Beso Apasionado

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Alexander había platicado esa mañana con su hermana sobre el comportamiento de sus hermanos y la actitud que había adoptado Rodrigo después de haberle enviado aquellas notas.

"Eres un idiota, prácticamente le has dicho que no crees en él"

Eso era lo que le había dicho su hermana, Alexander aceptaba que Alison tenía razón. Ese día tenían educación física. Alexander detestaba tener que usar una simple franela por que sus compañeros podían ver sus cicatrices. Pero Rodrigo le había dicho que usara su chaqueta deportiva, ya que ese día Alexander había llevado una de cuero. Alexander se sentía un pitufo, el mono era azul y la chaqueta que le había prestado Rodrigo también era azul. Tenía las mejillas sonrojadas por correr y el cabello pegado a la frente por el sudor. Rodrigo iba junto a Alexander.

―Gracias por estar a mi lado ―dijo Alexander, no solo refiriéndose a que le siguiese el paso.

―No hay problema, así me canso menos ―dijo Rodrigo sin entender realmente el verdadero significado de las palabras de Alexander.

Alexander sonrió sinceramente, su hermana había dicho que él era un idiota pero en realidad, Rodrigo también lo era.

―No me refiero a que me sigas el paso ―dijo Alexander pasando a Rodrigo con todo lo que sus cortas piernas permitían.

Rodrigo dejó de trotar y su rostro se colocó rojo, y no precisamente por la actividad física.

―¡Esperame! ―gritó entusiasmado Rodrigo aumentado la potencia para alcanzar a Alexander quien también ponía todo el empeño para que Rodrigo no lo alcanzase.

El silbato anunció el final de la clase. Alexander detuvo su caminata y se recostó en las gradas, sentía que moriría en cualquier momento.

―A Ti no te van los deportes ¿verdad? ―preguntó Rodrigo a Alexander de pie como si nada tendiéndole a Alexander una botella con agua.

Alexander negó y tomó la botella desesperado y comenzó a beber como si su vida dependiera de ello.

―No... detesto... correr ―dijo entre jadeos Alexander.

Rodrigo detalló el rostro de Alexander. Tenía las mejillas rojas, las pupilas dilatadas, los labios entre abiertos soltando leves jadeos para recuperar la respiración. Alexander también tenía el cabello revuelto. Rodrigo repentinamente sintió más calor y un tirón en su entre pierna.

―¿Estas bien? ­―preguntó Alexander notando la incomodidad de Rodrigo.

El de ojos verdes asintió y se sentó junto a Alexander algo alejado de él. Alexander recorrió con la mirada a Rodrigo y notó que su novio apretaba levemente las piernas. Alexander se sonrojó comprendiendo porque su novio se sentía incómodo. Alexander miró alrededor y al ver que estaban solos en el gimnasio, se armó de valor, suspiró y miró decidido al frente. Depositó la botella en las gradas, se levantó y se posicionó frente a Rodrigo.

―¿Qué... ―Rodrigo no tuvo tiempo de preguntar por qué Alexander había apartado sus manos de su regazo para sentarse a horcajadas sobre él―. ¿Qué estas....

Rodrigo nuevamente fe interrumpido, esta vez por los labios de Alexander. Rodrigo abrió desmesuradamente los ojos. Normalmente era él quien comenzaba los besos. Alexander besaba los labios de Rodrigo suavemente. El de ojos color jade colocó sus manos en las caderas de Alexander juntándolo más con su cuerpo. Alexander deslizó su lengua por el labio inferior de Rodrigo quien gustoso le permitió el acceso. Sus lenguas se rosaron levemente y sus cuerpos se estremecieron completamente. El beso era lento, pausado y húmedo. El de cabello azabache llevó sus manos al cuello de Rodrigo. Lentamente se separaron y un pequeño hilo de saliva unía sus bocas. Rodrigo juntó su frente con la de Alexander.

―¿Estás bien? ―preguntó Rodrigo preocupado al notar una pisca de miedo en Alexander. En más de una ocasión habían detenido las caricias porque Alexander se sentía repentinamente sofocado.

―Sí, estoy bien. Solo estoy sorprendido, no pensé que sería capaz de besarte ―dijo con una sonrisa Alexander.

―Me gusta cuando tomas la iniciativa ―dijo Rodrigo con una sonrisa.

―Sabes, Mientras más lentos sean los besos más rápido serán los látigos del corazón ―dijo Alexander antes de refugiarse en el pecho de Rodrigo.

Rodrigo soltó una risita y abrazó posesivamente a su novio. Ya no se sentía desanimado con respecto a su relación. Por estar pensando en sí mismo, Rodrigo había olvidado que Alexander era una persona impredecible que en el momento menos inesperado podría explotar en llanto o mimos para ti. Debía dejar de pensar un poco en sí mismo para saber que necesitaba su lindo novio, después de todo una relación no se trata lo que piensa uno solo si no lo que piensan ambos y que se puede hacer por ello para que ambos disfruten.

Diario de un SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora