Madrugada.

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Otra vez de madrugada y es desesperante como tu imagen se cuela nuevamente en mi cabeza. Nunca creí ser de esas personas que se aferran a los recuerdos, a las sonrisas, a las miradas... Pensé que era lo suficientemente inteligente para no depender de nadie, pero toda esa decisión se esfuma cuando estoy haciendo cualquier cosa, a cualquier hora del día y tengo ganas de que me acompañes, o cuando pienso en algo gracioso y te imagino riendo a mi lado porque es totalmente estúpido.
Es tanta la tortura que ni siquiera puedo olvidarte cuando hago algo diferente, cuando me arriesgo, cuando intento vivir. Pareciera que cada lugar que conozco me grita tu nombre, pareciera que es ahí donde vives porque es ahí donde quiero que estés, donde necesito que estés, y de verdad no me importaría encontrarte en esos lugares, en esos momentos y verte de la mano de ella, no me importaría porque te necesito a ti, a tus ojos que me dijeron alguna vez que yo existía, que yo podía ser mirada, que yo podía sonreír, que yo podía merecer el tiempo de alguien más para reír, que yo no era ese monstruo que pensaba, que yo valía un poco más de lo que sentía. No me importaría verte con ella porque sólo necesito que me mires una vez, quizás la última, para saber que existo, para recordar que puedo ser mirada, que puedo sonreír, que merezco el tiempo de alguien más para reír , que yo no soy un monstruo, y que valgo mas de lo que siento.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora