Habían pasado tres semanas desde la última vez que vi a Edward, no, nos habíamos cruzado ni una sola vez en todo este tiempo y lo estaba agradeciendo infinitamente.
Al fin de semana siguiente, Jonás, el puerta que nos atendió a Rachel y a mí la primera vez que pisamos Ambir, nos había informado a todos los trabajadores que el Señor Edward, había decidido irse por un tiempo de corto plazo a ver a su familia, necesitaba una vacaciones y relajarse y había dejado al mando a su primo Héctor, un hombre de 32 años, padre de familia y casado que no se le daba bien atender los asuntos de una discoteca nocturna.
La calma había vuelto a mi vida, desde que Edward había salido de ella, mi vida de antes, tranquila y pacífica, hizo su acto de presencia más rápido de lo que me hubiera gustado y aunque era lo que siempre había creído que me satisfacería, una especie de remolino inquieto se posaba cada mañana en mi cabeza turbándome y haciendo que deseara que algo fuera de la rutina atacara mi día.
Rachel y James se habían dejado de ver en la intimidad, su aventura había acabado, sin embargo Emily y Marco habían tomado la decisión de intentar empezar una relación seria, y hasta el momento les iba muy bien.
Lo único que había cambiado en mi vida, es que hoy, jueves 18 de julio, me vestía para quedar con Tomas y darnos una segunda oportunidad. Tomas había sido muy generoso y paciente durante todo el tiempo transcurrido desde nuestro último encuentro y yo tras esperar varias semanas, había decidido que me apetecía intentarlo con él de nuevo.
Edward no había salido de mi cabeza en todo este tiempo, así que había decidido dejar de engañarme y admitir, que me gustaba y que le echaba de menos y que solo él, podía hacerme sentir todas las cosas que me hacía sentir cuando estaba cerca, pero todo eso se había acabado, así es como mi vida estaba en orden, y la suya también, y como todos de una manera o de otra ganábamos, como nuestras cabezas estaban amuebladas y maduras sin alterar un futuro prometedor y un presente organizado.
No era amor, al menos no creía que lo fuera, simplemente una atracción demasiado fuerte entre los dos que no estaba destinada a durar, y definitivamente eso era lo mejor, aunque le pesase al corazón que en estos momentos latía abrasando mi cuerpo al mirar hacia mi cama y recordar como los dos habíamos dado rienda suelta a nuestra pasión olvidándonos del mundo entero.
Suspiré pesadamente y tras una última ojeada a mis recuerdos en común con Edward que eran muy pocos (aunque demasiado intensos), sonreí medianamente al espejo y retiré cualquier pensamiento que tuviera que ver con él, se acabó, punto y final.
Ahora quedaría con Tomas, iríamos a cenar y dando un paseo le diría que sí, que lo intentáramos de nuevo, aún quedaba algo de lo que tuvimos y estaba dispuesta a revivirlo.
-¿Qué tal estoy?-Pregunté a mis dos amigas que se encontraban sentadas en el sofá comiendo palomitas y apunto de ver una película, mientras les enseñaba el vestuario que había decidido ponerme para la ocasión.
-¿Estas segura de lo que vas a hacer Ali? nosotras te apoyamos en todo, pero tienes que estar segura.-Emily me hablaba seriamente.
-¿De verdad que no prefieres quedarte con tus amigas y ver la película? no me fio de Tomas, no me creo que lleve todo este tiempo sin a ver estado con ninguna tía y menos habiendo estado en la universidad.-Ahora era Rachel la que hablaba con su negatividad habitual.
-Chicas ya lo he decidido, me apetece volver a intentarlo, lo nuestro se rompió por la distancia, aun nos queríamos y todavía queda algo de esos cuatro maravillosos años que pasamos juntos.-Me senté en el sillón de enfrente.-Y si ha estado con otra mujer en este año y medio me da igual, no estábamos juntos y además yo también me he acostado con otros hombres. Ya está decidido.
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EL ODIO DEL DESEO
Storie d'amoreAlison Hoffman, una joven de 20 años recien cumplidos, una californiana llena de vitalidad, risueña, activa, muy segura de si misma, que vive en uno de los barrios de clase media de california, compartiendo piso de alquiler, con sus dos mejores amig...