Antes de dejar que disfrutéis el siguiente capítulo, advertiros, que viene con bastante drama, intentaba hacer de este libro, una historia de humor, pero siendo sincera, el drama es lo mío, pero tranquilos, porque no durara mucho.
Doce asquerosos días, los doce peores días de toda mi vida, doce días metida en un infierno. Tomas estaba completamente loco, había cambiado, en sus ojos ya no había dulzura, amor o sentimientos puros hacia mí, ya no había ni rastro de ellos, habían sido sustituidos por el odio. Su mirada ahora daba miedo, al menos eso me transmitía a mí, un miedo atroz.
Los abusos y las palizas se habían multiplicado, cada día que pasaba, y yo ya no aguantaba más, estaba completamente agotada, tanto física como mentalmente. Ya no reconocía a la mujer que el espejo me mostraba cada mañana, estaba muy delgada, mis ojos estaban enmarcados por grandes ojeras y mi cuerpo al igual que parte de mi rostro mostraban hematomas de distintos tamaños.
Ya no pensaba en nada, lo único que quería era dejar de vivir este infierno, a menudo pensaba en mis dos grandes amigas, a las cual Tomas me obligaba a llamar con una sonrisa, pero pronto las tenía que colgar, porque las lágrimas amenazaban con salir, con solo escuchar sus voces llenas de vitalidad, todo lo que le faltaba a la mía.
La imagen de Edward, su sonrisa arrogante y la última mirada que me dedicó, llena de pasión y amor era lo que me mantenía viva.
Le echaba tanto de menos, necesitaba tanto sentir su piel, sus labios, sus abrazos, esos que tan segura y protegida me hacían sentir. Llenaba de mensajes y llamadas mi móvil, cada día, pero al séptimo día, dejo de insistir cuando Tomas, haciéndose pasar por mí, le hizo saber lo siguiente:
Olvídate de mí, porque yo ya lo he hecho, me di cuenta que mi lugar es al lado de Tomas, la persona que verdaderamente me hace feliz, tu solo has sido una maldita AVENTURA que en mi cabeza ya no existe.
Pensé que insistiría, que contestaría que no me creía, pero no, simplemente ya no he vuelto a saber nada de él y mis fuerzas ya son nulas, no pienso en nada ni nadie, solo en desaparecer...
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Tumbada débilmente en la cama, escuché unos fuertes golpes en la puerta, asustada como todos los días estaba, me levanté y me acurruqué en la misma esquina de siempre, una de las de la habitación.
Los golpes se escucharon de nuevo, esta vez mucho más fuertes, al otro lado se distinguía la voz grabe de un hombre, pero no se escuchaban con claridad. No sabía quién era y tampoco iría a comprobarlo, Tomas me había advertido no abrir la puerta a nadie, ya que había dicho que yo ya estaba de vuelta en San Francisco, y si lo hacía le tomarían como un mentiroso y yo ya no podía soportar más gritos o golpes que es justo lo que provocaría que le desobedeciera.
De pronto los golpes cesaron y un silencio inundó todo el piso, hasta que algunos minutos más tarde, un gran estruendo retumbó entre las paredes y yo asustada me aferré aún más a mí misma en aquella esquina.
Escuchaba con la cabeza enterrada entre mis brazos como alguien furioso recorría todas las estancias del apartamento, luego sentí como entraba a la habitación, haciendo que instintivamente me acurrucara aún más, luego los pasos frenaron en seco, pero yo no quería levantar la cabeza, no podía, tenía miedo, mucho miedo.
-¿Alison?
"¿Edward?"
-Alison, dios mío.-Sentí como los pasos se acercaban más a mí y me protegí aún más sin poder remediarlo, a sabiendas de que él no me haría daño, pero era algo físico, mi cuerpo actuaba por si solo protegiéndose, era algo que llevaba mucho tiempo haciendo.
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EL ODIO DEL DESEO
RomanceAlison Hoffman, una joven de 20 años recien cumplidos, una californiana llena de vitalidad, risueña, activa, muy segura de si misma, que vive en uno de los barrios de clase media de california, compartiendo piso de alquiler, con sus dos mejores amig...