Parte XII

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Aiden volvió a la terraza a los pocos minutos y lo encontró sentado, su perfecto aspecto no iba para nada con la posición en la que estaba, las largas piernas de Milo le daban un aspecto algo ridículo acurrucado de aquella manera en el suelo.

_ Volvamos al hotel pidamos servicio al cuarto tengo hambre. No queres un hueso para roer poodle? –Aiden sonrió- eso sonó mal.

Pero Milo apenas reacciono, Aiden se preguntaba a donde había ido todo su carácter. Camino hasta estar justo frente suyo y lo observo con algo de picardía.

_ Estas ensuciando tu ropa.

_ MIERDA!

Milo se levantó casi de un salto sacudiendo su pantalón, y en lo que pareció ser un segundo Aiden lo agarro de la espalda baja y lo tomo de la nuca con su otra mano, acerco sus cuerpos antes de que el menor reaccionara y unió sus labios. Pero el contacto apenas duro un instante, Milo apoyo las manos sobre su pecho y alejándolo le dio una cachetada.

_ Realmente reaccionaste como una princesa -dijo Aiden en un tono monótono- vámonos.

Milo se quedó observando el piso mientras sentía su mano escocer, se preguntó qué tan fuerte le había golpeado la mejilla al profesor. No supo de donde había salido eso, pero al sentir los labios del otro tan repentinamente entro en pánico y su cuerpo reacciono solo. Pero más que eso se preguntaba por qué Aiden lo había hecho, porque lo había besado.
Camino detrás del mayor lentamente, agradecido que no debían pasar por la galería para volver podrían ir por el sendero rumbo al hotel sin que nadie tuviera que ver lo que probablemente debía ser una mejilla muy roja e inflamada. Era el ex capitán del equipo de judo, y sabía que no había controlado su fuerza, sobre todo considerando lo mucho que le dolía la mano. Volvieron sin cruzar palabra, tomaron el ascensor en silencio y al llegar a su piso Aiden se detuvo frente a la puerta.

_ Buenas noches.

_ Eh.... –Milo lo agarró del brazo deteniéndolo- voy a buscar hielo... se va a inflamar sino....

_ Estoy bien Milo.

_ Voy a buscar hielo... ya vengo.

Soltó su brazo y fue hasta la hielera, Aiden abrió la puerta del cuarto y Milo temió que simplemente se encerrara pero para su sorpresa término dejándola abierta, agarro una cubeta y lleno la misma. Aprovechando que había un carrito cerca robo dos servilletas de tela, volvió a la habitación y cruzo la puerta cerrándola detrás de sí.
El profesor se encontraba sentado en el medio de la cama sujetando su mejilla golpeada, Milo no pudo evitar observarlo atentamente. Con su pantalón negro de vestir que le llegaba a los tobillos, zapatos blancos sin medias, y una camisa del mismo color ajustada a su cuerpo, los primeros botones se encontraban desabotonados, aun tenia puesto su sobretodo de traje largo escoses y su cabello en perfecto estado. Era simplemente hermoso pero Milo ahora solo podía sentir culpa.

_ Lo siento...

Dijo completamente sonrojado; por su aspecto, por el beso, por la vergüenza y por el arrepentimiento. Ya no sabía cuál era lo que más le estaba afectando. Se acercó a él poniéndose de cuclillas frente suyo, tomo su mano y la alejo de la mejilla. Le había dado un buen golpe, ya estaba algo hinchada y de un color entre el rojo y el violáceo.

_ Mierda, de verdad lo siento.

Metió unos hielos en la servilleta de tela y acercándolo al rostro de Aiden presiono despacio.

_ Mmmh...

_ Bueno tampoco seas tan quejoso.

Aiden lo miro realmente enfadado pareciendo dispuesto a devolverle el golpe, se quedaron en silencio unos minutos, hasta que aquella mirada se apaciguo. Aiden tomo aire terminando por suspirar, ladeando el rostro un poco más contra el frio de la servilleta.

_ Fue el primero?

_ Qué? – pregunto Milo sorprendido.

_ Tu primer beso.

_..................................................................Sí.

Aiden sonrió ligeramente y se removió quitándose el abrigo.

_ Entonces está bien princesa supongo que me lo merecía, arruine tus virginales labios.

_ A cuantas le dijiste eso?

Fue Aiden quien lo miro sorprendido ahora, aquella frase había tenido un desagradable doble sentido.

_ Niño no seas asqueroso.

El profesor rio un poco y se sujetó la mejilla con dolor, busco la mano de Milo y la apoyo bien contra su rostro junto con los hielos.

_ En treinta y tres años no espero que no hayas tocado una mujer, o un hombre. Pero pensé que no te iba la zoofilia.

_ Y yo pensé que tenía tu permiso para besarte.

Milo desvió la mirada sonrojado, no comprendía que había sucedido en todo aquel día o mejor dicho en toda la relación con el profesor. No sabía cuándo le había dado el permiso, o si lo había hecho. Aiden no solo era su primer beso, era su primer todo. Ahora que lo pensaba esta había sido su primera salida con alguien también. Termino por negar lentamente luciendo confundido, Aiden lo observo buscando sus ojos y estirándose en silencio... le paso el teléfono inalámbrico.

_ Llama a servicio al cuarto, tengo hambre niño.

La comida consistió básicamente en helado y todos los chocolates y chucherías que Milo podía ponerle. Aiden prendió la tele y se sentó a su lado en la cama, Milo se sentía nervioso reacomodando su posición sobre el colchón y las almohadas. Pero poco a poco el sueño lo estaba venciendo, se encontraba tan agotado mentalmente, había sido un día largo; la pelea con su hermano, el viaje, la fiesta y... el suceso, su primer beso, se sentía como una adolescente idiota de solo pensarlo así. Acomodo la cabeza contra la almohada y sintió como el pote del helado resbalaba de entre sus dedos, aunque antes de que cayera de los mismos sintió como la mano de Aiden se lo quitaba.

_ Milo tus lentes de contacto, si te dormis con ellas puestas te va a lastimar.

_ Mmm el estuche... en mis...cosas...

Dijo ya medio dormido, Aiden se incorporó dejando la servilleta mojada dentro de la hielera y camino cruzando al cuarto frente al pasillo. Tomo el estuche de la mesa de luz y volvió a la habitación, sacudiendo a Milo de la cintura lo despertó. Este se las quito casi de manera inconsciente y volvió a recostarse quedándose profundamente dormido. Aiden lo observo fijamente, con la guardia baja su largo cuerpo recostado de lado y aquel hermoso rostro.

_ Realmente no tenes ningún sentido del peligro poodle.

Milo parecía un cachorro confiado, Aiden se acercó un poco y desprendió despacio los botones de su ajustado chaleco, tomo una de las mantas de los pies de la cama y lo cubrió con la misma. Se recostó a su lado e intento continuar con la película, aunque luego de unos minutos el mismo cayó en un profundo sueño.

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