Capítulo 9

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Consecuencias

___POV.


Esto era una completa mierda. Una total y completa mierda. Me había pasado casi dos horas llorando y no he conseguido sentirme mejor. A todo esto... ¿por qué me siento tan mal?

No es que me importara mucho que se haya ido todo el mundo. Como si nunca hubiese estado sola antes. No. No era eso.... Pero sentía una angustia. Algo así como una sensación de pena inmensa, de vacío, pero no sabes el motivo. Quizá sólo era que el idiota de Ross me dio el plantón. Maldito. Nadie me había hecho eso nunca en mi vida. Y ni siquiera me lo había cogido.

El maldito de Ellington se había largado tras el culo de la maldita zorra Rydel. Perra. Me había golpeado en mi propia casa y el idiota de mi hermano no había movido un miserable dedo. En realidad, nadie lo había hecho. Pendejos.

Y Alice. Otra perra infernal. La muy maldita se había quedado pegada al pene del chico rubio con cara de conocido... ¿dónde demonios había visto a ese? No podía recordarlo.

Me levanté sin fuerzas del sofá en donde había estado tirada. Debía ser muy tarde ya, pero nadie había vuelto. Quizá ni lo harían.

Me levanté con pereza del sillón y me tropecé con el reloj que Ross había arrojado al suelo. Otra vez me vino la angustia. Seguro era porque el muy idiota había despreciado mi regalo. Pendejo, si no le gustaba se lo regalaría a otro. Lo tomé en mis manos y subí a mi habitación.

La puerta estaba rota, por la intromisión de Jacob.

Mi mente voló a aquel momento.

Estaba tan extasiada, feliz.

Estaba convencida de que esta noche sería la noche y Ross sacaría sus instintos ocultos. Y casi lo consigo, lo pude sentir. La forma en que me tomó, sus ojos oscurecidos, llenos de pasión...

De todas maneras no pensaba dejar que se cogiera a Tanya. Ella era sólo para hacer que se desinhibiera. Y si no hubiese sido por el pendejísimo de Jacob, lo hubiese conseguido... es verdad que al final me lo había terminando tirando, pero eso había sido pura frustración... Y para evitar que asesinara a Tanya... bueno, el mundo es pequeño en realidad. Pero la rabia se le paso pronto cuando entramos en acción. Lo convencimos con una rapidez asombrosa y el resto es historia. Ahora no estaba muy convencida de que hubiese sido una buena idea. Es decir, ni siquiera había sido tan genial. Pero Ross...

Me golpee mentalmente por estar pensando en él ahora.

Cuando me senté en la cama, pude distinguir sus bóxers en el suelo. Los levanté. Y me descubrí oliéndolos... que enferma me había vuelto.

Los tomé, junto con su reloj y sus zapatos, que todavía estaban ahí y los metí en una caja. Fuera de mi vista por favor. Así que los metí bajo la cama.

Me quité el vestido y me eché una ojeada en el espejo. Estaba hecha un completo asco. Los ojos hinchados, la nariz roja, y ni hablar de mi cara... algo machacada, pero no se veía irreparable. El cabello sí me dolía... en realidad, el cuero cabelludo... condenada Rydel, ya me las pagaría.

Decidí acostarme. El silencio era tal que no me dejaba dormir. La casa nunca había estado tan silenciosa ¿cómo mierda las cosas habían resultado así?

Pervirtiendo A RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora