Parte XV

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Milo se ducho y junto sus cosas, tenía ropa regada por toda la habitación y se preguntó cómo podía generar ese nivel de caos en tan solo una noche. Arrugo la ropa en la valija y comenzó a trenzarse el cabello pero a la mitad se detuvo. Lo soltó y dejo que cayera húmedo por su espalda. Término de vestirse poniéndose lo que él consideraba simple, borcegos, jeans negro ajustado y una camiseta de cuello amplio a rayas negras y blancas dejando ver un poco sus clavículas y por ultimo un sobretodo color suela. Fue hasta la habitación de Aiden y golpeo la puerta con timidez pero no estaba allí, imagino que estaría en el auto y bajo a su búsqueda.
Lo encontró frente al escarabajo descapotable, tenía un cigarrillo en sus labios, un jean Levi camiseta gris de tres botones y un sweater de cuello en V, su cabello continuaba todo despeinado hacia arriba, justo como se había levantado. Y aquella sensación que Milo tenía cada vez que lo veía fuera de su "ropa de profesor" volvió a recorrerlo. Aiden lo observo y sonrió de manera chueca como siempre lo hacía dejando los ojos clavados en su cabello por un segundo.

_ Podríamos... salir a caminar. –propuso Aiden apagando el cigarrillo.

_ Tenemos un viaje en auto de 4 horas y queres salir a caminar?

_ Justamente porque vamos a estar 4 horas sentados, además el día está lindo.

_ Esta por llover.

Aiden levanto la mirada, el cielo lucia despejado.

_ No hay una sola nube niño.

_ Va a llover.

Milo se acercó pasando a su lado y dejo la valija en el asiento trasero del auto mientras el profesor rodaba sus ojos verdes.

_ Podrías dejar de llevarme la contra.

_ No te llevo la contra solo tengo razón siempre.

Aiden dio la media vuelta y lo tomo de la cintura justo cuando el menor terminaba de cerrar la puerta, el rostro de Milo tomo color de inmediato pero apoyo las manos en su pecho para mantener un poco la distancia, causando que Aiden sonriera de lado.

_ Ayer no te lo dije... pero te queda muy bien la cara lavada, aunque es una pena que ahora no pueda ver el verdadero color de tus ojos.

Aiden inclino su rostro de costado acercándose para besarlo pero Milo apoyo la mano sobre los labios del otro deteniéndolo casi al instante.

_ Te di permiso que me dieras UN beso, no que me besaras cuando quisieras.

Aiden levanto las cejas y beso los dedos de Milo, el corazón de este comenzó a latir rápidamente sintiendo calor en la zona donde lo había besado. Milo no soportaría sentir que lo besara nuevamente, apenas había podido resistir a la mañana y salir de aquel estupor que le causaba la confusión que le hacía sentir.

_ Entonces no puedo hacerlo?

_ No.... No podes...

Aiden levanto los hombros alejando su rostro, soltó su cintura alejándose unos pasos como si no le importara.

_ De acuerdo, entonces no voy a hacerlo hasta que me ruegues.

Milo lo observo frunciendo las cejas, con una expresión casi indignada en su rostro.

_ Sabes que no voy a hacerlo.

_ Oh... eso lo veremos Poodle.

Aiden le puso el seguro al auto y comenzó a caminar por el sendero; Milo se cruzó de brazos apoyándose de costado sobre el capote. No pensaba ir con él, se quedaría a esperar que regresara pero al instante la alarma del auto comenzó a sonar y se alejó del mismo de un salto dando un grito. Aiden sacudió las llaves con el control de la alarma entre sus manos.

_ SOS UN FORRO SABES!

_ Dale Firulais!!! Ven aquí muchacho hay arbolitos para marcar! Ven ven!!!! Tk tk tk!!

Milo empujo los dedos en su apretado bolsillo delantero y saco de él una hebilla, dándole unas vueltas a su cabello armo un rodete rápido. Emprendió la caminata totalmente furioso, sobrepasando a Aiden por el sendero.

_ Te ataste el pelo? Merezco un castigo tan cruel?

_ Cállate!

_ No te enojes princesita.

_ Si esta es tu idea de cómo lograr que alguien te ruegue porque lo beses, sos más estúpido de lo que pensaba.

Milo camino sin decir nada frente a Aiden por el sendero, el mayor lo seguía prácticamente dejando que el otro tuviera su berrinche, observando como pateaba alguna piedrita por el camino y como lo miraba de reojo. A medida que pasaban los arboles el cielo fue nublándose, pasando de un celeste a un color gris oscuro se fue tapando el sol casi por completo en menos de media hora. Milo levanto el rostro al sentir pequeñas gotitas de agua deteniéndose.

_ Pensé que estabas bromeando...

_ Te dije que siempre tengo razón.

Milo dio la media vuelta y le saco la lengua de manera altanera, notando que Aiden lucia algo nervioso se detuvo y sonrió con malicia.

_ Te dan miedo las tormentas?

_ No me dan miedo, no me gustan.

_ A eso en mi barrio se le dice miedo.

_ En tu barrio?

Milo comenzó a cacarear despacio. Aiden se acercó y lo agarro de la cintura, tirando de ella lo giro y apoyo su espalda contra el árbol presionando sus cuerpos acomodo una pierna entre las de Milo.

_ No tengo tu permiso para besarte pero puedo hacerte otras cosas.

_ Yo.... puedo golpearte...

_ Estas temblando como una hoja.

_ No me pruebes...

Aiden lo observo en silencio, Milo lo miraba de manera casi desafiante, aunque podía sentir como su corazón galopaba y como sus mejillas comenzaban a tomar color, aun así el menor lucia como si fuera a golpearlo nuevamente. Aiden sonrió como siempre lo hacía, de aquella forma chueca y acaricio la mejilla de Milo suavemente sorprendiéndolo.

_ De verdad no puedo? –murmuro cerca de su boca.

_ No.... –Milo cerro los ojos girando el rostro a un costado - Porque no me estas tratando como lo haces siempre?

_ Y como lo hago siempre?

_ Como el orto.

Aiden le beso la mejilla y lo soltó, Milo se llevó la mano a su mejilla pero al notar que Aiden lo miraba se refregó la piel como si le hubiera desagradado. Aiden apoyo la espalda contra el tronco del árbol mientras algunas pequeñas gotas se filtraban entre las hojas.

_ Antes solo quería molestarte por que estaba aburrido pero ahora pretendo meterme en tus pantalones, tengo que tratarte mejor.

Milo apoyo la espalda junto a él extendiendo la mano a las gotas de lluvia.

_ Mis pantalones no te quedarían.

Aiden rio de una manera leve.

_ Claro, si apenas te quedan a vos.

Milo lo miro enfadado pero no refuto aquello, después de todo era verdad.

_ Pensé que ibas a sonrojarte con ese comentario, no entiendo cómo funciona tu timidez.

_ Me gusta ser un misterio.

_ Eso significa que ni vos lo sabes.

_ Cállate.

Aiden levanto la mirada, un trueno cruzo los cielos y encogió los hombros bajando la vista al instante. Milo lo observo de reojo y deslizo la mano por el tronco hasta encontrar la otra, apoyo su palma sobre la mano de Aiden, acomodando sus dedos con los del mayor, no había pasado con el comentario de "meterse en sus pantalones" pero al rozar sus dedos las mejillas de Milo tomaron un pequeño color.

_ Al dueño de la galería, le gustó mucho mi porfolio. –dijo para distraerlo.

Aiden abrió más los ojos sorprendido, Milo no se estaba riendo de él sino que parecía querer distraerlo, y hasta en cierto punto consolarlo, el mayor se relajó un poco y dio vuelta su mano, pegando la palma con la otra entrelazo los dedos sujetándolo.

_ Sabía que lo haría, tenes mucho talento Milo.

Milo sonrió ligeramente mientras el agua caía entre sus dedos, se quedaron un tiempo hasta que la tormenta paso, fue una lluvia fuerte pero rápida, bajaron el sendero rumbo al auto con cuidado de no resbalarse, tomados de la mano aun por aquella excusa.
El viaje de regreso fue tranquilo y relajado, Milo dormilo un poco mientras Aiden trataba de no distraerse en la necesidad que tenia de molestarlo mientras el otro dormía tan plácidamente. El profesor estaciono frente a su casa y lo observo de reojo, no solo lo estaba tratando distinto, se sentía distinto.

_ Llegamos.

El menor abrió los ojos y miro a los lados de manera somnolienta.

_ Mh... ok...

Milo abrió la puerta pero justo cuando apoyaba el pie sobre la acera Aiden lo agarro del brazo.

_ Milo, pídemelo.

Milo lo miro confundido y aun medio dormido, hasta que comprendió que le pedía y sonrojándose tiro de su brazo liberándolo.

_ No!

_ Ah... vas a ser más difícil de convencer de lo que pensaba.

_ Pensabas que con solo eso cedería?!

_ Tenía la esperanza.

_ Adiós!

_ Hasta mañana Poodle.

Milo bajo del auto dando un portazo, tomo la valija del asiento trasero y entro a la casa. Encontró todas las luces apagadas y agradeció su hermano no estaba esperándolo, no sentía deseos de verlo y sobretodo no sabía cómo iba a mirarlo a la cara. Volver a su casa implicaba volver a la realidad, donde estaba su gemelo, y donde había besado a su profesor dieciséis años mayor. Se arrojó a la cama y cerro sus ojos, necesitaba con urgencia dormir, su cabeza daba vueltas.

Twin SetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora