Capítulo 3

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EL SOMBRERO SELECCIONADOR

Nico
Lo que nos gritó Harry de verdad me dolió. Está bien, el tipo no parecía una mala persona, no nos conocía y se enfadó, pero eso no le da el derecho de gritarnos lo que se le antoje. Me hizo recordar todo lo malo que alguna vez pasé. Todas las muertes que presencié. Los problemas con mi padre, para quien no soy lo suficientemente bueno. Perséfone que me odia. Luego... lo peor de todo. Mi estancia en el Tártaro, el casino Lotus, Westover Hall, Zeus matando a una madre que no puedo recordar, la pérdida de Bianca, a quien amé como a nadie.

¡Quería golpear a ese tipo Harry! ¡Tenía que arruinar todo!

Primero, Percy me había abrazado. Bueno, no es como si nunca lo hubiera hecho, pero me sigo sorprendiendo cada vez que le dan sus minutos cariñosos. Él me hace sentir protegido y querido, pero no tiene porqué saberlo.

Después llegó ese idiota de Malfoy y el sorprendente arrebato de Percy cuando le dijeron homosexual.

¡No es justo! ¡Maldito, Potter!

Nosotros los defendimos, ¿y para qué? ¿Para recordar todo lo que hemos perdido? No es justo...

Me puse a recordar mi tiempo con Bianca, cuando aún me gustaba Mitomagia, parece haber pasado tanto tiempo desde eso. Luego están los recuerdos de Percy salvándome, cuando limpió los establos del Rancho Triple G por mí, ¡aun cuando sabía que le odiaba! Los recuerdos de él haciéndome reír, pasando tiempo conmigo, incluyéndome en el campamento. Luego de eso, adiós a la memoria de Percy y... y a él. Quedé destrozado con su desaparición y cuando lo encontré no pude decirle la verdad, y aun cuando no le dije quién era, fue a rescatarme de aquel jarrón peleando con dos gigantes. Percy es lo único que me queda que verdaderamente me importa. Él es lo que me ayuda cada día, la razón por la que no me he rendido. Podré tener a Hazel, pero no es lo mismo, ella tiene al Campamento Júpiter y a Frank...

Todo eso me hizo recordar ese Harry Potter. Me recordó que estoy solo y que los que están conmigo terminaran dejándome.

—¿Nico?

—Qué —respondí volteándome y Jason estaba ahí.

—¿Qué pasa?

—Nada, no te preocupes —dije, en un intento de restarle importancia al asunto, pero me di cuenta que Jason no me creyó.

—Estás recordando, ¿verdad? —preguntó con cautela. Se veía preocupado.

—Ajá.

—Yo también. —Lo miré con más detalle y vi que también estaba triste. La vida de él tampoco había sido fácil—. Y debemos acercarnos a ellos...

—Si no queda de otra... —Jason entendió que no quería hablar, así que se marchó.

Ya habíamos bajado del tren y estábamos esperando que nos dijeran qué hacer o dónde ir. A mí alrededor solo habían chicos con túnicas, extrañamente contentos como para asistir a una escuela. Yo llevaba la misma ropa del campamento, no sabía que los magos usaban uniforme.  De repente, alguien cubrió mis ojos.

—¿Quién soy? —preguntó una voz que era inconfundible para mí. Además, el aroma a agua salada, inundó mis fosas nasales.

—Sé que eres tú, Percy —respondí. Él me soltó.

—¿Qué me delató? —Quiso saber. Me di la vuelta y él estaba haciendo una mueca que parecía un puchero.

—¿Quién más iba a ser? —Bueno, esa no era la verdadera razón, pero no iba a decirle que era por su aroma o el sonido de su voz. Sonaría mal.

Olympus en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora