Capítulo 6.

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Estaba sentada esperando al chico que me odiaba, pero no venía.

Al parecer ese chico era de la universidad que se encontraba a media hora de aquí, había sido expulsado recientemente de ella, pero seguía formando equipo con la de allá, eso generaba odio, ya que, al fin y al cabo, nuestras universidades competían y a fin de cuentas sólo uno de esos dos equipos triunfaría profesionalmente en el mundo del deporte.

Así que mi hermano me explicó que eran enemigos íntimos, que todo el mundo de aquí le miraba con cierto odio porque siempre insultaba todo lo que le rodeaba y defendía su otra universidad.

El zanjó el tema con un : "Te odia porque él odia todo lo que está dentro de la universidad, pero por lo visto se enteró de que eres mi hermana, y yo estoy dentro del equipo, así que, te lo ganaste a pulso"

Tampoco me interesó mucho el tema, yo no tenía la culpa de que ese chico fuese un gilipollas integral, junto con Zack.

Y por eso estaba sola, al parecer él se las había arreglado para que le separasen de mí en el trabajo, era un alivio saber que me pondrían con alguien diferente.

Pronto el profesor intervino para que me sentase al final de la sala con un chico, que, sería mi nuevo compañero de trabajo.

Él tenía un gran armario al lado cerrado y se recostaba sobre él, me senté despacio - ¿Qué quieres?- preguntó con un toque de miedo en la voz.

-Yo... sólo vine a hacer el trabajo contigo, me colocaron aquí- susurré y él respiró profundo para mirar al frente.

Después de eso no cruzamos más palabra, de verdad, la suerte que tenía era tremenda, primero un estúpido que me miraba mal y luego otro que ni si quiera quería mirarme.

El timbre sonó indicando que pasó la hora y respiré profundo para recoger mis cosas despacio, el chico tanteó con sus manos en la mesa y le miré confusa, después se levantó despacio y se dirigió a las escaleras.

Sacó un bastón de su bolsillo que con un "click" se hizo más largo, respiré profundo y él empezó a tantear de izquierda a derecha con el bastón para no poder caerse.

El mismo chico que ayer sentaron conmigo y que me miró con asco le empujó y gritó riendo - No lo viste venir, ¿eh?

Entonces lo entendí.

Él era ciego.

El aire de mi respiración se quedó atrapado en mi pecho y un nudo en mi garganta se formó.

No es que no quisiese hacer el trabajo conmigo, es que no podía hacerlo y yo le había juzgado sin más.

Inmediatamente me levanté de la silla y miré como estaba al final de las escaleras tanteando para encontrar el bastón mientras el estúpido del otro día lo pasaba con otro chico.

Lo cogí al aire y bajé las escaleras - ¡No me hagas daño! - extendió las manos y yo fruncí el ceño.

-Yo vine a traerte...

-¿Es mi bastón?- preguntó mirando hacia mi cara pero sin estar fijando la vista en un punto en concentro.

Sus ojos eran muy hermosos, una mezcla de verde y marrón... pero no cumplían su función.

-Sí, yo soy la chica que estaba antes a tu lado.

-¿Podrías por favor dejar el bastón dónde estaba? Quiero encontrarlo por mí mismo...

-En realidad estaba viajando por el aire...- susurré y lo dejé despacio delante de él para que lo encontrase, aun que fuese sólo para sentirse mejor.

Una chica vino rápido a su lado - ¿Estás bien Jesse?

-Sí- sonrió el chico - No lo vi venir, tenían razón- intentó bromear y mi corazón se encogió.

-Gracias por la ayuda- la chica me miró y yo negué, de verdad no debería darme las gracias.

Los tres nos levantamos del suelo despacio y el chico sonrió a la nada, tragué saliva - Gracias - asintió y yo hice una mueca.

-No hay de qué- susurré - Soy Valen - extendí la mano que se quedó en el aire, me sentí algo estúpida, porque realmente él no podía ver mis intenciones.

-Yo Jesse- me extendió ahora la mano y sonreí como una estúpida para ahora sí, estrechársela - Siento no haber podido hacer el trabajo, pero se me olvidó la máquina de braile (braille) en casa y...

-Oh - en mi boca se formó una grande O - No importa - le tranquilicé - Seguro que el profesor tiene algo para ayudarte...- susurré y él asintió con una sonrisa.

-Él me ayuda mucho- asintió - Bueno, nos vemos- se rió y yo fruncí el ceño.

-Siempre hace el mismo chiste - rodó los ojos su amiga y yo lo entendí.

-Claro, nos vemos- sonreí despacio y Jesse colocó la mano en el hombro de la chica para ser guiado.

Era la única que quedaba en la gran aula pero realmente me daba igual... no entendía como alguien se podía haber metido con un tema así, yo ni si quiera lo noté.

Él parecía un chico como otro cualquiera.

Era un chico de estatura media, de peso medio, de número de pie medio.

Era un chico que encajaba en cualquier plano.

Era un chico de ojos bonitos, cejas pobladas, nariz fina, labios rosados y pelo corto castaño... él era terriblemente guapo.

Él era un chico que no podía ver lo estúpidamente sexy que era.

Él era 'él chico'

Sus pesadas bromas me anodadaron y su patosidad en cada paso me hizo suspirar, era elegante aún así, elegante y seguro aunque se cayese.

Su simple camiseta gris de pico me lo había demostrado.

La elegancia y la seguridad son cosas que nos entran por los ojos, al ver su caminar o como su ropa se ajustaba a su pecho, pero en ironía, él, era elegante sin si quiera poder verse.

Di gracias al mundo por haber tenido la suerte, de al menos, yo sí poder haberle contemplado. 

Jesse.

Tenía una corazonada...

Tenía la corazonada de que realmente, Jesse, él, sería el único chico que me haría poder ver. 


Zack, ¿Tú me quieres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora