Los colmillos

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Sesshomaru se levanto de la silla con movimientos muy elegantes se giro hacia la puerta para irse a pensar que ya su orgullo se había disipado con las palabras que acababa de decir, aunque siendo sincero consigo mismo no le importaba, no se arrepentía de nada de lo que acaba de salir de sus labio porque su humana, su Rin le había hecho cambiar de idea completamente sobre su orgullo inútil lo hizo sin que él se diera cuenta descongelando su corazón poco a poco sin haberlo podido prever cuando de repente, escucho la voz fuerte e imponente de su padre hablarle cosa que hizo que se girara y lo mirara a los ojos para saber que quería.

-Sesshomaru ¿Tienes algo que proteger?-dijo Inu no Taisho mirando expectante a su hijo mayor.

Este se giro confundido esa había sido la última conversación que había tenido con su padre antes de que este callera salvando a Izayoi y a su hermano Inuyasha a que había venido esa pregunta en ese momento era eso que lo quería humillar por todo lo que había dicho dos minutos antes, no había sido suficiente con todas aquellas palabras que todavía pretendía humillarlo mas.

-¿Por qué lo preguntas padre?

-Respóndeme hijo ¿Tienes algo que proteger?-le dijo su padre mirándole directamente a los ojos.

Sesshomaru miro a todos los que estaban allí reunidos y mirando hacia donde se debían de encontrar los seis niños tres de ellos sus sobrinos sin duda pertenecían a su vida y daría la vida por todos ellos si fuese necesario, el mismo se estaba sorprendiendo de ese pensamiento pero él había cambiado había aprendido a respetarlos y quererlos a cada uno, a su manera pero los quería y respetaba, aunque ahora empezara a cambiar pero seguía manteniendo un poco de su antiguo carácter y con frialdad pero muy seguro de lo que iba a responder le dijo.

-Si padre ustedes sois mi familia y con mi vida os protegería de eso puedes estar seguro.-decia un Sesshomaru pensando que su orgullo había desaparecido al completo para con ellos.

Todos estaban sorprendidos con el comportamiento del gran yokai Sesshomaru. Inu no Taisho el padre de esos dos grandes yokais sonrió y miro a Inuyasha, ahora dirigiendo su voz hacia él su hijo menor.

-Y tu hijo ¿Tienes a alguien a quien proteger?.

Este contesto sin ninguna duda mirando hacia él.

-Si padre.

Entonces los dos hermanos sintieron como las dos espadas que portaban se batían sin poder controlarlas cuando se desenvainaron y salieron volando por encima de las cabezas de todos llegando al centro de todos los allí presentes y empezaron a iluminarse.

-¿Qué está pasando?-dijeron los dos hermanos al unisonó.

-Lo que debería de haber pasado desde siempre pero vuestro orgullo y terquedad nunca lo permitieron que esto pasara.

Cuando el anciano Totosai como por arte de magia aparece y entra por la ventana abierta sobre el animal que le lleva a todos sitios, se queda observando el gran espectáculo con admiración, llevaba siglos esperándolo y por fin se cumpliría para lo que fueron forjadas esas espadas desde un principio.

Una luz blanca cegadora cubrió toda la estancia haciendo que todos los allí presentes tuvieran que cerrar los ojos, y de repente escucharon un golpe estruendoso, cuando la luz se fue y pudieron abrir los ojos pudieron ver con claridad que había encima de la gran mesa de comedor, se podían apreciar cuatro espadas dos en la parte de Inuyasha y dos en la parte de Sesshomaru, lo más sorprendente es que Sesshomaru veía delante suya un Colmillo de acero y un Colmillo celestial al igual que delante de Inuyasha ¿Qué estaba pasando?, estas estaban metidas en sus fundas pero había dos colmillos de acero y dos colmillos celestiales ¿Cómo podía ser?, todos miraban a los hermanos y a las espadas sin entender que acababa de pasar cuando Inu no Taisho lo explico dejándolos a todos asombrados.

-Estas espadas nunca llegaron a su máximo poder porque yo las selle.

-¿Qué quieres decir?-dijo Sesshomaru confundido.

-Cuando mande que Totosai hiciera estas espadas ya Izayoi estaba embarazada yo les quería dejar espadas poderosas a mis dos hijos así que encargue que me forjara cuatro espadas que fueran exactamente iguales 2 con el mismo poder y las otras dos con el mismo poder y que estas salieran de uno de mis colmillos, que estas fueran más poderosas que colmillo nublado pero no tan peligrosas como esta, entonces le indique que sellara con un sello las dos iguales para que se convirtieran en dos cuando fui a recogerlas me dio dos como las que yo le había pedido una colmillo de acero y la otra colmillo celestial las dos con grandiosos poderes pero Totosai me pregunto con qué fin las tenía que sellar.-Dijo Inu no Taisho muy serio contando el nacimiento de los colmillos.

-Entonces el señor comandante me pidió que los sellara con el fin de que cuando sus hijos se quisieran y al formular la pregunta ¿Tienes a alguien que proteger? Y ellos respondieran afirmativamente de corazón y queriendo defender tanto humanos como yokais como hanyous el sello se rompería y las verdaderas espadas saldrían teniendo así dos cada uno.

Todos miraban a Totosai sorprendidos sin poder abrir la boca, aunque Sesshomaru y Inuyasha con un poco de odio al no haberles dicho nada antes miraban a Totosai con ganas de matarlo.

-¿Tienes lo mío Totosai?

-Claro que si mi señor pero dígale a esos dos hijos suyos que no me miren así al fin y al cabo yo solo hice lo que usted me ordeno.- dijo este lanzándole a Inu no Taisho dos espadas iguales a la de sus hijos y mirando con miedo a los dos yokais.

-Pero entonces ahora ¿Qué posemos los 3 dos espadas iguales?-dijo Inuyasha cada vez más confundido mirando detenidamente lo que Totosai acababa de entregar a su padre.

-Exacto Inuyasha pero con una sola diferencia los ataques principales de nuestras espadas serán solo nuestros no los tendremos iguales excepto los que poseen las tres espadas en común los demás ataques se desarrollaran con el poder que cada uno tiene, ataques personales ahí será el desarrollo y la distinción de cada una de ellas.

-Padre entonces nuestras espadas poseerán poderes que nosotros mismos poseemos duplicándolos.

-Exacto hijo ahora poseemos dos espadas igual de poderosas pero con poderes distintos pero iguales cada uno de nosotros tres.

-Entonces todos los poderes que consegui de mi espada también los poseeis ustedes...-decia incrédulo y triste.

-Exacto.-le contesto su padre riéndose por la cara que ponía su hijo menor.

-Pues no me parece justo, me costo mucho trabajo y tiempo conseguir todos los ataques, controlarlos y hacerlos fuertes para que ustedes los recibáis sin esfuerzo.-decia Inuyasha cabreado.

-Ya Inuyasha ¡SIENTATE! ¿Dónde esta tu madurez? Esas espadas eran de tu padre y os las dio a ti y a Sesshomaru y cuando regreso no las reclamo y ahora tu reclamas los ataques de las espadas, por Kami que le enseñaras a nuestros hijos si tu actitud es la de unos de ellos.-dijo Kagome a una velocidad que ninguno supo como pudo y todos miraban hacia Inuyasha que veía a Kagome con la cabeza gacha su padre se apiado de el y lo ayudo a salir de ese aprieto.

-Vamos.

Los dos hermanos y padre se miraron con una sonrisa que no traía nada bueno y antes que alguien allí presente pudiera haber dicho o hecho algo al respecto para evitarlo estos salieron volando hacia la ventana saliendo por esta, aterrizando en el jardín de una manera elegante como solo aquellos yokais sabían hacer cuando desenfundando sus espadas los tres yokais unidos por lazos de sangre y ahora del corazón aunque a dos de ellos les hubiera costado reconocerlo, empezaron a luchar entre ellos, desde fuera se veía como una danza entre tres demonios que se divertían de lo lindo, y todos los demás los veían por la ventana con asombro pero a la vez contentos y con una sonrisa dibujada en sus caras ya que por fin eran una familia lo sentían en lo mas hondo de sus corazones por fin tendrían todos una familia unida y grande.

-No me lo puedo creer me dejaron con la palabra en la boca.-dijo Kagome un poco indignada.

-No te preocupes cuñada tendras toda la eternidad para echarle todas las broncas del mundo pero ahora dejales disfrutar, nunca pensé ni imagine que presenciaría esto.-Rin lo dijo mas para si que para los demás pero con una sonrisa que iluminaba su cara.

-Llevas mucha razón Rin, tendre toda la eternidad para regañarle.-finalizo Kagome sonriendo.

Kohaku, Miroku, Shippo habían salido tras los yokais a pelear las mujeres los observaban con atención hasta que ellas también decidieron participar en el juego de los hombres.

La Gran ProfeciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora