«-Sonreír un poco no le mataría... -murmura en voz baja y vacilante.
-Tiene cinco minutos para terminar el puto examen -susurro en su oído, rozando sutilmente su oreja con mis labios.
-Cabrón -dice entre dientes. Puedo ver cómo la piel de sus brazos...
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STEPHEN
- No hables. – Le digo mientras avanzamos hacia ellos.
- ¿Por qué no...?
- Shh.
- Ey, tío, tenemos que irnos. Te estábamos buscando. – Dice Terrance cuando les alcanzamos.
- Ya vemos donde estabas. – Añade Kenny.
- Chicos, ella es... Alyssa. – Digo un tanto incómodo por la situación.
- Alyssa la...
- Sí. – Le interrumpo. – Viene con nosotros.
- Stephen, ¿podemos hablar un momento? – Me pregunta Ken.
- Después. – Respondo sin mirarle. – Vamos, el avión sale en quince minutos.
Cojo la mano de Alyssa, sin darme cuenta, pero la suelto cuando Duncan y Kenny me miran. La coloco en su espalda y hago que camine con nosotros. La que estás liando. Cállate.
Subimos al avión y, después de colocar su maleta y la mía sobre los asientos, la invito a sentarse junto a la ventanilla.
- Lo estas haciendo muy bien, nena. – Susurro cuando me siento a su lado.
- Bueno, no lo hago por obedecerte, que lo sepas. – Dice con una pequeña sonrisa. – Es que tus amigos me intimidan.
- Normal.
- Son mas grandes que tu.
- Lo sé. – Río. – ¿Quieres tomar algo?
- Mmm ¿qué me ofrece, Señor Sinclaire? – Pregunta con voz traviesa.
- Mills, aquí no. – Respondo con severidad. Aunque no puedo evitar sonreír con ella.
- Bueno, bueno, así que tu eres la niña que tiene loco a nuestro Stephen. – Dice Stanley de repente, mirándonos desde el asiento delantero.
- ¡Stan! – Exclamo mirándole con el ceño fruncido.
- Oh, ¿es que era un secreto? – Cierro los ojos y evito la mirada de Alyssa, aunque puedo ver de reojo como se muerde la mejilla por dentro para no reírse.
- Lo sé, vas a matarme. – Dice Stanley antes de volver a sentarse.
- Oye... no le hagas caso. – La miro pero no puedo evitar reírme.
- No hace falta que digas nada. Sé que te tengo loco. – Dice con una sonrisa de suficiencia.
- Pues no se lo crea tanto, Señorita.
- ¿Ah, no?
- No.
- Es verdad, se me olvidaba que no quieres nada conmigo, soy una estúpida. – Dice mirando por la ventanilla.