19. Voluntad de Oro

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Un viento gélido se había implantado en todo el lugar, fue como si de pronto el tiempo no existiera, todo se detuvo y sólo el grito congelado en el aire de un joven que intentaba ponerse en pie, rompió aquel silencio mordaz.

-¡No! –el grito resonó tan fuerte que pudo ser escuchado en una vasta extensión a la redonda. Dohko se puso en pie con lágrimas en sus ojos e intentó correr hacia su maestro. Sentía que los pies le temblaban y que su cuerpo no respondía, la rabia y la frustración recorrían su cuerpo y lo invadía un enorme vacío, oscuro y triste. Se arrojó sobre el cuerpo sin vida de su maestro decapitado, no era posible que hubiera caído.

Algo lo haló del cabello y lo levantó, al verlo, se llenó de la más profunda ira y la rabia que sentía explotó como un fuego ardiente. Bardo lo había levantado y ahora lo arrojaba lejos del cadáver de Ryu.

-Ahora que lo he matado a él, te mataré a ti. Deberías agradecerme, te reuniré con tu maestro.

La ira desgarró a Dohko que lanzó un fuerte rugido como un tigre -¡Maldito, no permitiré que te burles de él! ¡Vengaré a mi maestro! ¡Dragón naciente!

El puño de Dohko se levantó con la fuerza de un dragón que se eleva hacia el cielo. Bardo observó la técnica, no sería difícil esquivarla, pero... ¡No podía moverse!

El dragón naciente golpeó con todo su poder a Bardo y lo lanzó lejos de allí, ¿qué le había ocurrido? Su cuerpo no había respondido, era imposible, no podía sucederle algo así.

Al intentar levantarse se dio cuenta que había consumido gran parte de su energía al realizar la Ejecución de almas. El veneno se había apoderado de su cuerpo y lo debilitaba cada vez más, dificultándole moverse y atacar.

Dohko se lanzó furioso contra él, Bardo lo detuvo pero podía sentir cómo le era cada vez más difícil.

-¡Malditos caballeros, acabaré con todos! –exclamó, lanzándose contra Dohko, profiriéndole un fuerte golpe, pero su velocidad había disminuido y Dohko pudo detenerlo con el escudo de su armadura.

-¡Garras Sangrientas!- Bardo volvió a dirigir su ataque contra el escudo del dragón, y ésta vez lo destrozó por completo, pero Dohko seguía en pie, resistiendo. El gesto de determinación en los ojos del Santo le causaba ira y odio.

-¡Dragón naciente! –Dohko se lanzó de nuevo, dispuesto a no darse por vencido. Bardo también respondió a su ataque -¡Invocación del dolor!

Las técnicas colisionaron, pero Bardo era más poderoso y su técnica sobrepasó al Dragón naciente, golpeando a Dohko y estrellándolo contra el suelo, destrozando por completo su armadura de bronce.

-¡Esto se termina ahora, voy a matarte como maté a tu maestro!

Un mal herido Dohko se levantó de nuevo, esta vez rodeado por una brillante luz que emanaba de su cuerpo.

Saint Seiya: El Invierno Final -La Saga de Morrigan-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora