Parte I

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"Deberías ser más como tu hermano, deberías comportarte adecuadamente como él, tu aspecto debería ser más como el suyo, si son gemelos idénticos, porque lucís como si hubieras salido de una prisión turca. Deberías deberías deberías..."

La vida de Milo había sido una constante comparación con Vito su gemelo idéntico. Continuamente él le había ganado en todo, nació primero, gateo primero, dijo su primera palabra. Era uno de los mejores en la clase y obedecía a sus padres. Los gemelos debían amarse incondicionalmente y ser prácticamente una persona, pero honestamente Milo no podía ver así a su hermano.

El despertador sonó por tercera vez aquella mañana, una canción de metal salió de él inundando toda la habitación. Milo extendió el brazo y de un manotazo golpeo el frente para apagarlo.

_ Milo podrías no despertar a todo el vecindario y levantarte de una vez de la cama.

Vito entro a la habitación tenía el cabello negro despeinado anteojos rectangulares de marco negro y vestía el uniforme como siempre, la corbata bien anudada, los pantalones a cuadros verde y azules con su cinto negro y zapatos reglamentarios. Tan perfecto.

_ Podrías golpear la puerta antes de entrar...

_ Tenes miedo de que te encuentre desnudo? Nuestros cuerpos son idénticos.

_ Podría estar tocándome.

_ La próxima vez golpeare la puerta.

Vito se retiró con una mueca de asco en su rostro, podían tener las mismas facciones pero definitivamente no eran el mismo. Milo arreglo su cabello largo hasta la cintura color lila gris gastado, acomodo su piercing de la boca y se vistió con el uniforme, solo que la corbata estaba en su pantalón y el cinto en su cuello. La camisa desabotonada dejaba ver una musculosa negra ajustada por debajo y el final de su tatuaje sobresalía cerca de su clavícula. Se puso sus lentes de contacto turquesa (ninguno de los dos podía ver bien sin lentes de alguna clase) y retoco el esmalte de una de sus uñas negras. Realmente no tenía un estilo definido podría decirse que era una mezcla de todo un poco, podía decirse que simplemente quería ser único, original, la gran ironía de su vida ya que contaba con un ser que hasta tenía sus mismas huellas dactilares. Bajo a la cocina y se sirvió un bol con cereales, mientras su gemelo preparaba unas tostadas.

_ Mamá y papá van a trabajar hasta tarde hoy.

_ Como si me importara.

Vito suspiro y se acercó a Milo, paso el pulgar por debajo de uno de sus ojos llevándose consigo delineador negro.

_ Realmente es esto necesario?

_ No sé, es realmente necesario que seas el hijito modelo? Porque me dan ganas de vomitar. Y no me arruines el maquillaje.

Milo dejo el bol sobre la mesa y agarro su mochila, la misma estaba prácticamente solo unida por alfileres de ganchos y parches de distintas bandas de rock.

_ No vuelvas a tocarme.

Cruzo la puerta de salida dando un portazo, asistían al mismo colegio pero hacia algunos años no caminaban hacia juntos. Su relación no siempre había sido así, hubo una época en la que eran inseparables, prácticamente hablaban al mismo tiempo o completaban las frases que el otro decía. Su madre debía obligarlos a dormir en camas separadas, pero unas semanas luego de que Milo cumpliera los catorce años, comenzó a alejarse de él, vestirse distinto, cambiar su cabello, ponerse piercings, su madre incluso lo llevo al psicólogo, este le había asegurado que solo era una fase de rebeldía. Pero Milo sabía que no era aquello, sabía perfectamente que era. Odiaba a su gemelo, odiaba que lo compararan con él, odiaba lucir como el, lo odiaba total y completamente por el simple hecho de que no podía evitar amarlo. No supo bien cuando esos sentimientos habían nacido en él, jamás le había atraído una mujer, tampoco un hombre, y cuando vio por primera vez a Vito besar a alguien simplemente exploto. Solo él debía tocarlo, solo él debía tenerlo, no comprendió de donde salieron esos sentimientos extremadamente posesivos pero los mismos envenenaron su mente. No podía estar cerca de su hermano, no podía mirarlo a los ojos como lo hacía. Ni siquiera se sentía capaz de mirarse a un espejo y ver el rostro de aquella persona prohibida para él. Vito al principio pidió explicaciones, insistió, intento hablar con él, pero luego de muchas discusiones (incluyendo una que termino a los golpes) se alejó. Y así trascurrieron ya tres años.

Aquella mañana había sido difícil, que se acercara tanto, que tocara su rostro, hacía mucho no sucedía y por un segundo sintió el impulso de tomarlo de la muñeca y atraerlo hacia él. De no soltarlo jamás y reclamarlo como suyo. Debía dejar de pensar así, realmente estaba enfermo.

Trenzó su largo cabello por el camino con el solo propósito de distraer su mente para terminar sujetándolo con una gomita de Garfield que le había robado a su hermana menor, se hubiera preocupado por algo como el bulliyng, si no fuera por el simple hecho de que todos se alejaban de él en el colegio, ser el ex-capitán del equipo de judo te daba esa ventaja, aunque su apariencia no lo demostraba para nada. Una sola persona había logrado derrotarlo, y por supuesto era Vito.

_ Crees que esa es una apariencia apropiada para la escuela?

Milo detuvo su marcha justo en el portón giro el rostro y observo al hombre, tenía el cabello color castaño, con un flequillo despeinado y sombra de barba, su traje estaba arrugado y a juzgar por el maletín en mal estado que traía, solo podía tratarse de algún profesor sustituto.

_ Al menos yo se afeitarme.

_ Dudo un niño como vos sepa siquiera agarrar una Gillette, a menos que sea para cortarse.

Milo abrió los ojos sorprendido, aquel hombre no podía ser un profesor debía ser un loco, ningún profesor bromearía con aquello, ninguno lo acusaría de algo así con tanta ligereza.

_ Estas demente.

_ Lo dice el adolescente con el pelo lila, delineador y correa de perro.

Milo saco su lengua mostrando el piercing negro que la atravesaba como una barra.

_ Andate a la mierda. –dijo justo antes de cruzar el umbral y dirigirse a su aula.




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