Parte VI

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Parte VI

Metió el block de dibujo en su mochila y salió corriendo del aula, doblo la esquina hacia la salida, debía detenerlo, debía preguntarle y no podía esperar al día siguiente. Lo vio caminando a pocos metros suyos y corrió lo más rápido que pudo, tomándolo del brazo antes de que saliera a la lluvia.

_ Vo...s... ... vo..s.....

Milo soltó su brazo y agacho la cabeza, apoyando las palmas sobre sus rodillas, respirando muy agitado.

_ Estas fuera de forma poodle.

_ Ca...lla...te...

_ Necesitas un pulmotor?

Movió el hombro dejando que su mochila cayera contra el suelo, la abrió de manera brusca y busco el block, sacándolo de ella busco donde estaba el dibujo, se incorporó, prácticamente pegando aquel cuaderno sobre la cara del profesor.

_ Aiden McLaren ... es tu firma o no!!?! O la falsificaste?!

_ Me viste dibujarlo niño.

_ Como... como puede ser!?

_ Nunca te contaron lo de cigüeña, el repollo, la semillita?

Milo lo miro terriblemente enfadado ante aquella burla, dejo el cuaderno de nuevo en su mochila y se acercó a él, paso ambas manos por su cabello, corriéndoselo del rostro, dejándolo tirante hacia atrás debajo de sus manos. Aquellos ojos, aquellos increíbles ojos verde esmeralda, ahora comprendía porque su estómago había reaccionado así, definitivamente era él. Se sonrojo y lo soltó con desgano.

_ Lo sabias?

_ Que cosa?

_ Quien te dijo que sabía dibujar? Fue Vito? Por eso no te presentaste.

El profesor retrocedió un poco, batió su cabello dejándolo de manera desordenada nuevamente, dio la media vuelta dirigiéndose hacia la salida, pero al ver la lluvia se detuvo.

_ No tengo porque revelar mis fuentes o por qué hago lo que hago.

Saco la caja de cigarrillos del bolsillo y la empujo con la palma para que saliera uno, lo tomo del filtro con sus labios y guardando la caja tomo del mismo bolsillo el encendedor para así prenderlo. Milo no podía creer que aquel fuera el hombre que admiro por más de diez años, desde que era muy pequeño le había atraído el arte y la pintura. Pero conocer a aquel hombre, había resultado una completa desilusión.

_ Supongo que es cierto lo que dicen: nunca conozcas a tus ídolos.

Milo acomodo las cosas en la mochila y camino pasando a su lado, Aiden no dijo palabra al respecto sobre su último comentario, lo siguió con la mirada, notando como el otro se metía bajo la lluvia torrencial con completa calma. Avanzo un paso, casi con el impulso de detenerlo, nunca le habían gustado las tormentas.

_ Milo, tene cuidado.

Milo se detuvo, observando hacia el cielo, mientras el agua corría su maquillaje, dejando hilos de gotas negras por sus mejillas, la trenza se desarmo lentamente, el cabello largo y lila cubría su espalda. Se veía simplemente hermoso.

_ Me gustan las tormentas. –dijo con extrema calma.

_ Voy a necesitar ayuda en mi próxima exposición en una galería.

Aiden había sentido la necesidad de invitarlo en aquel momento, Milo lo observo sorprendido, podía notarse la ilusión en sus ojos pero aun así dio vuelta el rostro.

_ No me interesa.

_ Te dije que tu orgullo no te va a llevar a ningún lado, tu hermano me mostro algunos de tus trabajos, tenes mucho talento.

Milo se dio la vuelta por completo, con los ojos turquesa muy abiertos, lo observo prácticamente indignado pero muy sonrojado, porque Vito había hecho eso? Porque se seguía inmiscuyendo en su vida cuando nadie lo llamaba, porque su hermano... quería ir a gritarle, pero sabía no podía hacerlo, no podría enfrentarlo. Y aun así, no podía quitar la alegría que aquello le producía, fuera como fuera el profesor, tenía un don, lo admiraba tanto, y estaba elogiando su trabajo. Suspiro casi refunfuñando y pateo un pequeño charco de agua.

_ Ok... de acuerdo, iré...

_ Tan sacrificado. –contesto el otro con un tono de burla.

_ Cállate.

_ Nos veremos entonces.

_ Y... es un profesor, eventualmente nos veríamos.

_ Adiós poodle.

Milo le saco la lengua, dándose la vuelta, caminando bajo la lluvia, Aiden observo fijamente como la figura se alejaba debajo del agua. Cuando le dijeron del trabajo de profesor se sintió como si hubiera perdido una mala apuesta, pero en aquel momento, observando cuan relajado caminaba el otro bajo la tormenta, sintió que las cosas podrían ser bastante interesantes.

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