Capítulo 10

4.7K 588 364
                                    

El sábado supuestamente iba a ser un buen día en el que iba a disfrutar del festival escolar con mis amigos como un adolescente normal, pero por culpa de las lluvias torrenciales que sacudieron nuestra ciudad desde la madrugada del día anterior esta actividad se aplazó para el fin de semana siguiente. Y como si una premonición del día que me esperaba por delante se tratara, los pocos resquicios azulados que quedaban en el cielo fueron consumidos por aquel manto grisáceo.

Mientras me dirigía a casa de Bokuto me encontraba inquieto, pues la confesión de Nakamura seguía rondando por mi mente. Era consciente de que podía ver a través de mí con la misma facilidad que yo podía hacerlo con él, de forma que se daría cuenta enseguida de que había algo mal conmigo. Sin embargo, ¿era la mejor opción decírselo? No tenía ni la menor idea, pero igualmente, ese hecho no era el que más me preocupaba. El mayor de mis problemas era que Kuroo estaba allí, aunque contaba también con la presencia de Kenma, que en el peor de los casos podía servir de señuelo para evitar que el moreno monopolizara tanto su atención en mi amigo.

Cuando llegué a mi destino tenía casi toda la ropa empapada, por no hablar de que mis zapatos estaban completamente encharcados por dentro. Mi cuerpo estaba gélido debido a las bajas temperaturas, pero había un extraño sentimiento de ardor en mi pecho que me mantenía con calor.

La persona que me abrió la puerta me pilló por sorpresa: se trataba de Kenma. Yo me esperaba que fuera su madre, que me recibiría con una amigable sonrisa como solía hacer habitualmente. El chico se cercioró de que estaba confundido, por lo que inició la conversación:

–Los padres de Bokuto han salido –tras oír eso entré en el recibidor, donde una extrema calidez me acunó en sus brazos como si me tratara de un bebé recién nacido–. Y si te preguntas por él, está en su habitación con Kuroo.

Una señal de alerta se encendió en mi sien después de oír aquello. Me descalcé lo más rápido que pude, aunque eso significaba pasearme por toda una casa ajena con mis pies empapados.

–Iré a avisarle de que estoy aquí –dije, encaminándome hacia las escaleras.

–Está bien –contestó–. No te preocupes en tardar, esos dos llevan ahí arriba un buen rato haciendo a saber qué. Realmente no me interesan sus asuntos, pero espero que no sea nada dañino para la salud.

El tono de voz que Kenma utilizó para decir aquello fue débil, parecía que se estaba convenciendo a sí mismo de lo que estaba diciendo. Por un momento me compadecí de él, pero debía de subir arriba porque un mal presentimiento se estaba apoderando de mí.

Subí los escalones de dos en dos, más rápido que nunca antes, sintiendo que ese camino que semanas anteriores se me había hecho tan corto ahora era interminable. Mi respiración era entrecortada debido a la carrera improvisada que acababa de hacer.

Al posicionarme delante de la habitación de Bokuto escuché gritos procedentes del interior. Era la segunda vez que hacía algo como esto, pero necesitaba escuchar acerca de qué trataba aquella acalorada conversación que estaban manteniendo en solitario porque al parecer era demasiado privada como para que Kenma la presenciara.

– ¿No te das cuenta de que él está jugando contigo? –le recriminó Kuroo a Bokuto. La parte egocéntrica de mí enseguida pensó que estaban hablando de un servidor, pero decidí no sacar conclusiones precipitadas–. ¿No vas a decirme nada o qué?

–Que estás equivocado –la voz de Bokuto ocasionó que la sangre de mis venas comenzara a fluir. ¿Desde cuándo tenía ese impacto tan fuerte sobre mí?–. El que está jugando conmigo eres tú, o al menos eso parece.

– ¿Perdona? –inquirió, verdaderamente ofendido–. Lo único que intento hacer es que abras los ojos porque solo estás sufriendo por su culpa. Y eso sí que no te vas a atrever a negármelo porque tengo contadas las veces que me has llamado llorando a las tantas de la noche.

Be who YOU are {Bokuaka}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora