Capitulo 10: "te necesito"

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Ahogo un grito al verlo, esta frente a la puerta casi sin poder mantenerse en pie, tiene el labio inferior un poco hinchado, le sangra la ceja izquierda y tiene un poco morado el pómulo.

¡Oh mi Dios!

-Po..¿Por qué estás así?-. Mi voz tiembla.

-No... No te interesa-. ¿Será gilipollas?, ¿toca mi puerta, me preocupa y dice que no me interesa? ¿Esta tonto o qué?

-Vale pues adiós-. Trato de cerrar la puerta pero pone su pie e impide que lo haga.

-Lu... Lucí ... Te necesito-. Suelta y mi corazón se detiene por unos microsegundos, ¿él en verdad dijo eso?

*Si idiota, lo dijo, ahora corre a sus brazos y créele*

Joder, donde está el botón "of" para esa voz.

-No digas idioteces y pasa, tengo que curar esas heridas-. Le abro paso, pero solo se queda hay-. vamos hombre, son solo unos golpes no te han roto las piernas-. Él solo me mira y entra-. Suspiro.

-Vale, ve siéntate, iré por algo para curarte-. Me dirijo hacia el baño de la habitación y recuerdo el botiquín, lo agarro y vuelvo con Dom, quien está sentado en el filo de mi cama, con la mirada perdida, me quedo observándolo y él parece notarlo, fija sus ojos en mí y es cuando reaccionó, me acerco a él y empiezo a curar el corte de la ceja, mientras yo estoy de rodillas entre sus piernas el está sentado en mi cama por lo que la altura es perfecta, a medida que voy limpiando las heridas, el silencio domina el lugar y una incomodidad terrible me consume al sentir su mirada en mi, pero es que este hombre, ¿a quien no intimidaría así?

-Termine, so... ¿Solo eran esos los golpes o... -. Digo susurrando, él solo asiente y levanta un poco su camisa.

¡Oh santo Dios!

Tiene un corte que aunque no es profundo, es largo y en sus costillas tiene algunos moretones, trago duro y empiezo a curar, rezando por qué el color no suba a mis mejillas, aunque creo ya es evidente, tengo a un Adonis sin camiseta exhibiendo un torso bien marcado y lleno de tatuajes, sigo curando y tras varios quejidos por parte de Dominic al fin he terminado.

Pero me siento hipnotizada tras las figuras que pintan con tinta su cuerpo, con mi dedo voy trazando un dibujo plasmado en la parte central de su abdomen de gimnasio, pero me detengo al fijarme que termina más abajo del ombligo, entonces tomo una gran bocanada de aire y me incorporo.

Debo admitir que me siento triunfante, al verlo tenía lo ojos cerrados y no ha hecho ningún comentario sobre el color de mis mejillas, eso es muy bueno-. Listo, ahora sí he terminado-. Afirmo.

-Gracias-. Dice mientras pone su camisa y toca su pómulo; hace una mueca de dolor.

-Debes de tomar algún antibiótico-. Sugiero y él me mira como buscando descubrir más.

-¿Cómo?, ¿Cómo es que sabes de esto?- . Me pregunta y recuerdo las veces que curaba a las chicas que Ben maltrataba, ¿que será de ellas?-. Dime, ¿cómo es que sabes de primeros auxilios?-. Insiste y me hace volver a la realidad.

-Eh-. Vamos, Lucí, inventa algo-. Hice... Un ... Hice un curso-. Suelto y al instante me reprendo por sonar tan nerviosa.

-Hmm, vale-. Dice, pero por su tono sé que no está convencido.

-Si, bueno, dime ¿cómo has terminado así?-. Digo refiriéndome a las heridas.

-Demasiadas preguntas, mejor duerme, es tarde-. Dice mientras camina con dirección hacia la puerta, yo me quedo perpleja viendo cómo se aleja-. Y Lucí... Gracias-. Finaliza antes de salir.

Al final él se ha ido, y los pensamientos en mi mente, esos se quedan atormentándome a cada segundo por saber si el "te necesito" de Dominic fue real o solo obra y gracia de las copas que evidentemente traía encima-. Suspiro-. Mejor me olvido de eso, al fin y al cabo no creo que esas palabras tengan sentido.

Narra Dominic.

Luego de regresar de aquel bar de mala muerte, entro a la casa en la que estamos, sin pensarlo me dirijo a la habitación de Lucí y toco a la puerta, segundos después abre y todo se detiene, pero la bonita sonrisa que tenía en el rostro se ha esfumado.

-Po...¿Por qué estás así?-. Dice asustada y recuerdo la pelea, valla, si esto le sorprende no debería de ver a los otros tres tipos con los que pelee, en fin, deben de tener claro que nadie se mete conmigo y mucho menos con ella, pero lo que ahora en realidad importa es cómo se enteraron que estoy aquí y de ella, como se enteraron de que Lucí viene conmigo y su interés repentino, eso sí es extraño.

-No te interesa-. Bien Dominic, la cagaste. ¡Otra vez!

-Vale pues adiós-. Trató de cerrar la puerta en mi cara pero puse el pie antes de que lo hiciera.

-Lucí te necesito-. hable de una vez, esto es lo que quería decirle, lo que necesitaba decirle y creo que las copas que cargo encima son las culpables de mi ataque de sinceridad.

-No digas idioteces y pasa, tengo que curar esas heridas-. Dice y me quedo callado, ¿no piensa decir nada más?, debo admitir que me encuentro un poco decepcionado pero no es para menos y, más con lo cabron que he sido con ella-. Vamos hombre, son solo unos golpes no te han roto las piernas-. La miro y asumo mi responsabilidad al ver lo fría que se comporta conmigo, sigo su orden y entro.

-Vale, ve siéntate, iré por algo para curarte-. Dice y se va, por un botiquín supongo, me quedo observando a un punto de la habitación y pienso en lo jodidamente idiota que he sido con ella, que es tan dulce-. Suspiro-. Al instante siento una mirada, la sigo con mis ojos y ella lo nota, camina hacia mí y empieza a curar las magulladuras de mi rostro, no evitó observarla, es hermosa, largas pestañas que cubren sus ojos azules, labios naturalmente rosados y rostro bien definido, tiene algunas pecas, casi no se notan pero si la observas bien si y eso en verdad la hace ver tierna.

-Termine, so... ¿Solo eran esos los golpes o...-. Dice en un susurro, asiento y le muestro mi abdomen, ella abre mucho los ojos y contengo una risita, me empieza a curar y algunas veces la piel de sus dedos impacta suavemente con la mía, puede que suene patético pero es una sensación muy placentera, un sensación que solo ella provoca, luego de unos instantes puedo ver que ha terminado de curar pero me sorprendo al ver como una de sus manos recorre uno de mis tatuajes y ahora cierro los ojos disfrutando del tacto, está por llegar a la parte baja de mi ombligo y se detiene creo que se ha dado cuenta de lo que hacía, abro un poco los ojos y la veo mirándome, no se ha dado cuenta que tenía entreabiertos los ojos por lo que su cara refleja alivio, se incorpora y da por terminada su ayuda.

Una vez más, me siento como un idiota, no sé qué hacer y esto nunca me pasa, le hago unas preguntas pero no me deja muy convencido, planeaba seguir hablando con ella pero me pregunto el por qué de mis heridas y en este momento, no me apetece hablar de eso, aún tengo que averiguar de por qué esos gilipollas saben de Lucí,  le doy las gracias y me retiro, me voy con dirección a mi habitación y sin más caigo rendido en un profundo sueño.

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