Seis días, si, seis larguísimos días evitando a Mateo. Evitando hablarle, mirarle, cruzarme con él. Esquivando el más mínimo contacto y, ¿me ha funcionado? Pues no.
No sé cuánto se tarda en olvidar a alguien con el que ni siquiera has tenido nada, pero desde luego más de seis días.
Debería estar concentrada en la actuación de mañana, y sin embargo no paro de pensar en el increíble dios griego que me enamoró y luego me hizo tanto daño. No me lo quito de la cabeza por mucho que lo intento, incluso he probado a avanzar con Raúl, pero desheché la idea enseguida, no jugaría con mi mejor amigo, sabía cuánto dolía que te hicieran eso y él era el que menos lo merecía.Última tarde de ensayo, mañana toco la pieza definitiva, la que me tiene que salir sin un solo fallo, y lo que últimamente era imposible al no estar al cien por cien. Me despistaba y no paraba de poner los dedos donde no debía, ¡vaya un desastre si hiciera eso mañana delante de todo el mundo!
Cuando a las seis cruzo la puerta de la sala y cierro a mis espaldas, me sorprendo al ver un papel arrugado sobre el piano, ¿qué es eso? Yo nunca dejaría algo sobre él.
Me acerco hasta aquel papel reconociéndo mi letra, ¡no puede ser! Es la canción que tiré, la canción que le íba a cantar a Mateo está de nuevo ante mis ojos.- ¿La cantarías para mí solo una vez? - Su voz me asusta, no le había oído entrar. Frunzo el ceño antes de dar la vuelta y mirarle.
- ¿Estás de broma? No, ni hablar.
- La he leído, Ale. Es preciosa - Se acerca a mí, cogiéndo mi cara con ambas manos, yo me estremezco al sentirlo tan cerca. - Cántala para mí, lo necesito.
- ¿Lo necesitas?
- Te necesito a tí, mi niña - Un escalofrío recorre mi espina dorsal mirando a sus preciosos ojos azules - Intenté alejarte, alejarme yo, pero no puedo.
- Haz un esfuerzo, Mateo. Igual que yo lo estoy haciendo para olvidar todo lo que siento.
- ¿Sabes lo que más me gusta de tí? - Me susurra ignorando mis palabras - Que cuando estoy hecho una mierda, en la maldita oscuridad, apareces con esa sonrisa para iluminarlo todo.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Que te quiero cerca, eres mi cura, Alejandra. Mi mejor medicina. La única que consigue sacar lo mejor de mí. No me dejes, no me ignores, no me olvides... por favor.
Veo dolor, muchísimo dolor en él. Le doy un abrazo con fuerza y Mateo hunde su cabeza en mi hombro, respirando pesadamente.
¿Qué ha podido suceder en su vida que lo tenga así, haciéndole sufrir de esa manera?
Parece un niño, pequeño y asustado, y yo soy su remedio, ¿cómo puedo serlo? Yo simplemente quiero hacerle feliz, feliz a mi lado.- ¿Por qué eres así? - Pregunto cuando nos separamos. – ¿Por qué intentas eliminar de tu vida todo lo bueno que tienes?
— No sé ser de otra manera. No me merezco ser feliz.
— No digas eso – Le digo furiosa – Te lo mereces igual o más que cualquier persona.
— Soy mala persona, Alejandra. Lo he sido siempre.
— ¿Y por eso te quiere tanta gente, eh? ¿Por eso me he enamorado de tí de una manera casi imposible?
— No... no quería que te enamoraras de mi, por eso intenté alejarte. Pero estos días me he dado cuenta de cuánto me gusta que me quieras. Y lo bien que me hace escucharte tocar o cantar, eres como... mi salvación.
— Pues te quiero, muchísimo. Y sería todo lo que tú me pidieras.
— No dejes de hacerlo, por favor... quiéreme, pequeña. – Sonríe, besando mi frente.
Después se levanta, respirando hondo antes de dedicarme una última mirada dulce y despedirse de mí.
— Espera, Mateo... – Se queda parado y me mira con esperanza – Cantaré la canción.
— ¿De verdad? – Asiento.
— Si, necesito ánimo para mañana. Y ése ánimo se llama Mateo. La canción me ayudará, como me ayuda saber que te gusta que te quiera – Sonrío.
— Te escucho entonces, mi niña.
Me siento frente al piano, con toda la ilusión que había desaparecido, ahora acumulada de nuevo en mis dedos, pongo el papel frente a mis ojos, y comienzo a cantar y tocar.
— He tardado en saberlo, pero sin tí... no puedo vivir. Esperé demasiado, para hacer lo que tenía que hacer... – La canción es preciosa y más si sé que Mateo está atento escuchando, por lo que sigo. – Si cada día te espero a tí, si vendería mi voz por tí. Me he perdido en un mar de recuerdos y no puedo salir, sin ti... – Mateo se acerca a mí, sin tocarme, sin hablarme, solo para escucharme, veo como sus ojos brillan por la emoción –...estoy rendida si no estás tú, nada me importa, solo tú. Soy un nadie que busca y no encuentra, soy un ciego total...sin tu luz.
Termino la canción, mirando al teclado con los ojos borrosos, pestañeando para no llorar, aunque esta vez no sea de tristeza. Mateo se pone de cuclillas a mi lado, levantándome la cabeza por el mentón y haciendo que nuestros ojos azules coincidan.
— Me encanta... – Susurra. Me acaricia la mejilla, con suavidad, yo cierro los ojos acercando mi cara a su mano, para sentir todavía más su caricia. Con su dedo pulgar, recorre mi labio despacio, tan despacio que creo que nunca terminará de hacerlo – ¿Mi niña, estarás dispuesta a esperarme?
— Si – Susurro casi sin voz.
— Sabes como soy, Ale. ¿Podrás esperarme pase lo que pase? ¿Sabrás hacerlo cueste lo que cueste?
— Te esperaré cada día, Mat. – Sonrío. – Cada día.
Y entonces ocurre algo que no habría imaginado ni en mis mejores sueños, ni aunque lo hubiera hecho con todas mis fuerzas. Ni siquiera soñando con los ojos abiertos.
Se inclina hacia mis labios y me deja un corto beso, húmedo, dulce y con cariño.Me quedo con los ojos como platos, mirando su hermoso rostro, sus ojazos azules y sus ahora perfectos labios que me han besado.
— Hasta mañana, mi niña preciosa.
—————————————————
Os dejo en multimedia la preciosa canción que Ale canta para Mateo, espero que os guste tanto como a mí ;)
El capítulo... ¿inesperado, verdad? :) ¿Qué le pasa a Mat?
¡¡Gracias por leer!!
ESTÁS LEYENDO
Quiéreme si te atreves.
De TodoAlejandra es una chica de dieciséis años con un secreto. Un gran secreto que nadie conoce, ni siquiera su mejor amigo, Raúl. Alejandra está enamorada, pero quizá no de la persona que debería. ¿Te atreves a saber lo que pasará? Portada hecha por @nat...