La gran sorpresa

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Cada día se levantaban al despuntar el día y tras desayunar se iban todos a entrenar al patio trasero del palacio del oeste el sitio adjudicado para ese menester, esto lo hacían hasta el medio día que hacían un descanso para almorzar aunque después volvían a luchar ya su rutina desde hace cerca de seis meses; los días pasaban rápido semanas incluso meses los niños crecían a mucha velocidad al igual que la fuerza, entrenaban sin ningún descanso sorprendiendo a todo el mundo la fuerzas de aquellas mujeres no tenían limite ni su resistencia cada día se convertían en mas que guerreras yokais no se veían en ellas ni un ápice de las humanas inocentes que habían sido no hace mucho pero los humanos no se quedaban atrás ya que habían mejorado y tenian una fuerza que podía superar a demonios menores.

Las peleas entre Kagome y Inuyasha seguían existiendo al ser yokais puros sus caracteres se intensificaban aunque ahora sus peleas no eran tan seguidas como en el pasado pero si más intensas cuando estos se peleaban mas valía quitarse de en medio y esperar a que guardaran el hacha de guerra porque todos salían perjudicados, tenían tres cachorros preciosos los cuales habían heredado los poderes espirituales de su poderosa madre dejándolos a todos asombrados con los poderes de la madre y sus hijos y lo más curioso el conjuro de ¨siéntate¨ que le puso la anciana Kaede a Inuyasha ya hace algún tiempo también podían formularlo sus hijos algo que les resulto increíble de creer pero así era, además de haber heredado la mirada fría de su tío Sesshomaru que hacía temblar hasta la tierra. Entre Miroku y Sango todo siguió igual que desde que se habían casado el único problema se quería librar en demasiados momentos de los niños gracias a Kami que tenia la ayuda de las yokais que cuidaban de los niños, entre Kohaku Shippo Jaken y Kirara habían conseguido tener una gran compenetración solo con mirarse sabían el ataque que lanzarían y quien actuaria además de Shippo y Kohaku que estaban enamorándose de dos yokais que trabajan en el palacio se escapaban cada vez que podían para habla con las dos muchachas, curiosamente estas eran gemelas además de yokais gatas con un gran carácter que les tenian locos a los dos muchachos. Inu no Taisho y Izayoi se veían muy bien habían conseguido lo que no habían podido conseguir hacia ya dos siglos atrás estar juntos como compañeros de vida además de estar con sus hijos y ser felices, y sus hijos si ya que Izayoi consideraba a Sesshomaru como otro de sus hijos cosa que de vez en cuando hacía que Inuyasha se enfadara celoso de su hermano y mucho, mientras que Sesshomaru seguía manteniendo su mirada fría y penetrante esa misma que sus sobrinos habían heredado no era el mismo yokai lo habían cambiado repentinamente una chica humana que ya no lo era le había arrebatado el corazón haciéndole así que sonriera más a menudo y que fuera feliz con todas las especies en su palacio o como decía él con orgullo ¨nuestro palacio¨ de su familia por fin unida. Totosai y la pulga Myoga iban muy a menudo al palacio a ayudarles con sus entrenamientos y técnicas.

Pero al caer la noche todos entraban en sus habitaciones y los amantes se perdían unos en brazos de otros después del cansado día lo que más deseaban era profesarse amor de la mejor manera que todos conocían entregándose a sus amados.

-Sesshomaru...

-Grrr -contesto el aludido como acostumbraba a hacer.

-Si no me hubiera convertido en yokai ¿Tú hubieras estado conmigo?

Este no podía creer lo que esa bella mujer, su mujer le estaba preguntando, esa mujer que estaba acostada a su lado con sus ojos color chocolate y su pelo negro como el carbón con su tez blanca y dos rayas azules en sus mejillas esa bella mujer que le había descongelado el corazón aun siendo humana y se lo había robado por completo al convertirse en yokai ¿Cómo se lo podía explicar? ¿Cómo decirle a su niña lo que sentía por ella?

-Rin ¿Por qué me haces esa pregunta?

-Por que antes de que pasara todo esto tú no te acercaste a mí de esa manera y además yo era una inútil humana.- dijo esta apenada y dolida con las palabras que acababa de decir ya que ella misma se las creía este le puso un dedo encima de su labio y le dijo con un tono dulce y cariñoso que solo utilizaba con su amor, con su Rin.

-Nunca pienses eso tu nunca has sido inútil ni antes ni ahora nunca ¿me oyes?- cuando vio que su mujer asentía con una tímida sonrisa.-Yo llevo años amándote como mi mujer.

-Sesshomaru...

Este no dejo que terminara se abalanzo había sus labios y comenzó a besarlos con premura con pasión y ardor con miedo a perderla.

-Te amo Rin, eres mía, mi mujer.- Siguió demostrándole su amor besando su cuello bajando por sus pechos parándose en ellos para darles atención volvió a subir a su boca.-Eres mia, solo mia.- repetía como si se lo tuviese que grabar a Rin para que no dudara, esta no se quedaba quieta subía sus brazos por el pecho de aquel joven demonio, de su amado el que le había robado el sueño muchas noches desde que cumplió los 14 años tocada cada punto de la parte superior, sus abdominales bien definidos los bíceps fuertes y marcados se estaba deleitando con lo que tocaba cuando este con un rápido movimiento la puso arriba de el sentada a horcajadas, con mayor facilidad rompió la parte inferior de la vestimenta de este con un movimiento de sus garras cuando este vuelve a tomar el control pero esta vez después de haberse deshecho de toda su ropa no duda en bajar su mano al lugar más sensible de su cuerpo y empieza a masajear lo que allí se encuentra, esta ya descontrolada por lo que le hacía sentir su amor gemía sin control hasta que él le llevo al cielo cuando sin previo aviso este se interno en el cuerpo de la joven haciendo que soltara un chillido de placer que a él le hizo excitarse de sobremanera empezando con embestidas lentas en un principio y susurrándole al oído sin parar.-Eres mia pequeña.-las embestidas seguían lentas y poco a poco se iban incrementando con la necesidad de estos, cuando Sesshomaru sintió que estaba llegando al cielo, al clímax con su esposa abrió su boca y mordió en la marca que se encontraba en su cuello de nuevo y fue entonces cuando los dos llegar al clímax exhaustos este salió de ella se acostó en el futon pero no antes sin cogerla a ella y ponerla encima de su cuerpo fibroso para abrazarla y peinarle el pelo con sus garras cosa que le encantaba porque le hacía cosquillas y hacia que se quedara dormida en minutos.

-Sesshomaru...

-Grrr...

-Te amo.

-Yo también mi niña.

Cuando los dos cayeron rendidos ante el sueño y a solo dos pasos de esa habitación se encontraban dos amantes abrazados muy amorosamente.

-Mi señor...

-Dime mi señora...- dijo este con una gran sonrisa.

-Todo ¿Va a ir bien?

Este la miro directamente aquellos ojos color gris perla llevo su mano hasta la mejilla de esta y la acaricio con delicadeza y cuidado de no arañarle con sus garras.

-De eso puedes estar segura mujer que no va a pasar nada todo va a salir a la perfección somos fuertes y estamos unidos.- dijo este sonriéndole para tranquilizarla.-Bueno mi princesa Izayoi vamos a dormir que tengo que entrenar con mis hijos al despuntar el día para mejorar los ataques de Tessaiga y Tenseiga o prefieres ¿Hacer otra cosa?- dijo este con mirada y sonrisa picara que hacían que Izayoi de tan solo mirarlo se derritiera. Cuando escucharon un horripilante grito que venía de una mujer se levantaron y salieron a mitad del pasillo se encontraron con Rin, Sesshomaru, Miroku y Sango pero... Inuyasha y Kagome no se encontraban ¿Dónde? Salieron corriendo a la habitación de estos y estaba el gran yokai en la cama inconsciente y Kagome no estaba todos se acercaron cuando Sango y Izayoi se miraron y chillaron las dos al mismo tiempo con el miedo establecido por todo su ser.

-Los niños, los niños...

-¿Dónde están?

Los dos yokais y el monje salieron escopetados a buscar a los niños a la habitación cuando llegaron se quedaron en shock con la imagen que estaban viendo no se lo podían creer que había pasado.

La Gran ProfeciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora