Ideas de Porcelana

Habitación 202

- Hemos logrado detener el sangrado, se ha golpeado muy fuerte, es probable que algunos moretones se formen al rededor, es increíble la cantidad de sangre que ha perdido... ¿ha considerado en hacerle exámenes? No es normal - el doctor advertía tras la cortina a mi madre, sólo podía ver sus siluetas, aun estaba aturdida, tenía un aparato al rededor de mi nariz y vendas en las piernas, me sentía en exceso fatigada, el aparatito que marcaba mis latidos vacilaba una y otra vez.

- ¿Cree que pueda tener algún problema en la sangre? - protestó mamá preocupada - haga lo que considere necesario, lleva años así, necesitamos una repuesta.

- Bien, la dejaré otra noche, se harán todos los procedimientos necesarios, su hija estará bien, aun es joven, le queda una vida por delante - por alguna razón supe que mentía, sin embargo estaba tan mareada que sólo me dejé llevar por el sueño de nuevo.

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Las gotas de lluvia golpeaban fuerte con la ventana, era otro moretón, pero de dónde rayos salían, mis piernas estaban completamente moradas como si hubiese sido golpeada en múltiples ocasiones, dolían además de todo, en la mesita de al lado estaban amontonadas las bandejas del almuerzo y la cena, mi estómago se negaba a comer, esperar por los resultados e irme.

La enfermera hizo la ultima ronda de la noche y me abrigó con sabanas limpias, retiró las bandejas mientras me regañaba por no comer y cerró la puerta tras ella, la oí desaparecer por el pasillo...

Mi boca tenía un gusto extraño, metal...

- ¡Enfermera! - grité ahogada, mis encías estaban sangrando, de nuevo, apreté un botón verde junto a la camilla - ¡Enfermera! - escupí lejos de mí, me asfixiaba, tenía el aparato en la nariz y ahora mi boca también estaba siendo impedida - ¡Sangre, rápido! - fue todo lo que pude decir a la señora gorda que entró, al cabo de unos segundos perdí el conocimiento.