Capítulo 4

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Con un gran suspiro escapando de mi boca me adentré en la clase, corroborando mi idea de que efectivamente llegaba tarde puesto que la profesora había comenzado con la clase hacía bastante rato al parecer. Absolutamente todo el mundo se me quedó mirando con una expresión de sorpresa y algunos inclusos se atrevieron a murmurar entre ellos acerca del lamentable estado en el que se encontraba mi rostro. Busqué a Konoha con la mirada, el cual parecía estar más estupefacto que todos.

–Akaashi, creo que llegas un poco tarde –comentó ella, mirándome de una manera impasible. Yo era el ser humano más estúpido de la faz de la tierra por llegar tarde a la clase de "el Shinigami de Fukurodani".

–Lo siento mucho, me retrasé –admití, bastante avergonzado. Mi mirada estaba fija en mis zapatos puesto que si la miraba a los ojos sentía que me iba a desintegrar de un momento a otro. Durante unos largos minutos, que a mi parecer fueron horas, la clase permaneció en completo silencio.

–El director quería hablar contigo, creo que no hace falta que entres en clase –sentenció la profesora, volviendo a fijar su mirada en el resto de estudiantes. Sentí como si me quitara un peso de encima a pesar de que probablemente lo que me esperaba ahora era mucho peor.

–Con permiso –murmuré, cerrando la puerta de nuevo.

Me encaminé hacia el despacho del director pensando en diversos castigos que podía implantarnos por una pelea de tal escala como la que mantuvimos ayer Nakamura y yo en el gimnasio y solo llegué a una conclusión: no me arrepentía, ese imbécil se lo merecía. Soportaría el castigo fuese el que fuese, pero no me retractaría bajo ningún concepto de mis actos.

Fuera del despacho vi la figura de un chico apoyado sobre la pared mirando con gesto indiferente la pared de enfrente. Hasta que no me acerqué un poco más no me di cuenta de que se trataba de Nakamura, y mis dientes comenzaron a rechinar por la rabia. No sabía de qué forma iba a hacer para colaborar con él como un equipo cuando solo con verle sentía náuseas. De todas formas ahora debía de controlarme, por lo menos delante del director. Respiré hondo varias veces para posicionarme delante de él algo más tranquilo.

–Tu ojo está mal –aprecié, fijándome en el tono negruzco que envolvía toda la superficie de este. Nakamura apretó la mandíbula con rabia, pensando las palabras que debía utilizar ahora.

–Hubiera acabado contigo si tu estúpido novio no se hubiera metido –dijo, a tan solo centímetros de mi cara. Él realmente pensaba que podía intimidarme con algo como eso, pero lo único que conseguía era que mis ganas de golpearle aumentaran.

–Te dije que hacía todo esto porque era mi amigo –Nakamura mostró una sonrisa incrédula, estaba claro que no creía ni una sola de mis palabras pero ¿me importaba acaso lo que este tipo pudiera pensar de mí?

–Eres tan dulce intentando negar lo evidente –se dio media vuelta, abriendo la puerta del despacho sin dejarme tiempo a responder. Con tan solo un breve intercambio de palabras había conseguido mandar a tomar viento todo mi proceso de relajación.

El director estaba sentado tras una mesa llena de papeles, con los codos apoyados sobre esta y su cabeza descansando sobre sus manos. Era la primera vez que me encontraba aquí y no sabía cómo actuar frente a una figura tan imponente como él. Muchas veces me lo había cruzado por los pasillos y sentía como si momentáneamente hubiera ocurrido un eclipse de sol. Aparte, su cara de miembro de un clan de asesinos no ayudaba mucho a mejorar su imagen.

–Podéis sentaros –ofreció, mirando las dos sillas que descansaban delante de su mesa. Nakamura se adelantó a sentarse en la que se encontraba en el extremo izquierdo, por lo que yo tomé asiento en la contraria–. Hotaru Nakamura, alumno de segundo grado y miembro del club de vóley –comenzó, mirando al chico que estaba a mi lado. Él se limitó a asentir con la cabeza– y Keiji Akaashi, alumno de tercer grado y miembro del club de vóley también. ¿Me equivoco?

Be who YOU are {Bokuaka}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora