¿Nunca te ha pasado que crees haber superado algo, y que puedes hablar de ello como si nada, pero después no puedes?
Es como si, a la mínima de recordar algo, te bloqueas, los ojos parecen preparados para estallar en un mar de lágrimas, y tu garganta fabrica un nudo que parece imposible de desatar y así poder hablar.
El cuerpo, la mente, o no sé exactamente qué, pero ese algo te impide recordar hechos del pasado que creías superados.
Y es como si recordarlos fuera un pecado, como si estuvieras rompiendo la peor de las reglas.
Dicen que vivir huyendo del pasado y sus hechos es algo malo.
¿Pero qué se supone que hay que hacer cuando los crees superados y luego resulta que no?
No es vivir huyendo de ellos, es simplemente como arrugar un papel y dejarlo aparcado en una esquina de la habitación. O tener un baúl de recuerdos que cerraste con llave y decidiste tirar la llave. Los dejas a un lado, sin más.
Siempre están ahí, es como esa cicatriz que parece imposible de quitar, de eliminar.
Dicen que el dolor cambia a la gente. Realmente no creo que el dolor me haya cambiado, solo me ha hecho más fuerte, y ha creado ésta armadura que ahora me protege.
Aunque claro, cuántos habláis de dolor sin siquiera saber lo que ésto significa realmente. Es irónico que los que más hayan sufrido, más callen.
Hablar de aquello que tanto dolió una vez, es meter el dedo en la herida más dolorosa de todas.
Se te quiebra la voz e intentas seguir, pero entonces ocurre, y estallas, parece que el dolor de aquella vez vuelve a consumirte por segundos.
Pero bueno, todo es mejor superarlo, seguir adelante, y recordar que eso por lo que pasaste, creó a la guerrera que ahora eres o deberías ser.
Me hace gracia cuando os reís de las desgracias de la gente por su edad. Me parece ridículo.
Porque quizás no te hayas parado a mirarle a los ojos, y a darte cuenta de que quizás esa persona tenga más valores como ser humano que tú, y que probablemente sepa más cosas en esta vida que tú.
Nunca subestimes a nadie por su edad, porque acabarás muy sorprendido.
Recuerda que cada persona es un mundo nuevo, un baúl de recuerdos distinto, un diario diferente de leer.
La verdad es que ese nudo que aparece en mi garganta al tratar de hablar sobre el pasado, jamás se irá, siempre estará ahí para recordarte lo mucho que un día te dolió, y lo que deberías haber aprendido de aquello.
