Ya habían pasado algo más de dos meses, desde la muerte de mi hermana.
Era viernes por la mañana y me encontraba en la habitación de mi apartamento después de haber estado todo este tiempo junto a mi padre, los dos necesitábamos nuestra compañía mutua tras la dura perdida y yo necesitaba tiempo para coger algo de fuerzas y poder seguir hacia delante.
Mis amigas habían vuelto con Edward a la rutina diaria, no sabía nada de Edward, ni de cómo se sentía, ni de lo que rondaba estos días por su cabeza después de haberse enterado de que era padre de un niño de cuatro años.
Había sido egoísta al no estar con él apoyándole, pero para poder dar todo de mi tenía que estar al 100%, se lo merecía, y estaba más que dispuesta a dejar de lado todo el rencor y odio que podía sentir si rememoraba cosas pasadas, para ofrecerle todo lo que mi alma pudiera permitirse.
-Ey, cosa guapa ¿cómo estás?- Rachel apareció en mi habitación con dos tazas de café.
-Creo que un poco mejor.-La sonreí cogiendo la taza de color verdoso y humeante que me ofrecía.
-Me alegro muchísimo, ¿crees que estás preparada para enfrentarte a la universidad?- Me preguntó seriamente.
-Hola nenas.-Emily se unió a nosotras con otro humeante café.
-Pues ahora que lo dices...he estado dándole muchas vueltas y no quiero pasarme el resto de mis días metida en un hospital- Mis amigas me miraban atentamente sin hacer ningún tipo de movimiento.-La carrera de medicina es una carrera maravillosa pero no creo que después de todo lo vivido sea lo suficientemente fuerte como para enfrentarme a ese lugar de dolor y tristeza cada día de mi vida.
-¿Y entonces?- Rachel me miraba estupefacta.
-Me he estado informando sobre otras posibilidades y he decidido que me gustaría mucho estudiar todo lo que respecta a la decoración y diseño, ¿qué os parece?-Las pregunté impaciente por saber la respuesta.
-Que no es tan bueno como la carrera de medicina, pero que te apoyamos porque tienes que hacer lo que a ti más te guste.-Habló Emily por las dos después de varios minutos y yo solté todo el aire que había retenido sin darme cuenta. Las sonreí y las tres nos abrazamos fuertemente.
La tarde pasó muy rápido acompañada de risas y recordatorios de los viejos tiempos juntas, esos momentos junto a ellas no los cambiaría nunca por nada en el mundo, son momentos únicos.
Emily se fue a trabajar y Rachel había quedado con James, mi antiguo compañero de trabajo, al parecer ellos también querían recordar viejos tiempos.
Yo con una rica ensalada, me di por satisfecha para la cena y me puse mi cómodo pijama de entre tiempo para después ponerme a ver la televisión, aunque mi cabeza estaba muy lejos de la comedia que estaban reproduciendo... Edward, había pasado tanto en apenas un año y medio, nos habíamos odiado, para después amarnos como si no hubiera mañana, para luego volver a odiarnos...era el hombre que me volvía completamente loca, que hacía que quisiera darle una patada en sus partes y al minuto querer comerle a besos, me gustaba sentirme así y a veces me sacaba de quicio esa situación, pero desde que él había llegado a mi vida, esta se había convertido en una montaña rusa de emociones que me encantaban.
Pero si de algo estoy muy segura, es de que si pudiera volver hacia atrás, repetiría mil veces todo lo que hemos pasado.
El timbre sonando bruscamente me sacó de mis dulces pensamientos...
Creo que se había metido en mi mente para adivinar cuánto le estaba echando de menos hace unos segundos, porque le tenía frente a mí, tan increíblemente guapo e irresistible como siempre, con su camisa blanca entreabierta, dejando entrever sus definidos músculos, unos vaqueros claros ajustados y su pelo alborotado levemente, mirándome intensamente y sin decir ni una sola palabra al igual que yo, tan solo con una simple mirada nos estábamos diciendo todas las cosas que por nuestras cabezas pasaban al ver al otro.
Y sin previo aviso, nos lanzamos como posesos a los brazos del otro, juntando nuestros labios apasionadamente. Con un leve empujón sin soltar mi agarre, cerró la puerta, haciendo que recordara aquella vez hace un año cuándo todavía nos odiábamos pero siempre volvíamos a a juntar nuestros cuerpos sin poder evitarlo.
Con un pequeño impulso hizo que me subiera encima de él rodeando su cintura con mis piernas, para subir rápido las escaleras, mientras nos devorábamos como si ese día fuera el fin de nuestros días, expresando lo que nos habíamos echado en falta.
Pronto llegamos a la cama, me tiró prácticamente en ella, mientras él se desabrochaba rápidamente la camisa frente a mí, con mi atenta mirada puesta en cada uno de sus movimientos.
-Siento muchísimo lo que pasó, yo...-Antes de que pudiera seguir hablando y estropear aquél momento tiré de la cinturilla de sus pantalones para que callera encima de mí y volver a juntar desesperadamente nuestros labios.
-No digas nada por favor.-Dije entrecortadamente en sus labios, el me miró intensamente y volvió a besarme, pero esta vez más despacio, disfrutando de cada milímetro de nuestras bocas, saboreando cada rincón que solo le pertenecía a él. Comenzó a acariciar mi cuello, para muy despacio ir bajando entre mis pechos y seguir con aquel placentero camino hasta mi ombligo.
-Echaba de menos este trocito de metal.-Sonrió sobre mis labios, refiriéndose a mi pequeño pircienj ombliguero. Le sonreí de igual manera, sus labios viajaron a mi cuello, besándolo sensualmente, mientras que su mano bajaba cada vez más. Un leve gemido salió de mí y otro más al notar como su preciado miembro comenzaba a crecer rozando cada vez más la zona de entre mis piernas.
Sus manos quitaron hábilmente mi pantalón de pijama y mi braguita, para así poder acariciar suavemente mi parte intima provocándome descargas de placer en todo el cuerpo.
Ansiosa por sentirle dentro de mí, desabroché sus pantalones y se los quité junto a sus boxers, el terminó de quitarme mi camiseta, dejándonos completamente desnudos.
Me posicioné mejor debajo de él, abriendo mis piernas y notando como su pene rozaba la entrada de mi vagina, haciendo que se escapara un gemido de lo más profundo de mí ser.
Nos miramos intensamente, viendo el brillo especial y la lujuria en los ojos del otro.-Te quiero.-Dijo antes de entrar de una sola estocada dentro de mí. Mi piel se erizó al instante, mi corazón se volvió completamente loco y yo no me había dado cuenta de cuánto había necesitado sentirle tan unido a mí, sentirme tan viva, como solo él sabía hacerme sentir, sentir aquella conexión que solo él y yo podíamos presumir de tener en aquellos momentos.
Notar su aliento en mi cuello, su respiración entrecortada y sus gruñidos mientras salía y entraba en mí, hacían que mi nivel de placer aumentara cada vez más y en aquella habitación solo se oían los gemidos exagerados que producía el placer que daba tener a dos personas uniendo sus cuerpos en uno solo.
Después de entradas y salidas más rápidas, exploté en aquella espiral de miles de sensaciones maravillosas que recorrían todo mi cuerpo dejándome anonadada, segundos después también lo hizo Edward y se desplomó suavemente sobre mí, terminando con un dulce beso es mis labios.
-Te había echado de menos.-Le dije sonriendo, mientras acariciaba su espalda con mis largas uñas.
-Ya lo sabía niñata.-Me mostró aquella sonrisa de arrogancia y suficiencia que tanto odiaba cuando le conocí pero que ahora doraba.
-Ya puedes ir quitándote de encima de mí, retiró lo dicho.-Intenté sonar convincente.
-¿Segura?-Seguía sonriendo de aquella manera que me volvía loca, mientras una de sus manos, viajo a mi pecho derecho acariciando levemente mi pezón y luego pellizcarlo, intenté contener un gemido, pero escapo finalmente y el ensanchó aún más su sonrisa.
-Eres un completo idiota.
-Un idiota perdidamente enamorado de esta niñata.- Y tan solo falto eso, para que me lanzará de nuevo a sus labios y volviéramos a unirnos en uno, como si no hubiera mañana, como si solo existiéramos los dos y el mundo a nuestro alrededor se convirtiera en nada, como si nuestras almas estuvieran predestinadas para unirse eternamente.
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EL ODIO DEL DESEO
RomanceAlison Hoffman, una joven de 20 años recien cumplidos, una californiana llena de vitalidad, risueña, activa, muy segura de si misma, que vive en uno de los barrios de clase media de california, compartiendo piso de alquiler, con sus dos mejores amig...