El comienzo (parte 2)

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-¿Pero bueno que tenemos aquí?-dijo Bankotsu con una sonrisa detestable.

-Tienes aquí tu declaración de muerte.-dijo Sesshomaru que estiro su dedo índice de una manera fría y elegante, mostrando aquella sonrisa que a Jaken tanto miedo le daba era esa sonrisa que demostraba su disfrute en la batalla, y ademas con unos ojos fríos como el hielo que conjuntaban a la perfección con su sonrisa malévola sacando así su látigo venenoso hiriéndole en un brazo del que había hablado sin que este hubiera podido reaccionar para defenderse.

-No tan deprisa estúpido.- dijo Takemaru con una sonrisa de superioridad, todos estaban enzarzados en una guerra a pocos segundos de que dijera esto, como poco peligrosa los inuyokais se veían poderosos y terroríficos luchaban sin ninguna dificultad con movimientos gráciles y elegantes, añadiéndole la rapidez de la luz que todos poseían, los humanos combatían a la perfección superaban las expectativas de todos sus enemigos ya que al fin y al cabo eran humanos pero como una vez había dicho Inuyasha ¨Los humanos son egoístas y cuando tienen algo que proteger nada podía pararlos y sus fuerzas se multiplicaban al igual que su resistencia¨ no tardaron mucho en aparecer Ryokotsusei y Naraku a la pelea pero a todos les llamo la atención que Tsubaki no apareciera y ¿Yumiko? ¿Dónde estaba?

-¿Dónde está Naraku?-hizo una pequeña pausa para continuar con un odio que no conocía en su ser.-¿Dónde está mi hija?-termino diciendo Kagome a Naraku con una mirada tan fría como su cuñado que nunca llego a imaginar que mostraría ante nadie.

-¿Por qué no lo averiguas tu misma sacerdotisa?-respondió con aires de superioridad.

Cosa que la distrajo y si no hubiera sido por la voz de Inuyasha chillando su nombre probablemente hubiera salido herida, por suerte era una Inuyokai que llevaba once meses entrenando y luchando para prepararse para la llegada de ese día.

-Cuando llegues estará muerta no te preocupes tu linda hija no respirara cuando lleguéis y esta vez la tenseiga de Sesshomaru no os ayudara.-dijo este con desdén.

Kagome lo miraba con desprecio ahí estaba en que en el pasado le había costado tanto trabajo eliminar con sus compañeros, aquel que tanto daño les había hecho a todos, aquel que se había querido apoderar de la perla de shikon sin importarle nada ni nadie y que se había reído una y otra vez de cada lazo de amistad o amor que había entre ellos la furia y la ira subieron a los ojos de la yokai que se tornaban de rojo soltando un destellos de luz morado que hacia detectar su poder yokai unido con el de sacerdotisa su poder estaba desatado y nadie lo podría parar.

-Naraku, la diferencia entre tú y yo es simple, y simplemente la detestas, me tienes miedo a mí y a todos los aquí presentes.-dijo esta con una sonrisa triunfal muy segura de sus palabras.

Naraku reía con descontrol que decía aquella estúpida.

-Sí, y ¿Qué diferencia hay niña? Y... ¿Miedo?-volvió a reír a carcajadas frías y de odio.

-Si hay una diferencia grande que es por la que tu nos odias a los aquí presentes.-dijo esta sin dejar de luchar.-la diferencia entre nosotros y tu es esa, simplemente tú no sabes lo que es la amista ni el amor y tampoco sabes lo que es luchar por alguien ahí es donde tu error comienza porque la diferencia entre nosotros y por la que nunca nos podréis ganar es que soy seres solos y sin compañerismos no unís vuestras fuerzas cada uno ataca cuando quiere y como quiere sin pensar en el de al lado, eso Naraku te falta a ti y nosotros lo tenemos y por eso y solo por eso nos tienes miedo y te derrotamos la última vez hace siete años y por eso te hemos vuelto a derrotar.-dijo Kagome clavándole su espada en el corazón con movimientos directos y extremadamente elegantes además de rápidos del pecho de aquel que había sido atravesado por la espada de la Inuyokai, viendo como de la espada que estaba enterrada dentro del cuerpo de este resplandecía la hoja morada cuando esta saco su arma del pecho de aquel despreciable y en su cuerpo se hacía cenizas no dejando ningún rastro de que allí hace apenas dos minutos hubiera alguien luchando.

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