Alexander salió de su habitación y su hermano mayor, James, lo esperaba de brazos cruzados. Alexander se preparó mentalmente para lo que le esperaba.
―¿Tienes algo que decirme? ―preguntó serio James.
El de cabello azabache miró a su hermano sin expresión en el rostro.
―¿Qué quieres que te diga? ―preguntó a su vez Alexander.
―No te quieras hacer el inexpresivo conmigo. ¿Estas o no saliendo con Rodrigo?
―Si ―respondió simplemente Alexander.
James formo una fina línea con sus labios. El mayor expulsaba disgusto y enojo por cada poro.
―¿Desde cuándo? ―preguntó esta vez James.
―Más o menos unas tres horas ―dijo Alexander mirando a la nada.
―¡No mientas! ―exclamó James.
Alexander miró sorprendido a su hermano.
―No tengo por qué mentir.
―Como si pudiera creer. La última vez que saliste con alguien te aislaste de todos ―rugió James.
―No creo que haya porque alterarse, eso es un cuento muy diferente ―dijo Anthony tratando de calmar a su primo mayor.
―¡Tú no te metas! ―señaló james a Anthony.
―Me meto si me da la gana ―contestó a la defensiva Anthony.
―Dejen de discutir ―dijo Thomas entrando a la casa con Emily.
―¿Acaso le dijiste? ―preguntó dolido Alexander a Thomas.
―Se lo decía a Emily y accidentalmente él lo escuchó ―dijo presuroso Thomas, no quería que Alexander se disgustase con él.
―¡Así que no planeabas decírmelo! ―exclamó indignado James.
―Chicos, creo que están haciendo de esto un asunto más grande de lo que es ―dijo Emily mirando a los hermanos de su novio.
―¡Que vas a saber tú! ―dijo James señalando a Emily―. Solo eres una intrusa en este asunto.
Emily frunció el ceño y su mirada se tornó fría, sonrió con malicia y dijo:
―Me incumbe desde el momento en que me pediste que investigara y siguiera a Rodrigo.
Alexander miró a su hermano James.
―¿Qué hiciste qué? ―preguntó James.
James apretó los puños y fulminó con la mirada a Emily.
―No fui el único Thomas también estaba de acuerdo.
―No vengas a escudarte conmigo, yo no estaba seguro, tu insististe.
―¡Ni siquiera lo niegan! ―dijo alterado Alexander.
Anthony se apresuró a sostener por los hombros a su primo Alexander. No era bueno que su primo se alterase tanto, sus emociones eran una bomba, uno nunca sabia como afectaría a la recuperación de Alexander.
―Calmate, moya printssesa, recuerda lo que dijo la psicóloga ―dijo Anthony en el oído de Alexander.
Porque si, Alexander había comenzado terapia con una psicóloga que sus padres había buscado para él. Después del último ataque de pánico Andrés y Salome platicaron con Alexander y le propusieron buscar ayuda profesional para ayudarlo a superar su trauma. Desde que Alexander iba con la psicóloga los progresos de Alexander eran muy notorios, ya no se afectaba tanto por el contacto de extraños, Se abría más con su familia, sonreía más, ahora solo pedía disculpas cuando realmente era necesario. Aun había que trabajar en su recuperación pero Alexander estaba mejor. Aun emociones muy fuertes y negativas afectaban a Alexander, pero ya controlaba mejor sus impulsos y no dejaba que las imágenes de su historia con Samuel se proyectasen en su mente evitando ataques de pánico. Las pesadillas aun existían pero desde que Cutter estaba con la familia Johnson Alexander había dejado las hojillas cuando se sentía triste, se dedicaba a escribir en Tumblr y a acariciar a su perrito.
―No puedo creer que hagan esto ―dijo Alexander calmado con una expresión fría en su rostro.
Thomas miró preocupado a su hermano, esa era la misma mirada que tenía Alexander cuando se había cerrado en sí mismo. Thomas sabía que esa mirada podía significar que estaba los estaba alejando.
―Alexander... ―dijo Thomas acercándose a su hermano para abrazarlo pero Alexander lo alejó de un empujo.
―¡No te me acerques! No quiero que se me acerquen. Son unos imbéciles, aun no te lo había dicho pero iba a hacerlo, James. Thomas lo descubrió por sí mismo. Emily, más te vale que no vuelvas a seguir a Rodrigo. Salgo con quien quiero. Y el único, pero el único, al que le permito prohibirme cosas es a mi padre ―dijo Alexander mirando con enojo y los ojos acuosos a sus hermanos.
La puerta de la entrada se abrió y por ella entro Salome.
―Hola chicos... ―Salome se calló al ver la escena frente a sus ojos.
Alexander, que apretaba los puños y tenía claras señales de querer llorar, era sostenido por Anthony quien miraba con el ceño fruncido a James y a Thomas. James estaba enojado. Thomas miraba preocupado a Alexander y Emily estaba neutra junto a Thomas.
―¿Qué sucede? ―pregunto la mujer preocupada―. ¿Sucedió algo malo?
―Tus hijos, son unos idiotas ―dijo Anthony―. James y Thomas han molestado a Alexander ―acusó Anthony.
Salome miró a sus hijos mayores esperando una respuesta.
―Está saliendo con Rodrigo ―dijo simplemente James como si eso resumiera el asunto.
―¡Maldición James! Deja esa maldita expresión. Entiende de una jodida de vez que él es diferente. Jamás me haría daño ―explotó Alexander.
―¡¿Cómo sabes eso?! ¡¿Eres un maldito adivino?!
Alexander gruñó, la ira cubría cada una de sus facciones.
―¡Él fue el primero que se dio cuenta que había algo malo conmigo. Si no fuera por él ustedes nunca se hubiesen enterado que me pasaba! ―gritó esta vez Alexander.
Alexander se soltó bruscamente del agarre de Anthony y se acercó a la puerta de la entrada para irse pero la voz de su madre lo frenó.
―¿Puedo acompañarte? ―preguntó la mujer con una sonrisa conciliadora.
Alexander estudió el rostro de su madre y la sonrisa que esta le regalaba lo hizo ceder, asintió débilmente.
―Ya regreso ―dijo Salome al resto de los presente―. Más vale que te calmes, James ―dijo salome a su hijo mayor.
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Diario de un Suicida
Short StoryAlexander cada día desahogaba sus penas escribiendo en su diario. Alexander cada día resistía para no deslizar el cutter sobre su piel. Alexander se sentía nervioso por la insistente mirada de uno de sus compañeros. Rodrigo sentía una curiosidad por...