Capítulo 24

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Como un Balde de Agua Fría.

*Dale play a la canción cuando veas los "· · ·"*

Ross POV.

Mi teléfono no cesó de sonar en los días que pasaron. Finalmente lo apagué, enfermo con el constante sonido del timbrado. No había podido ir muy lejos, a pesar de todo, y me había quedado en Forks, en un pequeño hotel a las afueras de la ciudad. No había vuelto a casa ni tampoco quise hablar con Ellington cuando me llamó ese día en el hospital. No había nada que decir.

Me encontraba aovillado en la pequeña cama, con los ojos hinchados de tanto llorar. No recordaba haber llorado tanto en mi vida, pero me había servido: las lágrimas ya no brotaban, los ojos casi se me habían quedado secos. Traté de comer un poco de la comida que había traído el día anterior, pero mi cuerpo se negaba a retener el alimento y había terminado vomitando las últimas veces. Esto era patético.

Me pasé las manos por el estómago. Me dolía el cuerpo y estaba famélico, pero no me sentía tan mal a pesar de todo.

No podía dejar de pensar en ella. No podía, o quizás no quería.

La ira me había enceguecido a tal nivel que la había insultado de la peor forma. A estas alturas, ya me encontraba arrepentido de mi trato, pero el daño ya estaba hecho. No podría volver a verla, ella no me quería a su lado y yo sería incapaz de mirarla sin recordar que había estado en brazos de otro. Del maldito perro.

Pensé seriamente en la posibilidad de hacerle una visita de "cortesía" a Jacob, pero luego deseché la idea. Eso sería demostrar que en realidad me había afectado. No debía mostrar mis debilidades.

Pero no dejaba de pensar en ella. Deseaba tenerla conmigo y al mismo tiempo la rechazaba ¿Por qué ella no se defendió o dijo algo en su favor? Porque no había nada que decir.

Me quede allí sumido en el sopor por casi medio día más. Decidí encender el teléfono y llamar a casa. Finalmente ellos no tenían la culpa de nada.

Al encenderlo vi la desesperante suma de 46 llamadas perdidas. Se sumaban varias, entre Ellington, Riker, Rydel y de casa. Stormie. Recordé a mamá y un frío me recorrió la espalda. En estos días ni siquiera la había recordado. Marque a casa y la voz ronca de Mark me alertó que algo no iba nada bien.

- ¿Ross?- pregunto la voz, algo desesperada

- Papá- dije yo

- Hijo por Dios- sentí la voz contenida de el al otro lado de la línea - Por favor dime dónde estás, tu madre está desesperada.

- Yo... lo siento, no era mi intención, no me encuentro nada bien...

- Hijo, entendemos por lo que estas pasando, pero necesitamos que vuelvas a casa, necesitamos estar contigo.

- Lo sé, créeme que lamento comportarme como un pendejo. Iré a casa lo antes posible. Estoy en Forks, no me tomará mucho tiempo.

- Gracias hijo, por favor ven pronto.

Colgué y suspire. Debía ir a casa. Debía olvidar mi amor, mi pasión... pero ¿cómo era posible hacer esto? Renunciar a mi pasión es como desgarrar con mis uñas una parte viva de mi corazón. Y eso era lo que estaba haciendo.

Conduje a casa a velocidad normal. No me tarde más de quince minutos en llegar y cuando estacioné, Stormie salió corriendo a recibirme. Ella no se merecía que estuviese actuando de esta forma, y lamenté mucho verla tan triste. Mark también se veía mal y demacrado. Le estaba haciendo daño a mi familia.

Pervirtiendo A RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora