- ¿A dónde vamos?-le pregunté. Nos habíamos desviado del camino a mi casa.
- A mi casa, no puedes llegar así a la tuya-dijo-. Tienes las manos llenas de sangre.
- No necesito que me lo recuerdes-se me revolvió el estomago-, Brian...
- ¿Qué?
- Me duele la cabeza-me quejé-, quiero ir directo a mi casa.
- No puedes, te quedarás en la mía un rato. Hasta que te sientas mejor.
- No, no quiero.
- Sí, tu madre no puede verte así-me recordó-. Ella está en tu casa.
- No, no está en casa. Salió con unas amigas a comer.
- ¿Y que pasa si ya volvió? ¿Estás segura que quieres explicarle todo, hasta lo de las amenazas?
- No.
- Entonces, vienes a casa, te tranquilizas y te llevo.
Apoyé la cabeza en la ventanilla y dejé de secarme las lágrimas dejando que caigan. No quería vivir sabiendo que dentro de un mes estaría muerta, o bueno al menos eso me habían dado a entender. Brian estacionó el auto frente a su casa y me abrió la puerta del copiloto para que bajase.
- No hay nadie en casa-me avisó-. ¿tienes hambre? creo que hay algo de comer en la heladera.
- No, no tengo hambre. Solo quiero algo para el dolor de cabeza. Ah, y también quitarme la sangre de las manos-agregué.
Entramos a la casa y nos dirigimos a la habitación de Brian. Pero algo me llamó la atención. No había nadie en la casa, solo nosotros dos. Estaba segura de que si iba a tener alguna otra posibilidad de entrar al despacho del ''padre'' de Brian era esta. Si había sido él quien organizo esto, si había sido él quien mató a la anciana y quien quería matarme a mi las pistas estarían ese lugar. Y que más daba si me descubrían, intentaría matarme de todos modos.
Me senté en la cama de Brian, tenía que encontrar el momento indicado para bajar y abrir la puerta del despacho. Me quité un clip del pelo y lo guardé en el bolsillo del pantalón, tenía que estar preparada para hacer todo rápido.
- Ve a lavarte las manos-me ordenó-, no quiero que quede el olor a sangre en mis sábanas.
Por mala suerte la habitación tenía baño propio y si me iba al del pasillo dejaría todo muy obvio. Entré y me enjuagué las manos tratando de no ver como lo rojo se iba, no quería recordar la imagen de la señora cayendo luego de que le dispararan. Me sequé las manos y volví a sentarme en la cama. Él se me quedó mirando, estaba segura de que trataba de descubrir como me sentía sin tener que preguntármelo.
- Me duele la cabeza-le recordé-, necesito algo para que se me vaya el dolor. Siento que me voy a desmayar.
- Oh, claro-movió su cabeza para reaccionar-. Las pastillas están en el baño de abajo. ¿Me esperas aquí?
- Sí -mentí.
Justo cuando cerró la puerta de la habitación se puso en marcha. Me fijé que ya haya bajado las escaleras para ir a abajo. Tratando de hacer el menor ruido posible con los tacones bajé las escaleras. Puedo decir que casi más me mataba pero logré sostenerme con la baranda. Dí un vistazo rápido al pasillo en donde se encontraba la oficina/despacho. Corrí hasta la puerta y busqué el clip. Mis manos temblaban, nunca me hubiera imaginado haciendo esto pero había algo que me decía que tenía que hacerlo. Por suerte la puerta abrió fácil. El lugar estaba oscuro pero puse divisar un escritorio de madera lleno de papeles, una silla por detrás de él y un montón de estantes en las paredes llenos de libros. Para quien no creía que John era un asesino esta oficina podría parecer de una persona normal, pero no lo era. Cerré la puerta con cuidado para que Brian no sospechara nada. Encendí la luz, tendría que hacer esto rápido. Solo una mirada a los papeles y me iría. Con las piernas temblorosas me dirigí al escritorio.