¿No habéis sentido nunca que tenéis como un escudo, como un chaleco antibalas? Como un protector que va a aparecer en cualquier momento, cuando lo necesites, y cuando no. Cuando el mundo este al revés, y al derecho.
Os hablo de él, de esa persona que está ahí desde el minuto uno en el que asomaste la cabecita, desde tu primer llanto para cogerte en brazos y darte su calor, con media baba cayendo. Ese que estaba noches sin dormir simplemente para verte dormir, para protegerte y que no te cayeras de la cuna, o por todos esos llantos de cada noche, para consolarte.
Sí, él. Aquel que se dejaba la espalda por llevarte de la mano cuando dabas tus primeros pasos. Y que se alegraba como nadie cuando te vio darlos sola. Pero que corría detrás de ti por cada una de tus caídas, y que te curaba tras cada chichón.
El que te enseñaba las primeras palabras, y se llenaba de alegría al escuchar "Papá". Él, que te educó cada día hasta ahora para llegar a ser lo mejor. El que te daba el empujón para no rendirte, para seguir adelante.
Él, que te llevaba al cole cada mañana. Que te ayudaba con los deberes, y te regañaba si un día no los hacías. O si suspendías, ¡ay, qué sufrimiento!. Él, que lo hacía simplemente para que aprendieras, para que no volvieras a cometer los mismos errores.
Os hablo de él, del que llegaba tarde a casa, trabajando, para sacar a la familia adelante. Que trabaja día sí y día también, sin parar. Que pone sudor y lágrimas para que nuestros sueños se hagan realidad, para que no nos falte de nada.
El que ha hecho todo lo posible para estudiar lo que quieres, lo que más te gustaba y donde más te gustaba. Que ha aportado su granito de arena día a día para que avances, para no dejar escapar un sueño, para seguir. El que ha estado ahí a pesar de la distancia, que no se ha movido, y que ha ido corriendo si hace falta cuando tú más lo necesitabas. Porque eso es lo que hacen los superhéroes.
Él, el que, junto a mamá, ha enseñado lo maravillosa que puede llegar a ser la vida. Que me ha enseñado a llorar pero, sobre todo, a reír. Que me ha dado todo cuando a él ya no le quedaban fuerzas. Que ha seguido adelante cuando el viento estaba en contra, pero ha tirado de nosotros para llegar, una vez más, a la meta. Juntos, siempre. Porque él nunca se rinde, y nosotros lo sabemos más que nadie.
Él, que no solo para mí es el mejor. Que puede llegar a ser incluso mejor que un superhéroe, porque el hace mucho más. Porque vale oro, y siempre lo valdrá. Porque sé que es el que estará ahí hoy, mañana y pasado, sin pedirlo. Porque has hecho de chaleco antibalas hasta ahora, y quiero que sea así el resto de mi vida. Quiero, y sé que lo harás. Porque tú no fallas, nunca.
No te agobies, no te caigas, no te rindas, nunca. Porque yo estoy aquí, para hacer por ti lo mismo que tú has hecho por mí, como mínimo. Porque también te empujaré cuando todo esté difícil, porque lo mejor aun está por llegar, y lo sabes. Porque ser hija del mejor padre del mundo, no tiene precio.
Sí, tú. Que los superhéroes pueden ser maravillosos, pueden hacer grandes cosas y pueden llegar muy lejos. Pero tú, tú eres mucho más que eso. Tú eres mejor. Tú te mereces algo más que esa palabra.
Tú te mereces, como mínimo, llamarte PAPÁ. Con todas las letras, y en mayúsculas.
