Capítulo 11: Ataques y asesinatos

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ALYSSA

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ALYSSA

Me despierto cuando Joy abre la puerta de la habitación. Intenta entrar sin hacer ruido, pero es demasiado torpe como para conseguirlo. Finjo que no la he escuchado y sigo durmiendo. ¿Qué estará haciendo Sinclaire? ¿Por qué actúa de esta forma? Creo que quiero mandarle un mensaje. ¿Qué dices? Si le has mandado a la mierda y no te ha respondido. Es verdad.

Domingo. Las siete de la mañana y no sé quién coño está dando gritos en la calle. Hace un frio de la hostia, así que me pongo la sudadera que tengo a los pies de la cama, y me levanto para mirar por la ventana.

- ¿Qué pasa? – Pregunta Joy con voz adormilada.

- No lo sé. Voy a ver. – Digo apoyando las rodillas en su cama y abriendo la ventana.

- Joder, cuanta gente. ¿Qué coño hacen? Es domingo. – Dice Joy, poniéndose a mi lado.

- ¿Os habéis enterado? – Pregunta Brit entrando de repente.

- No. – Digo mirándola mientras se acerca hasta nuestro lado y nos imita. - ¿Qué ha pasado?

- Han encontrado una chica muerta.

- Es muy temprano para esas bromas. – Digo riendo.

- No es una broma. – Dice con el rostro serio. – Dicen que se llamaba Kimberly, era de segundo año.

- ¿Estás de coña? – Pregunta Joy sentándose en la cama.

- Que no, joder. Vestiros y vamos.

- ¿A dónde?

- ¡Pues a enterarnos! – Exclama tirándome mis pantalones a la cara.

Salimos al pasillo y vemos a todo el mundo cuchicheando y comentando lo ocurrido. Por distintas conversaciones averiguo, que la han encontrado en el gimnasio. Nos encontramos con Rob y Peter en pijama, hablando con más chicos del equipo.

- Que mal rollo. – Escucho que dice uno de ellos.

- ¿La conocíais? – Les pregunta Brit cuando llegamos hasta ellos.

- Y vosotras también. – Nos dice Rob. – Kimberly Morgan. – Nos mira como si tuviéramos que sumar dos más dos.

- Morgan. – Digo pensativa.

- ¿Kimberly la misma Kimberly que se parecía tanto a Liss? – Pregunta Joyce.

- La misma. – Afirma Peter.

- ¿Qué dices? Pero si era una cría. ¿Habláis de la que decía todo el mundo que si éramos hermanas? – Pregunto atónita.

- Sí. – Dicen los dos.

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