Epílogo
La ciudad se alejaba con lentitud, impotente, intimidante. Moira observaba por la rendija de la ventanilla el oscuro cielo gris caer en la oscuridad poco a poco, la noche pisándole los talones.
Recuesta su sien contra la rejilla, el frío alambre clavándose contra su mejilla buena, mientras que cierra los ojos. Sus manos encuentran las mangas de la gigantezca chaqueta y presionando la toalla contra su brazo herido. Suspira con pesadez, y con aquella simple acción su pecho se contrae en expectativa, en tensión. Porque seguía viva, seguía en el juego, porque seguía junto a él.
Él. Siente sus ojos quemando su piel. Su voz es un susurro, mientras que habla con David y Aiden. Percibe su aroma. Él la ha había encontrado.
¿Por qué la había encontrado?
Moira se pregunta por Xavier Bloom, el detective con ojos de lobo. Se pregunta si estará ayudando a llevar a los heridos al hospital. Se pregunta si irá tras ellos. Se pregunta si habrán podido salvar a alguien de aquel gas venenoso. Se pregunta si alguna vez se volverán a encontrar.
Una curva más y la ciudad es tan sólo una mancha en la distancia. Contrae sus dedos entre la tela, siguiendo el ritmo del auto con pequeños movimientos. El ritmo es perfecto para una pieza.
Moira se pregunta si volverá a tocar.
Es extraño los giros retorcidos del destino. El cómo podría cambiar todo con tan sólo un parpadeo. Las malas decisiones, las personas que se han ido, las cicatrices, los viajes en la carretera. Todo cambia, todo se vuelve parte del pasado.
El futuro le pisa los pies. Moira se pregunta sobre qué pasaría luego de aquel largo viaje. No tenía idea. Era tan ignorante, que nunca podría imaginarse lo que le deparará en un futuro. No tenía que no lograría llegar hasta los 28 años. No tenía idea de que, en unos pocos años, la encontrarían muerta al lado de Andy Biersack, manos entrelazadas, y una bala atravesando sus cabezas.
Por ahora, tan sólo es un viaje en carretera, sin destino.
La toalla se vuelve pegajoza entre sus dedos, y con cuidado ve la herida de bala. Ve el pequeño metal incrustado en su piel y, mordiendo sus labios, oncrusta sus dedos sobre la carne y toma la bala entre sus dedos. Suelta un suspiro y observa la bala en su mano. Era curisos como las heridas físicas ya no dolían como antes luego de haber sufrido tanto psicológicamente.
Otra curva más, y están en el medio de la nada.
Moira se encuentra con su mirada. Ojos turbios, ojos oscuros. Le da una sombra de sonrisa, que Moira no logra regresar. Se sienta a su lado, sin dejar sus miradas. Sus fosas nasales se impregnan de su colonia y su cercanía la perturba. La obliga a colocar su cabeza en su hombro, mientras la noche cae sobre ellos.
Con un suspiro, cierra los ojos.
No podría escapar.
Nunca podría escapar de Shadow
FIN
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The Shadow
Hayran KurguPorque él seguiría siendo una sombra, inmerso cada vez más en las tinieblas; y ella seguiría siendo un ángel, en busca de una forma de salir de la oscuridad. ADVERTENCIA: contenido explícito que requiere de la discreción del lector.