odio.

-Él me traicionó. Él me dijo que aquel juego terminaría rápido, él me dijo que había una escapatoria muy fácil a todo aquello, pero nada fue así-le miré sin comprender lo que me estaba diciendo-es un jodido mentiroso que ha manipulado a todo el mundo a su antojo.
-El juego ya ha terminado, Uriel. Ahora él ya no puede hacer nada.

Hacía algunas semanas, se había realizado un juicio decisivo en el que Gorka confesó ser quien ideó al milímetro los planes, y por consecuente, rebeló que cometió el triple de asesinatos que Uriel. Estaba claro que tras aquellas confesiones, Gorka permanecería toda su vida en la cárcel, o hasta que la muerte le permitiese escapar.

-Pero a él no le basta haberme hundido a mí también, no, ahora vendrá a por mí.
-¿Cómo lo sabes?
-La venganza es lo único que ahora le queda y lo va a usar.

Tras aquella confusa conversación en la que no entendí qué quería decirme Uriel, llegué a la conclusión de que pasase lo que tuviera que pasar, los problemas no habían desaparecido.

Dos días más tarde, era mi turno de ir a revisar las celdas y de repente, escuché un griterío que me puso la piel de gallina. Estaba en el pasillo de Uriel cuando supe de qué podría tratarse, determinados celadores se dirigían hacia una misma dirección, aquello indicaba una posible fuga.
Sin embargo, no pidieron refuerzos, de modo que me quedé donde estaba y con los funcionarios que había en aquel momento, seguí haciendo mi ronda.

Cuando entré en la celda de Uriel vi que estaba mirando fijamente hacia la pared. Había días en los que me gustaría poder entrar en su mente, saber qué estaba pensando, qué se ocultaba tras unos ojos que guardaban miles de secretos y confesiones que jamás llegarían a saberse.
Aquel día, miraba hacia la pared y reseguía las grietas con las manos, era algo mecánico que repetía una y otra vez. Parecía absorto en su propio mundo, de no haber sido porque yo ya sabía que a menudo Uriel se recluía en sí mismo y podía pasar días en el que no hablase con nadie, hubiese pensado que estaba fuera de sí, que no razonaba.
Vi a un hombre cansado, un hombre que a causa del peso de sus acciones estaba tan magullado, tan herido que era imposible reparar.
El tiempo no sanaría sus heridas. A veces intentaba pensar en los remordimientos que había sentido, pero yo no era quien había cometido los crímenes, sino Uriel.
Y sabía que él no tenía el alma de un asesino. Él había sido fácilmente influenciable y había sido lanzado por un barranco en el que sólo había encontrado sangre, dolor y muerte.

¿Qué ocultan sus miradas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora