STEPHEN
Bajo las escalera, orgulloso de mí mismo y de la cara que se le ha quedado a ese imbécil. ¿Qué se pensaba? Gilipollas.
Camino por la acera rodeada de césped, sonriendo a la gente que me mira y murmura cosas, importándome una mierda lo que estén diciendo. No me doy cuenta de a dónde me dirijo hasta que me veo a mí mismo frente a la residencia de Alyssa. ¿Qué vas a hacer?
— Steph... Señor —sale por la puerta con sus dos amigas, las cuales me miran con curiosidad. Ella mira hacia todos lados, comenzando a sonrojarse porque todo el mundo ha ralentizado el paso para observar la escena—. ¿Qué ha pasado?
— Me han despedido —se lleva las manos a la boca y baja las escaleras, despacio.
— ¿Y por qué estás sonriendo cómo un idiota? —pregunta en voz baja, deteniéndose frente a mí.
— Porque no van a expulsarte y ya no seré tu profesor.
— ¿En serio? —vuelve a taparse la boca, esta vez con un brillo en los ojos.
— Y tan en serio —tiro de su mano, sin que nadie se lo espere, y planto mis labios sobre los suyos.
Abre los ojos y me mira, perpleja. La suelto despacio pero no me separo del todo. Me encanta la colonia que se ha puesto, ese particular aroma me persigue hasta en mis sueños.
— Ahora si que no vamos a poder desmentirlo —murmura con una pequeña sonrisa.
— Ni falta que hace.
— ¿Esto... que significa? —sigo sujetando su cintura y su mano, sin importarme la decena de personas que hay a nuestro alrededor.
— Vendré a buscarte cuando salgas de clase.
— Pero...
— Hablaremos entonces —la interrumpo y ella asiente a regañadientes—. Ya llega tarde, Señorita Mills.
— Resulta, Señor, que mi profesor no vendrá hoy a clase así que creo que tengo las próximas dos horas libres.
Escuchamos un ruido a nuestra derecha, así que ambos giramos la cara. Sus dos amigas están mirándonos y sonriendo con complicidad.
— ¿Entonces ya no tenemos que tratarte de usted? —pregunta Britany.
— No, ya no —respondo riendo con ellas.
— ¿Qué te parece sin vamos a dar un paseo? No tengo clase hasta dentro de...
— Deberías quedarte y estudiar —vuelvo a interrumpirla—, los exámenes serán pronto.
— Aun falta un mes —se queja.
— No me hagas pucheros —digo acariciando su labio inferior con mi dedo pulgar.
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Eres mi dosis
Teen Fiction«-Sonreír un poco no le mataría... -murmura en voz baja y vacilante. -Tiene cinco minutos para terminar el puto examen -susurro en su oído, rozando sutilmente su oreja con mis labios. -Cabrón -dice entre dientes. Puedo ver cómo la piel de sus brazos...