VIII

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VIII

Andy se quedó mirando fijamente la puerta, sus puños firmemente apretados en sus costados. Siempre era dificil, siempre se quedaba mirando aquella puerta, debatiendo contra su sistema nervioso que le rogaba salir corriendo de ese lugar. Pero, como era usual, luchaba contra todos sus intintos y, mordiendo fuertemente sus labios, tomaba el picaporte, abriendo la puerta.

El olor a medicamentos, sangre y perfume infantil inundó sus fosas nasales, haciéndo que su pecho diera un leve vuelco. Sus ojos grises recorrieron la pequeña habitación, empapelada completamente por recortes de revistas y dibujos maltrechos. Y sobre todo: ojos. En cada espacio libre, de todo los tamaños. Vigilantes, observando cada movimiento, como si fueran los míticos ojos de el doctor T.J Eckleburg, siempre alertas. Sacaba la mierda de su interior. Lo hacían sentir expuesto.

En el centro de la habitación, una chica se encontraba encorvada, su largo y desastroso cabello caoba ondulado cubriendo sus hombros y su rostro, unas tijeras moviéndose hábilmente por la hoja, sin siquiera notar su presencia.

Exhaló el aire comprimido, mientras se acercaba a la chica y se sentaba frente a ella, doblando todos los papeles dispersos en la cama a su paso. Al principio la chica retrocedió hasta el dosel de la cama, sus ojos azules turquesas resplandecientes con una mirada animal, desesperada, salvaje.

— ¿Amitt? Soy yo, Andy— susurró cuidadosamente el chico, acercándose a ella, como un animal herido.

La chica no se inmutó por unos momentos, hasta que sus ojos cobraron un brilo de reconocimiento y se acercó poco a poco a él, sentándose en su regazo y sus pequeños bracitos apretándolo contra sí. Andy devolvió el abrazo, meciéndose de adelante hacia atrás y diciéndole cosas dulces al oído.

Amitt Biersack lograba sacar lado inóspito de Andy, aquel lado que durante años logró ocultar al exterior, inclusive a él mismo. Su hermana pequeña, de quien escondía del mundo y protegía con su vida. Y Andy era la única persona que podía calmarla cuando le daba un ataque de pánico, o cuando las olas de depresión se volvían tortuosas.

Era su pequeño consuelo. Su secreto.

—Te hice algo— musitó en voz baja la chica con un tono de voz suave y el chico alzó las cejas sorprendido. Se escabulló de su regazo y buscó debajo de su cama y para volver hacia él, tendiéndolo orgullosa de su trabajo.

Era una coronilla de flores, cuidadosamente forjada, con una pequeñas margaritas en ellas. Al ver los grandes e ilusionados ojos de su hermana pequeña, sonrió ampliamente y se la colocó en la cabeza. Amitt sonrió y puso de nuevo sus brazos en su cuello, apretándolo contra él.

Lo que le había ocurrido a Amitt era sólo una de las pequeñas cargas que lo consumían lentamente. Aún recordaba aquel día. El día en que corrompieron a su pequeña hermana, cuando le mostraron la verdadera cara del cruel mundo. Ella sólo tenía cinco años cuando aquellos delicuentes fisgoneaban en su jardin, en busca de su nueva presa. No sabía el porqué aquellos niños grandes lo retuvieron. No sabía porqué le tiraban piedras a su hermana, o el porqué le daban patadas. Fue Aiden quien los detuvo y salvó a la pequeña.

Pero los lobos vienen de noche...

Los gritos desgarradores de Amitt fueron los que despertaron a la familia aquella noche. La puerta estaba trancada desde el interior de la habitación. Andy aún podía recordar claramente aquel sentimiento de pánico que lo consumía, aquella nefasta sensación de no poder hacer nada, de no saber si quiera lo que estaba pasando. Inocente, tan inocente...

Su hermana no volvió a ser la misma. Conservaba aquel espíritu infantil, aferrándose a aquella infancia que se había escurrido demasiado rápido, interna en su país de las maravillas gracias a los miles de calmantes y antidepresivos que tenía que tomar todos los días.

Pero la venganza, oh, la dulce venganza. Recordaba perfectamente cómo el hacha se ancaba en cada uno de esos bastardos, en cómo se regocijó cuando pedían misericordia y en sus gritos desesperados...

Era muy dificil escapar de Shadow...


The ShadowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora