Parte XIV

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Milo se removió en la cama sintiendo el cuerpo pesado y agotado, giro un poco y abrió los ojos tomándole un instante recordar donde se encontraba. Su vista sin las lentitas era borrosa, reconoció una forma frente suyo y retrocedió un poco sorprendido. Aiden se encontraba dormido a su lado, llevaba aun la ropa del día anterior y su cabello despeinado sobre la almohada. Milo acerco la mano lentamente y apoyo los dedos sobre sus labios. Movió la mano a su mejilla, ahora de un color amarronado y la toco suavemente, los ojos de Aiden se cerraron con más fuerza.

_ Milo... eso duele...

Murmuro abriendo los ojos y pestañeando unas veces acostumbrándose a la luz.

_ Lo siento.

_ Al fin veo tus ojos sin ese color artificial.

_ Son idénticos a los de mi hermano.

_ No lo son.

Aiden agarro la mano de Milo y acercándola a su boca beso su palma, mirando fijamente los ojos color miel.

_ Me agradan.

Milo se sonrojo levemente observando sus labios de manera fija, la parte en su mano donde le había besado ardía, casi quemaba, y por primera vez se preguntó cómo se sentirían esos labios sobre tu boca, lo había sacado tan rápido que no podía saberlo.

_ Bueno.... No veo una mierda sin los contactos...

_ Milo... voy a besarte.

_ Qué?!?!!?

_ Te aviso porque no quiero que vuelvas a golpearme.

Milo observo la forma borrosa de Aiden, su corazón se había acelerado de repente, sentía nervios como pocas veces había sentido, Milo nunca se había preguntado cómo sería besar a otra persona, nunca había sentido esa curiosidad, pero ahora teniendo a Aiden ahí pidiéndole permiso se sentía incapaz de rechazarlo.

_ O.... ok...

Aiden sonrió de manera chueca y se acercó más removiéndose en la cama, lo tomo de la cintura arrastrando el cuerpo de Milo por el colchón hasta posicionarlo por debajo, acomodándose arriba suyo pero manteniendo la distancia entre sus cuerpos.

_ Realmente tu cintura es diminuta.

_ Ca...cállate...

_ Relájate... tampoco puedo hacer mucho con la mandíbula como me la dejaste...

Paso la mano por la mejilla de Milo, dejando el codo sobre la almohada para mantener sus cuerpos alejados, subió con la mano por su cabello y tiro de unos invisibles removiéndolos. El rodete se deshizo, pero las trenzas cayeron alrededor.

_ Siempre me pregunte como te veías con el pelo suelto... me había olvidado de estas.

Milo sonrió ligeramente pero entrecerró los ojos volvió a verlo como siempre lo hacía, como si fuera un idiota. El plan de Aiden había funcionado, había logrado relajar a Milo un poco. Volvió a pasar la mano por la mejilla del otro, y bajo sus labios. Lo observo fijamente antes de cerrar los ojos, indicándole al otro que también lo hiciera. Rozo sus bocas lentamente y las presiono con suavidad, alejándola solo milímetros, le atrapo el labio superior entre los suyos. El cuerpo de Milo sufrió un escalofrió debajo del suyo.

_ Estas bien?

Milo asintió despacio.

_ Puedo seguir?

Inspiro con fuerza y asintió levemente. Aiden volvió a juntar sus labios, pero esta vez los movió lento, arrastrando consigo la boca de Milo en besos cortos, inclinando un poco el rostro rozo la punta de la lengua contra la boca del otro y sintió como su cuerpo se estremecía nuevamente. Lo agarro del mentón e impulso un poco hacia abajo, abriéndole apenas la boca introdujo su lengua en ella. Milo reacciono enseguida y lo tomo de la cintura, arrugando aún más la camisa blanca presionando la tela entre sus dedos.

_ Mnn mové tu lengua Milo... seguí a la mía...

Murmuro entre besos, presiono su boca contra la suya y empujo la lengua del otro, sintió la extraña sensación del aro cuadrado en ella, y como la piel de Milo se erizaba. Milo movió la lengua tímidamente, y al chocar con la otra la alejo. Aiden sonrió un poco, hacia tantos tantos años que no estaba con alguien que ni siquiera supiera besar. Alejo sus labios dándole besos pausados en la boca, y un último en la frente. Milo mantuvo los ojos cerrados con fuerza muy sonrojado, en especial por aquel último beso en su frente el cual se había sentido muy íntimo. Aiden continuo acariciando su mejilla y removiéndose se acostó a su lado.

_ Y que tal fue? Vas a golpearme?

_.... Creo que deberíamos habernos lavado los dientes antes....

Aiden comenzó a reír causando que ambos cuerpos temblaran por el movimiento y la cercanía.

_ No sos como nadie... que jamás haya conocido... Arg maldición... -Dio la media vuelta y se recostó panza arriba en la cama observando fijamente el techo- Anda a bañarte o algo.... O vas a golpearme cuando intente arrancarte la ropa...

Milo lo observo sorprendido con las mejillas encendidas por ese último comentario, se sentó en la cama y cerrando el puño golpeo su brazo al igual que había hecho con Sam en muchas ocasiones.

_ Pervertido... roba cunas... zoofilico.

Aiden lo tomo del cuello y empujándolo hacia él lo beso con fuerza, soltándolo de la misma forma.

_ Ándate, adiós, shuu.

_ No puedo irme... No puedo ver nada sin las lentitas....

_ Porque me metí con vos? Ni como perro lazarillo servís...

Aiden lo tomo de la mano y entrelazo los dedos, levantándose de la cama caminaron hasta la puerta de la habitación de Milo.

_ Llegaste, sana y salva princesa.

Milo intento patearlo pero no pudo calcular bien terminando por patear el aire.

_ Realmente sos más ciego que un topo, en dos horas salimos junta tus cosas poodle.

Aiden le abrió la puerta y le soltó la mano, Milo entro a la habitación cerró la puerta y tomo aire con fuerza agachándose, se sentía totalmente nervioso y fuera de sí. Aquel beso, jamás había sentido aquella electricidad, aquel sentimiento, sus labios ardían aun, los sentía en llamas. Sintió deseos de que el otro siguiera tocándolo y no quiso pensar más allá de eso, debía darse una ducha, debía calmarse, por primera vez tuvo que preocuparse en evitar que su cuerpo reaccionara de una manera notoria. Siempre había sido una persona asexuada, nunca le había atraído una mujer ni un hombre y tenía aquellos pensamientos extraños con su gemelo. Aquel deseo de cercanía que poseía con Vito no se comparaba a como Aiden lo había hecho sentir, Sam siempre le había tomado el pelo diciéndole que quizá era que no encontraba la persona indicada que lo "encendiera". Definitivamente odiaría pensar que Sam podría tener la razón. Que de todas las personas ese profesor fuera el indicado le hacía doler el estómago.

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