Parte VIII

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Habían organizado todo, y sin saber bien como, la galería estuvo a punto a la hora de abrir sus puertas. Los mozos estaban parados con las bandejas y circulaban con naturalidad entre la gente, las pinturas perfectamente colgadas, iluminadas como correspondía. Milo observo fascinado aquel mundo, la gente era extravagante, algunos muy arreglados, otros con un estilo único, por primera vez sentía que encajaba en algún lugar. Unas señoras se habían acercado a él preguntándole si era un modelo, o parte de la exhibición, Milo sonrió sorprendido y algo tímido, de acuerdo, no solo encajaba, sino que también resaltaba. No como en su vida diaria habitual, no como un bicho raro, un freaky, sino como algo más. Sonrió complacido, aceptando la copa de champagne que le daban sin darse cuenta, bebiendo de ella mientras hablaba de arte.
Aiden lo llamo a lo lejos con un gesto y Milo camino hacia él, despidiéndose de las señoras, no recordaba ser tan educado en años, pero el ambiente era tan agradable que le salía solo.

_ Milo –este sonrió un poco al escuchar que lo llamaba por su nombre- él es el dueño de la galería, le estaba contando de tus pinturas. Realmente tiene mucho talento, y tan solo diecisiete años.

_ Me encantaría ver su porfolio en algún momento.

Milo los miro sorprendido, no podía creer que aquello estaba pasando, lo observo a Aiden, quien le sonrió divertido ante su expresión.

_ Eh... ah sí claro. Muchas gracias.

Alguien llamo a Aiden a un lado, este sonrió y le dio una pequeña palmada en la espalda baja a milo alentándolo, Milo lo miro aún más sorprendido, nadie la había notado, pero él no sabía cómo reaccionar a aquello.

_ Los dejo para que hablen, ambos tiene el mismo aprecio sobre Caravaggio.

El profesor se alejó, dejando a Milo con el dueño de la galería, enseguida este se puso a hablarle preguntándole al respecto, queriendo indagar en la mente de una generación tan joven sobre su opinión sobre Caravaggio, y pronto sin darse cuenta, Milo se encontró rodeado de gente, compartiendo opiniones, armando discusiones sobre arte.
La noche paso más rápido de lo que hubiera deseado, pronto era hora de cerrar la galería y se sintió profundamente decepcionado. Tomo una copa más de champagne, sintiendo sus pies algo ligeros y su cabeza rara. Trato de pensar cuantas había tomado, pero no recordó el número.

_ Creo que bebiste suficiente. -Aiden tomo la copa de sus manos y la bebió de un trago- Champagne, los niños no deberían beber champagne.

_ Los adultos no deberían invitar a niños a lugares que lo sirvan y dejarlos sin supervisar.

El profesor tomo su bolso largo y paso la tira cruzada por su pecho, acomodándolo, agarro a Milo de un brazo y comenzó a caminar, saliendo de la galería.

_ Debía cuidarte? También debo cruzar la calle contigo de la mano y vigilar que no te acerques a un horno caliente? Que no aceptes caramelos de extraños?

_ Quizá debería, mi madre jamás lo hiso.

_Complejo de niño abandonado, porque no me sorprende?

_ Cállese.

Aiden lo miro levantando una ceja.

_ Debo emborracharte para que me trates de usted?

Milo sonrió, Aiden lo observo fijamente, aquella noche el niño rebelde y maleducado había desaparecido, lo había observado durante toda la velada, notando como se manejaba, como era el centro de atención, sus mejillas sonrojadas cuando alguien le daba un alago, y su sonrisa tímida. Aiden había quedado más fascinado con él, que con cualquiera de las pinturas de la galería.

_ Milo?

Lo tomo de la cintura deteniéndose frente a una banca, lo ayudo a sentarse. La noche estaba iluminada por una luna llena y unos cuantos faroles que alumbraban la plaza.

_ Dime, recuerdas algo de cuando estas en este estado?

_ Mmmmm no.

_ Los borrachos no mienten sabes...

_ Nada. No recuerdo nunca nada. No miento.

Milo hiso un pequeño puchero, sus ojos no podían enfocar bien, y su cuerpo se tambaleaba apenas inconscientemente, parecía que el alcohol le había pegado con el efecto un poco tardío. Aiden tomo un mechón de cabello y lo acomodo detrás de una de sus orejas.

_ Estabas muy lindo hoy.

Milo lo miró sorprendido y comenzó a reír, como Aiden jamás lo había visto, y se veía hermoso.

_ Va a coquetearme ahora?

El profesor apoyo una mano sobre la mejilla de Milo y acerco sus labios, Milo dejo de reír casi al instante.

_ No lo sé, quizá yo también tome de más.

Ambos se quedaron serios mirándose a los ojos en silencio, y al mismo instante ante toda aquella situación, comenzaron a reír con ganas. Permanecieron en aquella banca un rato, hasta que milo finalmente se durmió, Aiden lo cargo en su espalda, sujetándolo de las piernas. No podía creer lo mucho que en realidad pesaba, con lo delgado que era. Camino hasta la casa y golpeo la puerta, no sabía qué hora era pero asumió era muy tarde. Vito abrió la puerta, vistiendo un pantalón pijama y una remera vieja. Lo observo con seriedad, mirando a Milo a sus espaldas.

_ Cree que es apropiado devolver un estudiante en este estado?

_ Tu hermano ya está en edad de poder controlarse solo. No es mi culpa si no puede.

Vito tomo a Milo de la cintura y lo levanto en brazos, volviendo a la casa, prácticamente cerrandole la puerta en la cara al profesor.

_ tks.. gemelos idénticos... definitivamente. -Dijo el otro con despreocupación- al menos no me atendieron los padres... ufff

Vito subió las escaleras y lo recostó en su cama, le quito los zapatos y lo tapo con una manta. Lo observo fijamente, hacía mucho no lo veía tan arreglado, corrió un mechón de cabello de su mejilla, e inclinándose beso con suavidad sus labios.

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