Capítulo 25

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Ayuda Inesperada.

___ POV.

Si la enfermedad no me vencía, de seguro lo haría la pena que sentía. Mi corazón estaba roto y eso no lo sanaba ninguna medicina. Ellington me estuvo mirando por muchas horas, sin decirme nada, pero era innecesario. Él sabía lo que me pasaba. No quise explicarle nada a Charlie, pero supe que Ellington le había contado por la expresión de furia que tenía en su rostro. Estaba dolida a morir con Ross, pero no me gustaba que alguien más lo odiara. No me parecía justo.

- Si ese chico Lynch estuviese realmente interesado en ti, vendría a verte ¿no crees?- decía Charlie tratando de medir mi reacción.

- No vendrá, porque le pedí que no lo hiciera – corté, sin ánimo de hablar más de él.

- Pues si a mí me importara alguien realmente no me importaría lo que tú hubieses dispuesto. Vendría de todos modos

Mire a Charlie y suspire. Obviamente a Ross no le importaba tanto. Él estaba más preocupado de saber con quién pasaba mis noches.

El médico se mostró optimista con respecto a las opciones médicas que presentaba mi caso, pero a mí no podía importarme menos. Charlie estaba bastante nervioso cada vez que yo despertaba y no entendía mucho el por qué. Ellington estaba sombrío y en varias ocasiones lo vi llamando a alguien, pero no parecían contestarle. Podía tener una idea de a quién llamaba.

Luego de algunas sesiones de quimioterapia y algunos nuevos análisis, el médico no parecía verse tan optimista. A mí nadie me dijo nada, Charlie siempre me sonreía y me decía que todo iba a las mil maravillas, pero yo no era tonta y estaba aburrida de ver el rostro de lástima de las enfermeras cada vez que venían a chequear o a darme alguna medicina. Esto apestaba.

Fue justamente en una de las sesiones de quimioterapia que me sentí inusualmente mal, como la primera vez que me desmayé. Los médicos se apresuraron en socorrerme, y al parecer mi enfermedad también me hacía ver visiones, porque estaba segura de que veía a Ross por todas partes. No era posible, por cierto, pero mi mente jugaba muy malas pasadas. Incluso en una de esas ocasiones en que me encontraba entre las sombras y la luz, hundida en el sopor, podía casi asegurar que sentía su aroma revoloteando cerca de mí, incluso una vez mi delirio llego a tal extremo que juraría que Ross me había besado.

No supe cuánto tiempo pasó hasta que recupere plenamente la consciencia, pero me sentí decepcionada de darme cuenta de que mis visiones de Ross no eran más que jugarretas de mi dopada mente. No iba a ser nada fácil olvidarme de él, aunque sabía que era lo único que me quedaba por hacer. Ross ni siquiera intentó hacer algo para que eso no pasara. Simplemente le pedí que se fuera y él se fue. Quizás hasta lo deseaba.

Me tallé los ojos, tratando de quitarme lo dormida. Estaba sola en la sala, pero era evidente que Charlie había pasado la noche a mi costado. Todavía estaba su libro y su manta enrollados en la silla.

Sentía una sed abrasadora y hubiese querido tener un refresco para beber. Pero me tenía que conformar con la insípida agua del hospital. Me voltee hacia la mesita de noche, para poder servirme un poco de agua y mi mano tropezó con algo que definitivamente no estaba allí la noche anterior.

Era un anillo color plata muy hermoso. La tomé entre mis manos y le di vueltas. Yo la había visto antes. Y muy de cerca... ¿pero qué hacia ese anillo ahí?

Mi corazón se desbocó al recordar al dueño de esto. Ross. ¿Cómo era que su anillo había terminado en mi mesa de noche? Traté de pensar en una respuesta, pero la única posibilidad que llegaba a mi mente era que existía la posibilidad de que Ross había estado acá. Quizás no fue un sueño el creer sentirlo cerca... ¿o que me hubiese besado?

Pervirtiendo A RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora