Parte VII

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Parte VII

Milo entro a la galería, siempre se había preguntado cómo serían los preparativos antes de una muestra y se sorprendió al encontrar caos, los meseros iban y venían con botellas de champagne, llevando cosas y arreglando las bandejas, había entremeses por todos lados, y algunos cuadros aun no estaban colgados. Milo llevaba su cabello en una cola alta, mechas de pelo lila caían por su espalda y entre sus hombros, sus ojos poseían menos maquillaje, pero aun así el delineado negro remarcaba aún más las lentitas turquesa de los mismos. Llevaba un sweater negro con tres botones en un hombro y unos pantalones de un material muy parecido a la cuerina ajustados, su atuendo era muy prolijo y formal, a excepción por los zapatos de vestir, de aspecto clásico en punta con cordón fino, solo que de un color violáceo entre lila y gris, los cuales combinaban perfectamente con su cabello.
Se acercó a un mesero que no dejaba de mirarlo y le pregunto dónde estaba Aiden. El mesero sonrojado le indico la puerta de servicio. El profesor debía estar fumando como siempre, Milo odiaba aquello, suspiro frustrado y camino hacia allí, le habían dado una identificación de staff así podía caminar libremente. Pasó por la cocina y salió a buscarlo.
Aiden estaba apoyado de espaldas contra la pared, una de sus piernas flexionadas, tenía el pie contra la misma, quedando inclinado. Milo se sonrojo al instante, parecía que el profesor finalmente se había bañado. Tenía unos zapatos de vestir negros, un jean del mismo color con un cinto de cuero con detalles en plata, la camisa y su sweater estaban algo arremangados, dejando la manga de la camisa a rayas algo expuesta y una corbata fina color negro, aquella ropa era arreglada pero sencilla, pero aquello no fue lo que lo impacto, sino como le quedaba, era ropa a medida, cada centímetro de su cuerpo estaba delineado por telas, entallado, podía notar al fin que Aiden poseía músculos, probablemente por las esculturas que hacía en ocasiones.
El profesor se quitó los Rayban negros y lo observo a Milo, sus ojos verdes resaltaron, casi destellando al ya no tener todo el cabello desprolijo por ellos sino peinado hacia atrás.

_ Era hora que llegaras, tuviste que ir a dar unas vueltas antes por la plaza poodle?

_ Estaba pensando que bien te veías, hasta que abriste la boca.

Aiden apago el cigarrillo contra la pared y se acercó a milo, sonrió de manera chueca al notar el color en sus mejillas, lo observo de arriba abajo y asintió un poco.

_ Podes tambien podes arreglarte bastante bien, quien lo diría.

_ Iba a decirte lo mismo. –contesto Milo con resentimiento.

_ Vamos niño hay mucho que hacer.

Camino dentro de la galería, Milo lo siguió por detrás, mordió su piercing algo nervioso, y distraído piso el cordón suelto de su zapato, se tambaleo un poco dando un tropezón hacia delante, hasta que una mano lo tomo de la cintura, Milo sintió el calor del otro cuerpo pegado al suyo y por primera vez, noto que tenía casi la misma altura que el profesor.

_ Torpe.

Se miraron a los ojos, el menor había apoyado la mano sobre el pecho del profesor y sentía sus latidos, lentos y calmados.

_ Si caes sobre una de mis pinturas, te hare pagármela.

Milo entrecerró los ojos mirándolo enfadado y torció los labios con enojo.

_ Espero tengan cambio de 10, por que dudo salgan siquiera eso.

Aiden lo soltó sonriendo, y se agacho frente a él, Milo sintió su propio corazón ir rápido y desbocado mientras el profesor ato sus cordones con cuidado.

_ Vamos, estamos retrasados. -Aiden se dio la media vuelta- por cierto, rico perfume.

Milo agradeció el otro estuviera de espaldas caminando frente suyo, o habría notado que su rostro estaba más rojo que uno de los tomates de la cocina.

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