Venganza - II

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Samuel caminaba relajado con unos amigos. A medida que iban caminando poco a poco sus amigos se iban despidiendo cuando llegaban al camino que los llevaba a sus casas. Al final Samuel quedo solo. Samuel pasó frente a un grupo de chicas y les sonrieron coquetas. El rubio las miró lascivamente y entró a un callejón solitario. Su casa estaba cerca.

―Tú, rubito ―llamó a Samuel un hombre con un acento tosco.

Samuel giró y miró al hombre que lo había llamado. Pelirrojo, alto, musculo, barba de tres días, tatuajes en su cuello. El hombre vestía con ropa oscura. Samuel se sintió extraño, el ambiente que comenzaba a formar lo inquietaba.

―¿Sí? ―dijo Samuel mirando a los alrededores dándose cuenta de que estaba completamente solo.

―Me he perdido ¿Sabes dónde queda el café Aharoni? ―preguntó el hombre.

Samuel lo miró un poco más aliviado pero la sensación de que algo no andaba bien no lo abandonaba por completo.

―Sí, queda a unas cuadras de aquí ―dijo Samuel dándole la espalda al callejón.

Samuel había bajado la guardia no supo en que momento alguien lo sujeto por detrás. Samuel sintió terror cuando vio al extraño frente a él colocar una mueca macabra. Los hombres cubrieron el rostro de Samuel.

―Sabes putita, sufrirás en carne propia todo lo que le hiciste a mi sobrino Alexander ―dijo Dmitry junto al oído de Samuel―. Excelente trabajo Vladimir. Ahora llévense a esta perra, ya saben qué hacer. Recuerden, no lo maten.

―Claro jefe, nadie se mete con la familia de un Záitsev ―dijo un moreno alto.

Dmitry dio la vuelta e ignoro los gritos y suplicas de Samuel. Ahora, Samuel sentiría en carne propia el sufrimiento de Alexander. Dmitry sacó su teléfono y vio la hora. Debía apresurarse tenía una reunión familiar a la que asistir.

Diario de un SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora