5. Determinación

87 3 0
                                        

En medio de la noche y por una senda solitaria, se conducía altivo y sereno un hombre alto de piel muy blanca y cabellos rubios

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En medio de la noche y por una senda solitaria, se conducía altivo y sereno un hombre alto de piel muy blanca y cabellos rubios. Sus vestimentas brillan como el sol y sus ojos permanecen cerrados. Es Asmita de Virgo, que va de regreso al santuario. Se detiene momentáneamente, algo parece llamar su atención, siente una fuerza muy débil que va desapareciendo, y enfoca su atención en ella.

-Son Cosmos... debilitándose.

Y precisamente, se conduce hacia dónde los cosmos, se da cuenta que son demasiado tenues y débiles, están desapareciendo, lo cual lo preocupa ya que está seguro de que son cosmos de santos de Athena.

Rápidamente los encuentra, eran tres santos que yacían inmóviles en el suelo, gravemente heridos y con sus armaduras perforadas. Los ayuda lo más rápido que le es posible, intenta sanar sus heridas pero se da cuenta que son muy graves. Con la ayuda del Caballero Dorado, dos de los tres jóvenes logran ponerse de pie y juntos ayudan a su compañero más gravemente herido.

-Tú eres Asmita, el Caballero Dorado de la casa de Virgo... -le dice uno de los jóvenes. Él por su parte, asiente con un gesto y les indica que deben darse prisa.

Mientras tanto, en el Santuario, siendo de noche, hay una gran paz y silencio. Shion, el aprendiz del anciano reparador de armaduras, se encuentra en la casa de Aries con sus amigos, Dohko de dragón y Haru de Aries. Hablaban los tres cómodamente cuando fueron interrumpidos.

-Silencio... -dijo Haru- alguien se aproxima.

Una sombra se escabullía sigilosa, arrastrándose sin provocar ruido ni advertencia, solo Haru logró sentir su presencia y dando un salto, cayó justo al pie de las graderías que conducen a la casa de Aries, listo para atacar.

-¡No! –gritaron Shion y Dohko, que siguieron sus movimientos y lograron distinguir la lejana figura. Haru se detuvo para contemplar de cerca aquella imagen deteriorada. ¡Era un Caballero de Athena!

Haru lo levantó y lo llevó hasta la casa de Aries, el silencio de aquel hombre no era porque intentara pasar desapercibido, sino porque le era imposible decir cualquier cosa.

-Debemos ayudarlo, ¡rápido! –dijo Shion, intentando hacer algo por el caballero.

-Éste es uno de los que iba en la tropa de reconocimiento, en busca de Morrigan y sus siervos –dijo Haru.

Al escuchar nombrar el nombre de la diosa de la muerte, el caballero se removió y reuniendo todas sus fuerzas, logró articular unas palabras: -Morrigan, se dirige al norte...

Y habiendo dicho esto, cayó sin vida. Dohko y Shion intentaron asistirlo, pero ya no tenía caso.

-Está muerto –dijo el Santo de Oro.

-Fue envenenado –dijo una voz misteriosa, que asombró a los tres.

Se plantó ante ellos, Asmita, llevando consigo a los tres santos de Plata. –Puedo sentirlo, siento el veneno aún actuando en su cuerpo ya sin vida, es el mismo veneno que atacó a éstos tres santos.

Saint Seiya: El Invierno Final -La Saga de Morrigan-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora