Capítulo 20

2.6K 306 227
                                    

           

El resto de días hasta el veinticuatro fueron sorprendentemente tranquilos a pesar de que no hubo ni un solo día en el que no viera a Bokuto. Sin embargo, estábamos tan concentrados en los entrenamientos que apenas hubo tiempo para que nuestros dramas personales salieran a la luz. Utilizo la palabra apenas porque por supuesto que hubo determinados momentos en el que nos quedamos los dos a solas o Bokuto era demasiado cariñoso delante de todo el equipo, hecho que me hacía convertirme en un manojo de nervios.

El día en el que tendría lugar nuestra no-cita me levanté con un cosquilleo en el estómago tan molesto que incluso consideré la idea de que me había puesto malo, pero el único problema que tenía era Bokuto. Un problema maravilloso, por cierto. Ojalá toda mi vida solo tuviera que hacerle frente a problemas como él.

Lo único que hice hasta la hora en la que iba a salir de mi casa fue leer algunos libros que había dejado apartados durante demasiado tiempo porque mi vida se había convertido en un no parar. Al principio me costó demasiado concentrarme debido a mi nerviosismo, pero eventualmente conseguí sumergirme en lo que leía, logrando evadirme durante horas de la realidad a la que tenía que hacer frente.

Salí de mi casa una hora antes de la acordada con Bokuto para encontrarme con Mei. Ambos teníamos planes en el centro, por lo que decidimos ir juntos hacia allí y además intercambiar nuestros regalos.

Durante buena parte del camino al centro intenté que Mei me dijera con quién había quedado, pero como acabé comprobando que era imposible me rendí, y entonces el objeto de la conversación pasó a ser Bokuto. Después de conseguir hacerme sonrojar cuatro veces por sus comentarios y hacer que me cuestionara toda mi vida una vez más, finalmente llegamos a una plaza que estaba cerca de los lugares en los que ambos habíamos quedado, por lo que decidimos abrir allí nuestros regalos.

Mei se quedó alucinando con el mío: una caja con dibujos de pingüino, un peluche también de pingüino y un jersey con motivos navideños. Eran regalos un tanto peculiares, pero a ella le gustaba coleccionar cajas y jerséis de ese tipo, además de que el pingüino era su animal favorito. Su regalo también fue fantástico: una trilogía de la que llevaba hablando hacía meses. Tenía muchas ganas de leerla, pero costaba un poco cara, por lo que estaba guardando dinero para poder comprarme los tres libros a la vez. Sin embargo, su regalo tenía segunda parte: unos llaveros a juego con forma de balón de vóley. Ese regalo me dejó confundido, pero ella me explicó que lo había comprado con la intención de que le diera uno a Bokuto. Fue un gesto que me pareció dulce por su parte, pero al mismo tiempo era innecesario.

Cuando llegó la hora en la que ambos nos íbamos a separar nos dimos un gran abrazo acompañado de un "buena suerte". Si Mei no me quería decir con quién había quedado seguramente se trataría de un chico, si fuera con sus amigas no tendría motivo alguno para ocultármelo.

Mientras caminaba hacia el lugar en el que había acordado verme con Bokuto el cosquilleo en mi estómago se hizo más intenso. Para intentar aminorarlo tomé grandes bocanadas de aire en varias ocasiones, pero resultó ser para nada. Seguramente que cuando estuviéramos juntos desaparecería, siempre era igual.

Bokuto, una vez más, llegaba tarde. Aproveché esos preciosos minutos que tenía disponible hasta su llegada para leer una vez más la carta que le había escrito. Todavía tenía mis dudas sobre si entregársela o no.

Feliz Navidad, Bokuto.

Es el tercer año que la celebramos juntos, ¿no es increíble?

Supongo que lo sabes, pero me siento muy feliz porque todavía sigues en mi vida. También quiero que sepas que no cambiaría absolutamente nada de lo que ha ocurrido entre nosotros porque eso solo ha reforzado nuestra relación.

Be who YOU are {Bokuaka}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora