Venganza - I

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(Andrés)

Andrés se había llegado a la oficina cuando su secretaria le dijo que esa persona ya lo estaba esperando. Andrés sonrió con algo de cinismo sus planes comenzarían a marchar.

―¡Hermano! ―exclamó el hombre que estaba sentado en el sillón de la oficina de Andrés.

―¡Hermano! Cuanto tiempo sin verte ―dijo Andrés acercándose para abrazar a su hermano que se había levantado.

―cuéntame que te ha obligado a recurrir a mí ―dijo el hermano de Andrés.

Andrés tenía un hermano menor que había renunciado al apellido y nombre que le habían dado sus padres, el hermano de Andrés quería una vida más compleja llena de adrenalina. Su hermano, Dmitry Záitsev, había adoptado un nombre ruso cuando fue adoptado a los 17 años por su nueva familia. El hermano de Andrés no era precisamente un ejemplo en la sociedad.

―Sabes que siempre estoy en contacto contigo ―dijo Andrés.

―Lo se hermano, lo sé. Pero tu mensaje me ha inquietado un poco. Normalmente nos vemos en festividades o cuando visito el país.

―Nada se te escapa. Es uno de mis hijos, Alexander.

―Que ha pasado con la pequeña bolita sonriente ―dijo Dmitry con semblante preocupado por su sobrino.

Andrés suspiró y procedió a explicarle la situación que había vivido su hijo menor.

―¡Quien se ha atrevido a profanar a mi sobrino! Dime quien es el desgraciado y ya mismo le digo a alguno de los míos que lo mate ―rujió Dmitry.

―Calmate hermano. No se puede eliminar, por desgracia. Sabes que prefiero algo más a largo plazo ―dijo Andrés con una sonrisa sínica.

―¿Que tienes pensado? ―preguntó Dmitry interesado.

―Puedes hacer lo que quieras con él, pero no lo mates, dejemos que la vida se encargue de arruinarlo. Ya sabes que lo despidan, que no pueda encontrar trabajo. Y unas cuantas amenazas que lo mantengan flipando del miedo. La muerte sería un regalo para ese mal nacido. Quiero que pague en vida todo lo que le hizo a mi hijo.

―Hare que se cumplan sus más grandes pesadillas. Puedo ya no llevar el apellido Johnson pero la sangre sigue corriendo por mis venas. Y creeme hermano nadie se mete con la familia.

―Es bueno poder contar contigo.

―Nunca lo dudes hermano, nuca lo dudes.

―Pasa un día de estos por la casa, los chicos se alegraran de verte.

―Lo hare, pero por ahora tengo un nuevo trabajo.

Andrés sonrió. Samuel sufriría con creces todo lo que hizo sufrir a Alexander y al doble.


Diario de un SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora