Novena página

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Estaban en el auto. Andres manejaba en silencio, Salome lloraba y Alexander miraba el frente fijamente dejando que sus lágrimas saliesen mientras mordía su pulgar.

―¿Quién te dio esa chaqueta? ―preguntó Andres mirando de reojo la chaqueta que apretaba su esposa desesperadamente. Andres se refería a la chaqueta azul que Rodrigo le había prestado a Alexander.

Alexander trago grueso y dijo―. Un... un amigo.

Alexander miraba sin entender a sus padres, esperaba gritos, protestas, preguntas incomodas, reproches, esperaba de todo menos ese silencio insoportable que lo llevaba a la locura. Todo era mejor que el silencio. Alexander no entendía "No les importo" pensó con dolor. "No les importo".

Cuando llegaron a casa Alexander bajó y salió corriendo a la casa, ignoró el saludo de su hermano James y pasó de largo a su hermano Thomas. Alexander solo quería llegar a su cuarto.

Entró y azotó la puerta. Arrojó el bolso a la cama y lloró de impotencia. Miró su bolso y se acercó. Buscó su diario, lo sacó y escribió en la novena página.

"Papá y mamá.

Lean esto, no soy bueno con las palabras, no soy bueno hablando de lo que siento. Sé que quieren saber qué es lo que siento, sé que quieren saber que me pasa, pero no estoy listo para hablar de ello, nadie lo sabe, no creo estar listo nunca para hablar de lo que me pasa pero solo les puedo decir esto.

Quisiera pedirles perdón por ser el hijo más patético del mundo, discúlpenme por ser el más desordenado emocionalmente, el más débil físicamente, por ser el más ridículo de la familia. Perdón por ser el callado, perdón por ser el que arruina los momentos felices. Perdónenme por ser como soy. Perdónenme por no esforzarme lo suficiente, perdónenme por ser débil y dañarme. Perdónenme por todo.

Pero además quisiera decirles que a veces los hijos necesitamos un abrazo más no un regaño."

Con decisión arrancó la página y salió de la habitación. Alexander camino por el pasillo, bajo las escaleras y fue a la sala. Andres abrazaba a su madre que lloraba, ambos estaban sentados en el sofá. James preguntaba una y otra vez que sucedía. Thomas apareció y vio a Alexander interrogante pero se alejó y se acercó a su madre tendiéndole una taza de té.

―Yo... ―dijo Alexander apretando la hoja con su mano derecha.

Salome miró a su hijo con dolor. Alexander se acercó a sus padres y les tendió la hoja.

―lo siento ―susurró antes de salir corriendo.

Alexander salió de la casa necesitaba despejar su mente, decidió ir al parque.

N/A: esto es todo por hoy. 



Diario de un SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora