Por más que Rodrigo iba a la casa de Alexander este no aparecía. La casa se mantenía limpia y ordenada porque la familia había contratado un servicio. Cuando Rodrigo lo descubrió la decepción lo acompaño un buen rato, ya que pensó que alguien había regresado.
Rodrigo se sentía solo, no podía encontrar a Alexander y eso lo frustraba. En ocasiones se sentía enojado. Sabía que Alexander lo había hecho a un lado pero le molestaba que este lo hubiese hecho sin siquiera cuestionárselo o por lo menos comunicárselo.
Rodrigo llegó a su casa y arrojó su bolso de mala gana en algún lugar de la sala. Subió a su cuarto y se encerró a escuchar música. Sintió un peso en su corazón, no sabía qué hacer para sacar el dolor. Poco a poco las lágrimas comenzaron a descender por sus ojos. La música no ayudaba, las imágenes comenzaron a llegar a su mente. La primera vez que había visto a Alexander, la primera palabra, la primera oración, el primer beso, la primera cita. Todo se volvió doloroso. Los recuerdos lo agobiaban.
"¿Por qué no te encuentro? ¿Por qué? ¿Por qué? Alexander ¿por qué te escondes de mí? ¿Por qué cuando decido que quiero estar junto a ti tu tomas una decisión que nos separa?" pensó frustrado.
Rodrigo iba a seguir lamentándose cuando un mensaje llegó a su teléfono.
Número desconocido: Mañana en la azotea de la escuela.
Rodrigo leyó el mensaje pero no le dio importancia. Se giró y le subió todo el volumen a la música, dejó que los recuerdos lo siguieran llenando, permitió que las lágrimas siguieran resbalando por sus mejillas. Se olvidó de todo, de la cena de ese día, del trabajo que tendría que entregar al otro día. Solo se concentró en Alexander, solo se dedicó a pensar en lo irónico que era la vida.
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Diario de un Suicida
Short StoryAlexander cada día desahogaba sus penas escribiendo en su diario. Alexander cada día resistía para no deslizar el cutter sobre su piel. Alexander se sentía nervioso por la insistente mirada de uno de sus compañeros. Rodrigo sentía una curiosidad por...