Capítulo 1

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MISIÓN A HOGWARTS

Percy
Ahí estábamos. Ahí estaba yo, consumido por la ira, la pena, la intriga y la preocupación. Quirón nos había llamado a una reunión, un consejo. Honestamente no quería malas noticias, por poco muero al igual que mis amigos y todo el Campamento; por poco, el Olimpo fue destruido.

Creo que ya hemos vivido lo suficiente. No creo poder soportar nada más. La guerra me hizo vivir lo que nadie debería sufrir. Viví lo peor de este mundo. Caminé por el Tártaro y algo dentro de mi se rompió, al igual que en Annabeth, solo que ella no pudo recuperarse. Pasa las noches gritando por las pesadillas y en los días, no sale de su cabaña. Lo único que hace es quedarse sentada en su litera con la vista perdida en el vacío.

Nosotros terminamos, con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que nuestra relación estaba destinada a fracasar, y sí, dijimos que no volveríamos a separarnos, pero el otro nos recordaba el lugar que queríamos olvidar. Después de todo, me di cuenta de que había saltado solo por mi lealtad personal, mi defecto fatídico. Debo admitir que al principio me dolió la ruptura, pero luego le encontré su lógica. Ahora, todo eso no me molesta, la sigo queriendo, pero como a una amiga.

Hablando de amigos, Leo sobrevivió. Regresó al Campamento unos meses luego de la guerra y no llegó solo, de su brazo apareció Calypso. Me alegré de verla, después de todo, ella no merecía estar encerrada en aquella isla con el corazón siempre roto.

Volviendo al tema... Me dirigí a la casa grande, donde ya se encontraban Piper, Jason y Leo. Estaban sentados alrededor de la mesa de juegos, Quirón miraba preocupado y si mis instintos no me fallaban, vi tristeza y dolor en su mirada.

—¡Ah, Percy! Ya era hora —dijo Quirón cuando me vio—. Siéntate, por favor. —Luego guardó silencio y comenzó a caminar por la sala.

Pasaron unos minutos y apareció Nico. Por un momento, mi corazón se detuvo, para comenzar a latir a un ritmo acelerado. Su rostro tenía signos de que recién se había despertado. Se restregaba los ojos y bostezaba. Entonces, caí en cuenta de que si estaba tan cansado era porque no había dormido bien. En lenguaje semidiós: pesadillas.

Al instante me sentí culpable. Nico solo tenía catorce años, la misma edad que tenía yo cuando fuimos a la misión en el Laberinto... y no había pasado por tanto.

Me di cuenta de lo mucho que había cambiado. Su alegría y espíritu se habían esfumado. Me sentí culpable, porque si yo lo hubiera cuidado bien, él no hubiera sufrido tanto. No tendría la vida que lleva, sería feliz.

—...ercy.

—¿Quirón? —Estaba tan ensimismado, que no me había dado  cuenta de que me estaba hablando.

—¿Estás bien? —Se veía preocupado al igual que los chicos. Nico que esquivaba mi mirada.

—Sí. ¿Por qué lo preguntas? —Entonces miré el pocillo con nachos que nadie había tocado. Para mi sorpresa, tenía una inusual mirada sombría. Intenté sonreír—. No te preocupes. Estoy bien. ¿Por qué me llamabas?

—¿No vendrán los otros jefes de cabaña? —preguntó Jason, mi bro.

—No. Seremos solo nosotros.

—Entonces dinos para qué nos llamaste —dijo Leo con impaciencia. Aunque podría apostar un dólar de arena a que es solo su TDAH.

—Chicos, sé por todo lo que han pasado y que solo han sido cinco meses desde la guerra, por lo que me avergüenza decirles esto, pero... — Tomó aire y suspiró—. Tengo una misión para ustedes.

Olympus en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora