Diecinueve : Solo tú

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(Look de Leanne en multimedia)

Desperté cerca de las once, tenía un mensaje de Ignazio.

"Buenos días, enana. No puedo esperar"

Sonreí como una estúpida al leer aquello y rápidamente respondí.

"Hola, yo tampoco"

Me cambié el pijama y bajé las escaleras. Comí algo e hice algunas tareas pendientes. Media hora después, mamá llegó, seguramente había ido al supermercado o a atender algo del trabajo.

-¡Buenos días! Bueno... ya casi tardes, creo -sonrió y dejó un par de bolsas sobre el mesón de la cocina- ¿Cómo amaneces?

-Bien, ya desayuné e hice mis tareas... -hice una pausa-. Esta noche voy a salir, no volveré muy tarde...

Se volteó. -¿Ah, sí? ¿A dónde vas?

-Ignazio... me invitó a cenar.

Una enorme sonrisa surcó su rostro, y aunque trató de ocultarlo, era obvio que la idea le entusiasmaba.

-Mañana tienes clases temprano, mientras vuelvas antes de las diez, todo excelente.

-Está bien -sonreí. -Gracias.

El resto del día pasó lento y tranquilo. Pasé casi toda la tarde viendo televisión o fantaseando con lo que ocurriría.

Aún me parecía increíble, una cita. ¡Una cita!

Eso significaba que yo también le gustaba, ¿O no?

Estaba ansiosa y un poco nerviosa, no había dejado de fantasear e imaginar todo lo que podría o no ocurrir. Estaba ilusipnada. Era sorprendente, siempre había pensado que no me enamoraría, no así, tampoco tan rápido. Pero me había ocurrido y de una increíble manera, era nueva en todo esto, y sin embargo, no tenía miedo, más bien, estaba ansiosa, no podía esperar a que fuesen las ocho para ver esa sonrisa de nuevo.

Luego de bañarme y peinarme, escudriñé mi closet en busca de algo lindo que usar. Luego de casi media hora de indecisión, terminé escogiendo uno de los vestidos que había comprado hacía poco, me lo puse y sonreí, realmente era precioso, y por primera vez en mucho tiempo, me sentí hermosa.

Busqué unos tacones no muy altos que tenía y que solo dejaba para ocasiones especiales. Estaba segura de que mamá pegaría el grito al cielo cuando los viese, ya que seguramente los había usado dos veces en dos años, pero hoy, me parecía perfectos.

Me maquillé sencilla con tonos acordes al vestido y me dejé el cabello suelto, busqué unos pocos accesorios discretos, un bolso y una chaqueta. Me miré una última vez en el espejo.

¿Esa era yo?

¡Increíble!

Sonreí y salí de la habitación.

Mamá se puso a dar brinquitos cuando me vio -¡Hija! ¡Estás hermosa! ¡No puedo creer que te pusiste esos zapatos! -sonreí avergonzada. Su mirada cambió y su ceja se alzó. -Estás más enamorada de lo que creí.

-Mamá...

-Nada. No te preocupes, sabes que tienes mi aprobación total -sonrió ampliamente- ¡Lo dejarás babeando! -se acercó y me abrazó, al alejarse, una pequeña lágrima rodó por su mejilla. -Mi bebé está creciendo -sonrió.

-Mamá, no llores...

-No, no lloraré -se limpió- Estoy bien. -En ese momento tocaron la puerta -¡Ya llegó! ¡Anda, anda!

Me encaminé hacia la puerta un tanto nerviosa. Tomé aire y abrí.

Ignazio me miró de pies a cabeza, sin decir nada, finalmente se detuvo en mis ojos y sonrió.

Paura D'Amare [Ignazio Boschetto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora