Le tomo bastante tiempo poder dormir a Isabela tuvo que leerle tres cuentos y termino por agotarse él mismo. Necesitaba una ducha con urgencia, aún seguía en gran parte cubierto por harina. El olor de las galletas llego a su nariz mientras deambulaba por el pasillo rumbo al baño, bajo las escaleras de la casa y entro al comedor. Su hermano, su tan confuso hermano estaba sacando una fuente con galletas frescas del horno. Se había quitado su uniforme reemplazándolo con ropa simple, un jean con las rodillas rotas y una remera que tenía el dibujo desgastado de tanto usarla. Milo se quedó de pie observándolo sin darse cuenta, apoyado contra el marco de la puerta del comedor. Sus movimientos, su cabello, cada mechón negro que caía de su oreja a su frente cuando se agachaba era perfecto. Odia compartir los mismos ojos, odiaba compartir el mismo rostro, cabello, altura, pero lo que más odiaba aun y sin lugar a dudas, era compartir la misma sangre.
Vito levanto la vista y sus ojos se encontraron, Milo miro a un lado tratando de lucir irritado.
_ Pensaba terminarlas después de bañarme
_ No sabes cocinar.
_ Tampoco es armar un cohete, son galletitas.
_ La última vez casi prendes fuego la casa, y solo eran tostadas.
_ Cállate Vito.
_ No deberías malcriarla tanto.
_ La crio más que nuestros padres.
Milo dio unos pasos entrando al comedor y sentándose a la mesa, podía ver a través de la barra desayunador como su hermano cocinaba del otro lado. Comenzó a jugar nervioso con el aro de su lengua, atrapándolo entre sus labios volviendo a meterlo en su boca.
_ Se va atorar en el otro aro un día.
_ Ya me paso.
Vito lo observo sorprendido y rio, Milo había olvidado lo bien que se escuchaba aquello.
_ Y que hiciste? –pregunto aun entre risas.
El otro levanto los hombros tratando de disimular lo que sentía, escucharlo reír le daba demasiada alegría y otros sentimientos a los cuales no quería darle atención.
_ Nada, sigo teniendo la cara intacta o no?
_ Seguís teniendo mi rostro sí.
Milo se puso por completo serio, sentándose más recto en la silla suspiro profundamente, allí estaba su mayor problema, y Vito lo decía con tanta ligereza. Comenzó a levantarse sintiéndose de repente algo sofocado en aquella cocina.
_ AH MIERDA!
Levanto la vista enseguida para ver como Vito se agarraba la mano, la puerta del horno estaba abierta y la bandeja a medio salir, corrió hacia él y lo tomo de la muñeca.
_ Te quemaste?!??!?!?!
El otro asintió con lágrimas en los ojos, prendió el agua fría y llevo la mano de su hermano bajo la misma.
_ Está muy roja... quizá deberíamos ir a la guardia.
_ Está bien... solo... hay una pomada... en el baño...
_ Deja la mano ahí ya vengo!
Soltó su muñeca y corrió hacia el baño principal que se encontraba en el piso de abajo, abrió el botiquín en busca de la pomada, sabía cuál era pero se encontraba tan desesperado que apenas podía leer las etiquetas. Respiro hondo y la encontró, volvió a la cocina acercándose a la mano de él la quito del agua.
_ Te están saliendo ampollas...
_ Me distraje y olvide la manopla.
_ Con que mierda te podes distraer tanto!?!?!!?
_ Te estabas yendo Milo.
_ Eh? –Milo levanto la vista, encontrándose nuevamente con los ojos miel de su gemelo justo frente suyo.
_ Te extraño, extraño reír con vos... que me cuides así... extraño que pasemos tiempo juntos.
El teléfono sonó en aquel momento, Milo se preguntó si era buena o mala suerte que continuaran interrumpiéndolos esa noche en los momentos justos. Se alejó de él y tomo el inalámbrico, reconociendo el número de inmediato. Apoyo el teléfono sobre la mano herida de Vito, el otro protesto de manera muy audible.
_ Puede cuidarte tu novia.
Milo dejo la pomada sobre la encimera y se alejó de él lo más rápido que pudo, encerrándose como siempre en su habitación.
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Twin Set
Teen FictionMilo no tiene un estilo definido, podría decirse que es una mezcla de todo un poco, podría decirse que simplemente quiere ser único, original, la gran ironía de su vida ya que cuenta con un ser que hasta tiene sus mismas huellas dactilares. Vito por...