Todo mi cuerpo se tensó de inmediato.
-Ve al baño.- le ordené nerviosa a Edward, quien viendo mi preocupación, se levantó de la cama y cogiendo su ropa desapareció lo más rápido que pudo y yo, envuelta en mi habitual bata corta blanca, salí de la habitación temblando.
-Hola cielo, sé que dije que hasta la noche no volvería.-Tomas andando hacia mí, ocultaba algo detrás de él.-Pero de camino me puse a pensar...has venido para estar conmigo y yo no paro de ir de un lado para otro sin aprovechar los últimos días que nos quedan juntos. Así que decidí volver y una vez que te vayas arreglaré todo.-Ya estaba a escasos centímetros de mi.-Ahora solo quiero estar contigo y regalarte esto.-Me mostró un enorme ramo de flores variadas y hermosas que olían genial. Me sonreía feliz y mis ojos brillaban debido a las lágrimas que intentaba retener. Era la peor persona del mundo, así me sentía. -Te quiero mi amor.-me entregó las rosas y yo luchaba con todas mis fuerzas para que las lágrimas no salieran de mis ojos, me dolía tanto hacerle daño a Tomas...
-Gracias.-tuve el valor de decir mientras cogía las flores. Tomas me agarró de la cintura, cogió las flores las dejó cuidadosamente en el sofá que había al lado y me beso pasionalmente llevándome hasta la habitación y tumbándome en la cama. Bajó con pequeños besos por mi cuello y fue desabrochando mi bata para acariciar mis pechos...miré hacia el cuarto de baño acordándome en todo momento de Edward y vi como la puerta entreabierta mostraba la mirada furiosa que Edward me dedicaba, luego cambio a una de súplica, me suplicaba que parase que no lo hiciera y el alma se me partía.
Sentía sus manos en mis pechos y sus labios recorriendo todo mi cuerpo, mientras toda mi atención era puesta en Edward...No, no podía hacerlo con Tomas, era horrible, acababa de estar en esta misma cama con otro hombre.
-Para.-Intenté que Tomas me escuchara, pero no lo conseguía.-Tomas, para por favor
-¿Qué te pasa mi amor? no sabes las ganas que tengo de hacerte mía.-Me decía dejando un reguero de besos por todo ni cuello.
-Tomas no me apetece lo siento. Me duele muchísimo la cabeza, no he dormido bien esta noche.-Tuve que mentir, mientras abrochaba mi bata y me incorporaba evitando mirarle a la cara.
-Está bien Ali.-Se sentó en el borde de la cama a mi lado.-Llevas unos días demasiado extraña ¿qué te ocurre Alison?- Cuando Tomas decía mi nombre completo es que estaba demasiado harto.
-No me ocurre nada Tomas, solo hecho de menos a mis amigas, me siento extraña aquí.
-Deberías haberte quedado allí.-Cabreado se levantó de la cama, cogió su bolsa de colgar y se marchó.
Dolida, me quede en la cama, era demasiado injusto, Tomas no se merecía esto. Las lágrimas que había estado reteniendo comenzaron a caer por mi rostro. Sentí el peso de Edward sobre la cama detrás de mí y luego como sus brazos me rodeaban, dándome la paz que solo él sabia darme.
-No se merece esto.-Dije entre lágrimas. Poco me importaba si me veía en estos momentos así, ya me vio una vez.
-Ya, pero tú no puedes estar con él por pena, no puedes quedarte a su lado, cuando no es lo que quieres, y yo no soporto que alguien más te toque.-Edward me estrechaba fuertemente contra él.
-¿Es cierto lo que dijiste ayer en la comida? ¿Estás enamorado?- Pregunté temblando ante su afirmativa o negativa respuesta.
Nos acomodamos en el centro de la cama, sentados, con mis piernas rodeándole y mirándonos fijamente, se estaba tan bien así, a su lado, hoy me estaba demostrando ser quien no era, o por lo menos otro hombre totalmente distinto al que yo conocí, un auténtico idiota.
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EL ODIO DEL DESEO
RomanceAlison Hoffman, una joven de 20 años recien cumplidos, una californiana llena de vitalidad, risueña, activa, muy segura de si misma, que vive en uno de los barrios de clase media de california, compartiendo piso de alquiler, con sus dos mejores amig...