Capítulo 15

188 8 0
                                    

Creciendo.


__POV.

Desperté temprano con sólo una idea en mente: hablar con Alice. Ese sería mi primer paso para hacer un cambio en mi vida. Pero uno real, ya estaba cansada de toda la porquería que me rodeaba. Además, siempre podía contar con Ellington. Es increíble lo que te puede ayudar la familia.

Me vestí y me arreglé, dispuesta a asumir lo que fuera necesario, pero una cosa era clara: Alice tendría que escucharme.

Ellington me sonrió apoyándome mientras yo subía a mi auto y partí rumbo a la casa de Ross. Esto era matar dos pájaros de una sola pedrada. La idea era hablar primero con Alice y luego con Ross. Poder decir lo que llevaba dentro y sincerarme era el primer paso para asegurar que todo avanzara conforme a lo planeado.

Cuando finalmente llegué a la casa de Ross un nudo se me formó en el estómago. Estaba nerviosa. La última vez que había estado por ahí había sido hace seis meses, cuando pasé por Ross para llevarlo a mi casa...

Miré y respiré con fuerza. Alice no sabía que estaría acá, pero esa era la idea. Si la ponía sobra aviso, sabía por demás que ella se negaría a hablar conmigo, como lo había hecho por meses. No le daría esa oportunidad esta vez. Así que, con una fuerza que ni yo misma reconocí, me decidí y llamé a la casa de Ross.

Una hermosa mujer que identifiqué como la madre de Ross, me abrió la puerta. Eran muy parecidos. El corazón me dio un brinco.

- Disculpe por haber venido sin avisar -le dije - pero sé que Alice Cullen se encuentra en esta casa... creo que está con su hijo Riker.

Respiré profundo mientras la mujer me miraba con interés. Que templanza la mía, en realidad, estaba asombrada de mí misma. Luego, una auténtica sonrisa se dibujó en su rostro.

- Tú debes ser _____ ¿verdad? -me dijo ella.

Vaya, no sabía hasta que punto era bueno ser reconocida de inmediato. Eso podría tener múltiples interpretaciones. Quizá todo mundo se la pasaba hablando pestes de mí, de tal modo, que ya todos me conocían. O quizá podía ser lo contrario, aunque lo dudaba. También existía la opción de que Ross le hubiese hablado algo de mí... esa opción me gustaba más, aunque si le había contado TODO, quizá la mujer debía odiarme.

- Sí - dije con cierta timidez.

- He oído mucho de ti - me dijo finalmente.

- Espero que no haya sido demasiado malo -comenté, algo asustada.

Ella sólo sonrió y me hiso pasar. La casa era agradable, con una decoración hermosa a pesar de no ser muy grande. Se sentía el calor de hogar que en la mía no existía.

- Iré por Alice -dijo ella, como quien habla de un hijo. Alice debía haber llegado a encajar muy bien en esta casa.

Me quedé un momento a solas en la sala y miré le decoración. Divina. Mis ojos volaron a unas fotos de Ross, en donde salía con su antigua forma de vestir y peinar, abrazando a sus hermanos. Se veía feliz y radiante. No como era ahora. Me propuse que esa sonrisa debía volver a su rostro alguna vez.

De pronto, sentí un chillido agudo a mis espaldas que yo conocía muy bien... me sonreí por los recuerdos.

- ¿___? - fue lo primero que escuché luego de un gritito.

- Alice - dije, dándome la vuelta y enfrentándola.

Oh, vaya. Si que esta chica se veía bien. Increíble. Sea lo que sea que hubiese sucedido con ella, era evidente que le beneficiaba muchísimo. Ella estaba más hermosa, siempre lo había sido, pero antes yo no tenía mucho tiempo ni interés en destacar al resto del mundo. Sólo a mí misma. Es increíble lo que sucede cuando abres un poco los ojos.

- ¿Pero qué es lo que haces aquí? -preguntó ella, con un chillido de nuevo.

Yo la miré y no estaba segura de su reacción. ¿Sería que en unos segundos ella me jalaría por los pelos y me lanzaba de una patada a la calle? Últimamente no sabía ni que pensar, y dentro de todas esas opciones esa no parecía tan terrible. Quizá si luego de eso ya me hablaba...

- Necesito hablar contigo, Alice, por favor... -le urgí- y quiero que esta vez me escuches, nada más que eso. Te lo ruego Alice, escúchame.

Ella se me quedó mirando como si hubiese visto un fantasma.

- Es que no puedo creerlo... tú nunca intentaste hablar antes conmigo así... ¿Y esas pintas ___? -preguntó algo contraída - creo que antes tu gusto era un poco extremo, pero esto es... ¡te ves demasiado simple!

Me reí de buena gana de la apreciación de Alice. De entre todas las mujeres del mundo, ella era a la primera a la que se le ocurría partir una conversación con un decálogo de moda.

Luego de eso, la vi revolverse un poco inquieta.

- Yo no sé qué es lo que tengamos que hablar... -dijo Alice.

- Muchas cosas. Ya era tiempo de que lo hiciera. Si tienes tiempo, trataré de explicarte algunas cosas. Sé que no soy nada para pedir tu comprensión, luego de no escucharte jamás con respecto a nada. Estoy consciente de ello. Pero estaba digamos... bastante perdida. Ahora que mi mente está menos enfebrecida-me reí de mí misma- puedo decirte que desde mi última actuación genial, estoy sola y arrepentida... ¡Nunca me di cuenta de lo mucho que te quería hasta que te perdí como amiga!

- ¿En realidad, tú piensas que éramos amigas ___? - me preguntó con algo de frialdad- que yo recuerde, según tus palabras, todas éramos unas zorras malditas que te seguían para estar bajo tu sombra... nadie valía mucho para ti.

Moví la cabeza en signo de afirmación. Ella tenía razón. Jamás demostré ningún sentimiento especial por nadie y era justo que mis palabras ahora no tuvieran lógica para Alice.

- Sé que esto ha de ser extraño -insistí -pero hay muchas cosas que han cambiado en este tiempo... yo ya no soy la misma.  El problema es que al aparecer, el daño que yo he causado era bastante más profundo de lo que yo creí al principio.

- Ni que lo digas. Yo en realidad te estimaba ___... es sólo que... antes que tú, me di cuenta de que el camino al que llevábamos no era más que una locura. Me di cuenta cuando empezaste con toda la locura de Rossy... -me miró - y yo te pedí que lo dejaras pero no me escuchaste. Luego pasó todo aquello... yo no fui capaz de ver como destrozabas a ese chico...

La miré algo afectada. En realidad era bastante difícil pedir perdón por una vida de errores, y más aún, esperar a que te perdonarán así a la primera. Y tenía razón sobre Ross. Eso ni hablar.

- Bueno, creo que todo esto no es más que la justicia que tarde o temprano debía llegar. No te voy a insistir en que seas mi amiga, ni tampoco que me perdones... eso debes sentirlo tú en tu corazón. Pero me gustaría que conversáramos un poco, que me dieras la oportunidad de demostrarte que ya no soy la misma de antes...

La vi reírse ante lo que yo decía y no supe como tomar eso... ¿Sería que no me creía o se burlaba de mí? Un pequeño sentimiento de rabia comenzó a aparecer, pero lo deseché con rapidez. Debía aceptarlo. Lo que fuera. Todo esto no era más que la consecuencia de mis actos.

- ¡Mira ___ que lío estás hecha! -me dijo al fin - es increíble, totalmente increíble - remarcó esa palabra- que estés tú acá, hablándome de esa manera, tan afectada... ¡No es necesario! Yo he sido tanto o más culpable que tú en esto. Mi único punto a favor es que yo me di cuenta antes, pero no soy nadie para juzgar a la gente... menos aún a ti. Y si, es verdad, no sé si  podamos ser amigas algún vez... pero ¡No importa! El hecho de que te hayas decidido a hablarme es algo que ni yo hubiese sido capaz de hacer. Eso es algo valorable. Te agradezco que lo hicieras.

- Gracias Alice, yo...

- Nada de gracias. Igual sigues siendo una zorra.

La miré asombrada mientras mi cara debía ser un poema. Ella rápidamente lanzó una risa ahogada, mientras me daba un codazo en las costillas.

-Mira nada más que cara has puesto... ¡Es una broma, pendeja!

Me reí con algo de alivio. En realidad que me había asustado. La miré y desee que algún día pudiéramos ser amigas en realidad. No iba a presionar las cosas, pero esto era mucho mejor de lo que pensaba.

- Bueno, ni creas que voy a pensar que estás acá sólo para besarme el culo -rió - así que... ¿Me dirás a quién realmente vienes a ver?

Me reí algo nerviosa. Últimamente era sumamente evidente y no conseguía engañar a nadie.

- ¿Tanto se nota? -decidí preguntar.

- Hace mucho tiempo que se nota ___. Al menos yo lo supe desde que te vi ese día tratar de seguir a Ross... tú nunca habías tenido a nadie que te rechazara y era lógico que te remecería el piso... pero si hubieras visto tus ojos... tú ya estabas perdida para ese entonces. Me asombra ver que te diste cuenta, aunque te tardaste bastante.

- Bueno si... yo soy una tonta... pero ahora que lo sé, me gustaría hacer algo...

- Ross no va a volver contigo ___ -me dijo tajante.

Vaya. Qué sincera.

- Supongo que no, aunque no negaré que me gustaría haber tenido oportunidad de que las cosas fueran distintas -murmure - pero por ahora, esa no es mi intención. Sólo quiero arreglar las cosas y ver si podemos ser amigos. No es que no lo desee -le dije al ver su cara de WTF- pero es al menos un pequeño paso... yo sólo deseo poder estar en paz con él, aunque sea de esa forma.

- Tú si que estas mal de la cabeza -me sentenció Alice - ¿No deberías luchar por él o algo así...?

- Me gustaría contarte todo más a fondo Alice -le dije - pero te aseguró que mi vida turbia tiene un origen aún más turbio. No es algo en lo que quiera ver a Ross inmiscuido. Lo quiero demasiado como para permitir que marche su vida con mis aberraciones. Él no se merece eso.

Alice me miró con los ojos como platos.

- Ahora bien -me dijo, saltando sobre mi y apretándome con suavidad el cuello, como si quisiera ahorcarme - ¿Quién eres tú y que hiciste con _____ Swan?

Me reí de su broma. En realidad las palabras se me salían casi sin pensarlo mucho, yo no hablaba, hablaba mi corazón. Por primera vez estaba siendo cien por ciento sincera.

- Alice, yo lo amo-dije para que no quedara ninguna duda- y no es mi intención volver su vida de cabeza. Me vuelvo loca por lanzarme sobre él, pero por ahora, su felicidad está primero. Él no sería feliz conmigo.

- Mmmm- me dijo - yo creo que eso debería decidirlo él ¿no crees?

Para variar, Alice tenía razón. En toda mi locura, estaba anteponiendo mis decisiones a las suyas.

- Creo que tienes razón -le dije - ¿Tú qué crees que debería hacer? - me atreví a preguntar.

Ella sonrió, como si estuviese feliz de que le hubiese preguntado. Se sentó más cerca y me tomó un mechón de cabello.

- Debes hablar con él -dijo ella - dile lo que sientes, abre tu corazón. Se sincera. Explícale con calma, como lo has hecho conmigo -me dijo - aunque si hay algo más turbio, creo que también debes decírselo. Déjalo que él decida. Así tendrás tu conciencia tranquila y sabrás que las cosas que hicieron fueron las  correctas.

- ¿Tú crees? -le dije algo dudosa.

- ___, ese hombre ha estado como loco desde que te vio de nuevo -me dijo- tú no sabes lo que yo sé, así que deja de dudarlo. Aunque tampoco te emociones, porque sé que él la ha estado pasando muy mal... así que déjalo respirar. Dile lo que sientes y deja que las cosas caigan por su propio peso. Hay un dicho muy sabio por ahí que dice: "Si amas algo, déjalo libre. Si vuelve, es tuyo. Si no, es porque nunca lo fue"

Miré a Alice asombrada. ¿Es que ella siempre había sido así o también estaba muy cambiada?

- No te conocía esa faceta Alice -le dije - creo que tu corazón está contento.

Ella sonrió satisfecha.

- Riker es lo mejor que pudo pasarme. Él es especial ¿sabes? Es como si fuese mi alma gemela, algo que siempre estuve esperando... creo que siempre lo supe. Él saca lo mejor de mí... es un ser excepcional.

- ¿Lo amas? -me atreví a preguntar.

- ¿Y eso a ti que te importa? -me chilló riendo- ahora estamos hablando de ti, no de mí... además quiero que sepas que no está disponible -me dijo seria- ya supe lo de tu desliz con él en Phoenix. Ahora es mío y yo lucharé lo él si es preciso.

Vaya con esta chica. Si que era de armas tomar.

- Eso es pasado- le dije - y no te preocupes, no pienso ni involucrarme un tus relaciones... lamento lo sucedido con Riker también. Creo que es alguien con quien debería conversar también...

- Sí -dijo Alice, entrecerrando los ojos- deberías hacerlo, pero por ahora deberías hablar con Ross... creo que es lo primero.

- ¿Él se encuentra...?

- Está dormido aún. No se ha levantado. Vamos, te llevo a su habitación.

- Alice... no sé si será correcto... -le argumenté recordando a su madre y todo eso...

- ¡Ya cállate pendeja, deja de ser tan remilgada! -me chilló - habla con él, no es como si vayan a hacer algo malo por ahí ¿o no?

Me reí de la broma tonta de Alice. Cómo la había extrañado.

Estábamos frente a la habitación de Ross y por un segundo dudé. Alice vio mi cara de duda.

- Nada de dudas acá. Ya estás aquí, ahora a conversar. Y lo harás enseguida, antes de que cambies de parecer.

- Alice, no sé, quizá ¿debería tocar primero...?

- Dale una sorpresa, anda -me dijo - estará feliz de verte.

Dicho esto, Alice entró casi empujándome dentro de la habitación de Ross. Lo vi. Ahí estaba el, de pie al lado de su cama, con poca ropa... se veía hermoso. Era como una visión celestial. Un ángel si no hubiera tenido esa cara de terror. Quizá no había sido buena idea venir...

Y entonces, la vi.

Reconocería ese cabello en cualquier sitio. Sabía antes de mirar dos veces lo que había ocurrido. Fue inevitable que mi corazón se crispara, adolorido.

- Ross -se me escapó de mis labios, casi sin pensarlo.

- ___- escuché que dijo él, mirándome.

De pronto, una furia incontenible se me subió por el estómago. Pero no era por él. Jamás podría odiarlo. Además, aunque costase admitirlo, estaba en su derecho. Mi odio iba por otro lado. Tanya. Esa maldita resbalosa. Debí haberlo sospechado. La vi revolverse inquieta y tratar de buscar su ropa. Quería morderle el cuello, pero yo no tenía derecho. Tuve que tragarme mi propio veneno y hablar de una vez.

- Sólo necesitaba que habláramos -dije, tratando de que mi voz sonara firme y mirando a Ross fijamente- pero veo que estás indispuesto... yo lamento la interrupción. -lo miré de nuevo y sentí ese dolor lacerante en el pecho- en cuanto estés disponible te espero... disculpa.

Y salí huyendo de ahí como alma que lleva el diablo. Ni siquiera me percaté de que es lo que habrá hecho Alice, pero pronto la tuve a mi lado, con rostro preocupado.

- No es nada Alice -le mentí- sólo lo esperaré afuera... creo que es lo mejor.

- ___...- escuché decir a Alice.

- No -dije cortándola- estoy bien, enserio ... lo esperaré en la sala.

Me senté como pude en la sala y traté de componerme. Respiré a mil por minuto, tratando de contener las lágrimas traicioneras. No podía llorar. Tenia que ser fuerte. Esto era por mi causa. "Tú querías un monstruo, ahí lo tienes. Es tu creación... nada más ni nada menos de lo que deseabas." Pensé por mis adentros. Así que a asumir mis actos, aunque doliera más que nada en este mundo. De pronto comprendí tan bien a Ross cuando me vio aquel día con Jacob, que me sentí peor si eso era posible. Me merecía cada segundo. Y no huiría de esto. Lo enfrentaría.

Lo vi aparecer algo alterado, vestido con una linda camisa negra y pantalones oscuros. Me puse de pie, tratando de no mostrar muchas emociones y salí a la entrada. Esto era algo que no debía escuchar nadie, más que nosotros.

- ___ -lo escuché decir, mientras se acercaba a mí.

Un aroma conocido me llegó de golpe y reconocí el perfume de Tanya. Sin querer, se me revolvió el estómago. Me dolió tanto ese pequeño detalle, que no pude evitar que un poco de veneno destilara por mis labios.

- Hueles a ella - me escuché decir, mientras retrocedía un paso. No debí decir eso.

Me arrepentí al momento de decirlo pero ya era tarde. Tenía que contener mis emociones. Eso no era su culpa, era mía. Toda mía. Me repetí mentalmente. Me pasé una mano por el cabello y respiré hondo antes de continuar.

- Tan sólo quería explicarte-  le dije- que no has tenido la culpa de nada sobre lo que sucedió anoche... cuando fuiste a mi casa.

Mi mente voló a esa noche. Si no hubiese sido por mi problema con lo del sexo y todas mis frustraciones de dominar y ser dominada, probablemente la que hubiese despertado en su cama no sería Tanya. Hubiese sido yo. Maldita sea. Quizá las cosas se hubiesen arreglado, aunque no era seguro. Decidí no pensar más en esa posibilidad.

- No... ___...- trató de decirme. Pero no lo dejé hablar. La que debía las explicaciones era yo, no él.

- Déjame hablar, por favor. -le pedí.

Mi corazón estaba al borde del colapso, adolorido. Traté de no mostrar demasiado lo que sentía, tenía que cumplir mi cometido.

- Sólo quería que supieras que no quiero pelear ni discutir más contigo. -dije - sólo quiero que veamos la opción de ser amigos. Nuestras familias están un poco unidas... tú sabes... Ellington y Rydel...

Lo vi asentir, pero no entendía nada de lo que yo decía. Es probable que pensara que se me había escapado un tornillo. Es verdad que en mi fuero interno quisiera gritar y chillar hasta quedarme sin aliento, pero no podía... eso lo hubiese hecho la antigua ___, no la nueva. Yo quería mejorar. Yo quería ser mejor. Aunque el corazón me doliera.

- Así es que... - le dije sonriendo- sólo piénsalo. Nosotros podemos llevarnos mejor, por el bien de los chicos... puede que hasta terminemos siendo familia... claro que no nosotros, por supuesto... me refiero a mi hermano y la tuya...

Me golpee mentalmente por dejar fluir un poco mis pensamientos. Familia. Él y yo... ¡Rayos! Mi lengua me traicionaba... me reí con tristeza.

Lo vi acercarse un poco y mirarme.

- ___... por favor... yo te... - pero no lo dejé continuar. Si decía eso, todo se derrumbaría. No podía escucharlo decir eso ahora. Lo quería con toda mi alma. Pero eso lo amarraría más a mí. No deseaba eso. Tenía que ser cuando el corazón libre y sin culpas lo sintiera y lo gritara. Ahora, luego de tantos errores y con nuestros corazones con dolor no era momento. Además, si lo decía, yo me perdería en sus brazos y lo arrastraría conmigo, hacia su perdición.

- No lo digas. -lo corté - por favor, no lo digas. No lo soportaría.

Vi como mis palabras le dolieron. Por un momento desee mandar la compostura y lo correcto al diablo y sólo perderme en sus brazos, decirle que la olvidara a ella y que yo podría darle lo que quisiera... pero eran sus elecciones y yo no era nadie pera cambiarlas.

- Yo... -dije luego, tratando de romper el silencio incómodo - no quise interrumpir lo de Tanya y tú... lo siento... - le dije, realmente avergonzada - no volverá a ocurrir.

- _____- me dijo despacio.

Los recuerdos me golpearon con fuerza. Él no me decía así desde... hacía tiempo. Mi nombre sonaba tan hermoso en sus labios rojos... No me cansaría jamás de escucharlo. Pero no podía hacerme ilusiones. Tenía que dejar mi corazón en paz.

- Esto jamás hubiera resultado Ross. -dije, tratando de controlar mi voz- tú lo sabes, yo lo sé. Es mejor que estas cosas hayan ocurrido así...

Ni yo misma me creía las palabras, pero tenía que decirlas. Lo que fuese por darle la libertad a él... y su felicidad antes que todo. Antes que nada.

Luego y para mi sorpresa, él me abrazó. Por un segundo quise retirarme pero mi cuerpo no respondió. Dejé que el tiempo transcurriera lento entre sus brazos, luchando contra las lágrimas. No quería separarme de él, pero debía hacerlo.

- ¿Seremos amigos? -me atreví a preguntar. Tenía que saberlo.

- No puedo ser tu amigo -me dijo.

Yo suspiré algo decepcionada. Supongo que no sería tan sencillo como llegar y empezar y hacer amigos de buenas a primeras. En el fondo lo sabía, pero valía la pena intentarlo. Habría que darle tiempo al tiempo.

- Está bien-susurre- lo entiendo... yo... lamento todo el daño que te hice... fui una mala persona.

Eso era algo importante que decir. Yo no había sido mala persona, había sido pésima. La peor de todas. Y él aún así estaba ahí, escuchándome y como siempre, él me sorprendió con sus palabras.

- No lo fuiste. Jamás lo has sido. Sólo eres tú.

Se me escapó un suspiro al oírlo. Era tan sublime y tan perfecto que eso me demostraba lo inalcanzable que era para mí. Ahora ya no podía continuar cerca de él o me doblegaría.

Debo irme o todo lo avanzado se iría por el caño. Me separé de Ross sin ningún ánimo.

- Yo... tengo algo que hacer -dije- debo irme.

- No te vayas -me suplicó, el corazón se me encogió.

- Es preciso.-dijo con casi un hilo de voz y sin mirarlo. Si lo miraba, caería.

La cabeza me daba vueltas y no entendía lo que aquí pasaba. Me enfurecí de pronto por todo. Por mí. Por Tanya. Por él y su amor tan inalcanzable. La pregunta me brotó casi sin pensarlo, pero ya era tarde cuando supe lo que dije. Tenía la vana esperanza de que todo no fuese más que un mal sueño.

- ¿Por qué te acostaste con ella?

Y no era una recriminación. Sólo necesitaba saber por qué. Que era lo que ella le había dado. Quizá fuese masoquista, pero el amor es masoquista. Y yo estaba perdidamente enamorada y necesitaba escucharlo de sus labios. Aunque eso me dasgarrara el corazón.

- Porque soy un pendejo. -lo escuché decir.

Hubiese querido escuchar cualquier otra cosa. Que no era verdad. Que lo habían obligado (ridículo, pero vale). Que no había querido hacerlo o no sé... alguna excusa. Pero él no se excusó. Como siempre, se culpó a sí mismo. Mis labios hablaron sin querlo pensar otra vez.

- Pensé que me dirías que no lo habías hecho -dije, casi en un susurro. No supe si me escuchó. Me dolió el pecho otra vez. Nunca debí preguntarle nada. Pero seguí hablando - no debería quejarme ¿verdad? al fin y al cabo eres lo que yo buscaba. Ni más ni menos, con la simple diferencia de que pensé que terminarías siendo para mí. No lo fuiste. Sé que yo me lo busqué, pero hubiese deseado que al menos tuviésemos una oportunidad... o algo... ahora ya es demasiado tarde. Vete con Tanya. Ella es una maldita tanto o más que yo. Ten cuidado. Sólo espero que tu novia no salga herida de todo esto.

No tenia control sobre mi lengua. Tenía todo tan claro y ahora la estaba cagando de nuevo. El veneno que llevaba en mi interior se comenzó a deslizar por mi lengua sin que tuviese control. Estaba perdiendo todo mi autocontrol de nuevo.

- Tú sabes bien que no tengo novia. No podría tenerla. -me dijo, con cierto timbre de molestia. No lo culpaba.

- Bueno, novias no, ¿pero si amantes? Que interesante -dije con ironía.

Estúpida. Mil veces estúpida. Pero ¿Qué demonios me pasaba? Después de todo el esfuerzo y todo el autocontrol, ahora estaba actuando como una noviecita celosa e imbécil. Felicidades ___, te acabas de ganar el premio a la pendeja del siglo.

- Yo hubiese querido que fueras tú...

Escuché esas palabras, pero no me creía que las hubiese oído. ¿En realidad había dicho eso? Lo miré asombrada, confusa y... quise besarlo. Abrazarlo y adorarlo por lo que acababa de decir. Pero eso hubiese sido la guinda del pastel.

- Eso no es una excusa y lo sabes. Por favor no hables así, me descompone. Yo misma he dado esas excusas y no son más que eso. Excusas. No las quiero.

Traté de que no sonara como si estuviese celosa, sino más bien como que en realidad yo no era nadie para que él tuviese que darme explicaciones. Pero evidentemente, no lo conseguí. Seguía pareciendo una mujer herida. Y lo era, pero no quería que se notara. Ya era tarde de todas maneras.

- ___ -me dijo de nuevo. No, esto no estaba bien. Estaba naufragando. Debía marcharme.

- Adiós Ross. Espero que esta vez sí podamos hacer las cosas bien. Yo... prefiero tenerte como amigo a no tenerte en absoluto.  Aunque me queme en el intento.

Prácticamente hui de ahí. Ya se estaba haciendo una rutina eso de huir de Ross. Me sentí mal y en la mitad del camino paré para vomitar. Asqueroso.

Me salí del auto y me fumé un cigarrillo para quitarme el mal sabor de boca. Era increíble cómo me descomponía a nivel físico. Una lágrima rodó por mi mejilla, luego otra más. Me sentí un poco mejor al llorar, por lo que continué haciéndolo. Lloré hasta que el dolor en mi pecho fue menos, pero seguía existiendo. Me comportaba como una tonta cada vez que estaba cerca de Ross.

No sabía si sería capaz de seguir con mi postura de mujer fuerte súper amiga de Ross. Podría estar con él mas seguido y eso, pero no seria capaz de soportar ver como hacia su vida lejos de mí. Era egoísta, lo sé, pero no podía evitarlo. Lo amaba y deseaba estar con él, tanto como alejarlo para que no sufriera daño. Estaba en una maldita encrucijada.

Suspiré y apagué el cigarrillo, caminando de nuevo hasta mi coche.

Estaba a punto de abrir la puerta, cuando una voz muy familiar me hiso saltar.

- _____ -escuché que me decían.

Me di la vuelta y no podía creer lo que veía mis ojos.

- ¿Qué rayos haces aquí? -pregunté, mientras me sonreía.


Trikbi.

4/4

Pervirtiendo A RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora