Capítulo 9

4.8K 634 419
                                    

De un momento a otro todo se volvió oscuro a mí alrededor, la visión que tenía del cartel que estaba pintando fuera del gimnasio en compañía de Bokuto desapareció como la llama de una vela de cumpleaños de un niño pequeño. Intenté abrir los ojos con todas mis fuerzas, pero parecía que descansaban piedras sobre mis párpados. En el fondo comprendía lo que me había pasado porque llevaba toda la tarde trabajando sin parar pero, ¿quedarme dormido de manera tan repentina? La falta de sueño de ayer por quedarme hasta entrada la madrugada estudiando Historia me pasaba factura.

Entonces fue cuando sentí algo acariciando mi mejilla. Ese algo podía ser perfectamente una pluma; era suave al tacto, me tocaba con delicadeza y me dejaba una sensación de cierto cosquilleo allí por donde pasaba. Cuando dejé de percibir aquel contacto en mi cara quise gritar para que siguiera tocándome con esa dulzura ciertamente desgarradora, pero volví a sentirlo, a excepción de que esta vez era en mi hombro. Después de unos minutos reposando allí con tranquilidad, comenzó a zarandearme suavemente. ¿Se trataba de una mano? Puede que se tratara de eso pero, ¿desde cuándo una mano podía transmitir tantas sensaciones?

Las piedras en mis párpados se evaporaron con lentitud, permitiéndome observar la grata mirada color miel de Bokuto. Él estaba a la misma altura que Mei cuando trataba de besarme, pero mi sensación era totalmente distinta en este momento. Por una parte estaba avergonzado a la par que nervioso, pero por otra parte me sentía ansioso porque hiciera algo aunque eso significara alejarse.

–Te has quedado dormido de repente –informó el chico, riendo por lo bajo. Su mano se posó en mi mejilla, la misma en la que había sufrido aquel asalto de distintas emociones, y para mí sorpresa descubrí que sentía lo mismo. ¿Eso quiere decir que él había sido quien me había acariciado de esa forma?

–No he dormido apenas nada –me excusé, sintiendo su mirada sobre la mía.

Me daba reparo mantener el contacto visual, especialmente después de admitir que era plenamente consciente de que no había una simple amistad entre nosotros, pero por alguna extraña razón no podía apartar mi mirada. Era como si una fuerza celestial me obligara a mirarme, a perderme en sus dos orbes, que me absorbían por completo, haciéndome sentir que estaba en un mundo paralelo creado única y exclusivamente para nosotros dos.

Mi estómago cada vez se encogía más, haciendo que las mariposas que revoloteaban por ahí se vieran en la tesitura de tener que batir sus alas con más fuerza si es que querían sobrevivir en tan minúsculo espacio.

–Eso es malo, Akaashi –opinó Bokuto, sin apartar su mano de mi cara–. Por cierto, estás manchado de azul. Mientras te ibas quedando dormido te diste con el pincel en la cara sin darte cuenta.

–Mierda –musité, llevando mi mano a un lugar al azar, que por una mala casualidad acabó encontrando la mano de Bokuto. Nada más rozarla llevé la mía hacia el suelo nuevamente–. Lo siento.

– ¿Por qué? –preguntó, con una sonrisa divertida en sus labios.

Yo también quería hacerle una pregunta, que era el por qué todavía seguíamos tan cerca y en esa postura tan comprometedora, pero por razones obvias no era capaz de formularla.

–No lo sé... Simplemente sentía que debía disculparme –respondí, un tanto aturdido.

–Me gustan tus manos –mientras decía esto frotaba cierta zona de mi mejilla, probablemente intentando limpiar la pintura–. Aunque supongo que eso no es nada nuevo para ti.

–La verdad que no –coincidí con él, sonriendo un poco.

Bokuto apartó su mano de mi cara y la dejó en el suelo, sobre la mía. Y en ese momento, aunque no tenía absolutamente nada que ver, mi mirada se desvió hacia los labios del chico mientras relamía los míos.

Be who YOU are {Bokuaka}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora