Desperté con un muy buen humor, hasta que sentí un brazo fuerte, musculoso y bronceado rodeando mi cintura, entonces todo lo ocurrido hace unas horas vino a mi mente...suspiré fuertemente, no entendía nada de lo que me había pasado con este idiota, le odiaba, pero con solo un roce de su piel, mi corazón se ponía a funcionar, como el motor de un coche al arrancarlo, como si hubiera estado parado y solo Edward tuviera el poder de hacerlo latir.
Anoche pensé que estaba soñando cuando le sentí meterse en mi cama, cuando se supone que ya se había marchado, pero no, no era un sueño, estaba aquí, abrazado a mí y durmiendo plácidamente, y me sentía extrañamente bien, muy bien y eso me asustaba demasiado.
Las voces de mis dos amigas hablando, hicieron que parara de pensar despertando rápidamente al imbécil de mi lado.
-Vamos, despierta imbécil.- Le zarandeé con todas mis fuerzas y el abrió los ojos extrañado.
-¿Qué coño te pasa niñata? esas son tus maneras de despertar a la gente.- Para cuando me estaba diciendo eso yo ya estaba recogiendo su ropa tirada por toda mi habitación y dirigiéndome a la ventana.-Eh, para, ¿dónde te crees que vas con mi ropa? ten cuidado, que vale más que tu inútil.- Estupendo, ahí estaba de nuevo el idiota que conocí por primera vez, y encima justo cuando mi paciencia era muy poca y más recién levantada.
-Mira idiota o te mueves o te saco a patadas de mi cama, te juro que si mis amigas te ven aquí, te mataré.-Estaba demasiado cabreada pero pronto sonreí maliciosamente.- Ah, y si quieres tu carísima ropa, cógela.-Tras decir lo último, sus prendas de ropa, excepto los calzoncillos que los llevaba puestos, volaron por la ventana hacia el suelo de la calle, me cruce de brazos apoyada a lado de la ventana sin poder para de sonreír por su cara de cabreo y de querer matarme en ese momento.
-Te mataré estúpida niñata, te juro que te mataré con mis propias manos.-Decía ante mi descarada sonrisa y levantándose para después bajar por la ventana hasta el suelo, suerte que solo teníamos tres pisos en la comunidad y los demás balcones de los pisos le sirvieron de mucha ayuda para llegar hasta el suelo, me asomé a la ventana riéndome como nunca ante su cara de cabreo, y porque sería subrealista, sino diría que hasta humo salía de su cabeza y que su cara roja, estaba a punto de estallar, mientras recogía toda su ropa con la gente de su alrededor mirándole y riendo, aunque también tengo que decir que un par de jovencillas, sonrojadas, le sonreían encantadoramente.
-Que te vaya bien, niñato, y no te vuelvas a cruzar en mi camino.- Quizá me haya pasado un poco humillándole de esa manera, pero se lo merecía por ser tan odioso, no me iba a dar pena.
Suerte que ni Emily, ni Rachel se dieron cuenta, ni sospecharon de la presencia de Edward, no quería ni que se les ocurriera nombrarle, quería olvidarme de su existencia y seguir con mi tranquila vida.
El martes y el miércoles pasaron rápido llegando con ello, el jueves. Emily había venido a comer para a las seis volver a entrar a trabajar y Rachel se había traído a James a casa y James se trajo a Ronald. James y Rachel se habían tirado toda la tarde en actitud cariñosa, algo que no soportaba, una cosa era momentos y otra toda la santa tarde, dejándome a mi prácticamente sola con Ronald, un buen compañero de trabajo, pero demasiado pesado con conseguir una cita conmigo. Había tenido que esquivar todas sus indirectas y aun seguía intentándolo.
-¿Y si ponemos una peli?- me animé a decir yo dejando de lado el tema de conversación de Ronald, cuando nos encontrábamos todos juntos en el sofá de nuestro salón.
-Si claro, es buena idea.- Me respondió James, me iba a levantar para coger el estuche de los DVD's, pero mi teléfono que empezó a sonar, interrumpió mi propósito. Miré la pantalla y me asombré, a la vez que me puse nerviosa al ver el nombre de mi exnovio Tomas reflejado. Me retiré del salón y subí hacia mi habitación para poder contestar y hablar sin las interrupciones de los de abajo.
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EL ODIO DEL DESEO
RomanceAlison Hoffman, una joven de 20 años recien cumplidos, una californiana llena de vitalidad, risueña, activa, muy segura de si misma, que vive en uno de los barrios de clase media de california, compartiendo piso de alquiler, con sus dos mejores amig...