Me dirijo a la cocina nerviosa, con todo lo planeado, repasando una y otra vez todo lo que tengo que hacer.
Ha llegado el momento, ya es la hora.Me siento en una de las sillas, al parecer soy la primera, imagino que Ángel habrá subido primero al despacho de papá y ahora bajarán.
Milagros me mira cuando entro, y enseguida me suben los colores al recordar la escena de esta mañana.
- Gracias, Mila - Le digo en voz baja. - ¿Cómo has sabido que...?
- ¿Que subirías a la habitación de Mateo? - Me interrumpe terminando ella misma la pregunta - Respecto a él, eres muy poco disimulada, los sentimientos te salen por todos lados.
- No puedo evitarlo - Respiro hondo, apoyando los codos en la mesa - Es sentir que está cerca y... todo se me acelera.
- Y te entiendo, pero debes contenerte al menos en casa. Tu padre aceptará mucho mejor lo vuestro si se lo decís como dos personas cilivizadas a que si os pilla en uno de vuestros arrebatos, ¿no crees, querida?
- Lo sé, tienes razón, igual que Mateo. Intentaré... controlarme - Le guiño un ojo y suelta una carcajada, no creo que nunca me halla visto tan desatada, no me reconozco ni yo misma. Mateo despierta en mí cosas desconocidas.
Unos minutos después e interrumpiendo nuestra divertida charla, aparecen los tres hombres. Trajeados, bien peinados y con su perfume extendiéndose por toda la cocina en apenas unos segundos.
Milagros se retira y mamá tenía trabajo, por lo que solo estaremos nosotros cuatro.
El momento más incómodo es cuando Mateo se va a sentar a mi lado, pero veo como Ángel se le adelanta, poniendo una mano sobre mi hombro y dejando un pegajoso beso en mi mejilla. No puedo disimular mi cara de completo asco cuando lo hace, y Mateo no está mucho mejor, ya que aprieta sus mandíbulas y puños, haciendo que sus nudillos se vean blancos por la fuerza con la que lo está haciendo. Papá es el único que parece no darse cuenta de nada, pero al menos hoy sabrá acerca del traidor que tiene ahora mismo sentado al lado y que se hace pasar por el novio de su hija solo por ambición.
Comemos en silencio durante unos minutos, hasta que por fin papá es el que toma la palabra, dejando el tenedor sobre el plato.
Todos hacemos lo mismo para escucharlo con atención.
- Bien, chicos... - Empieza, respirando hondo - Como bien sabéis, estamos aquí reunidos para decidir quién será el próximo director en la nueva empresa. Me ha costado muchísimo tomar esta decisión. Por una parte - Mira a Mateo - Tú, amigo, eres mi mano derecha. Sé a ciencia cierta que harías las cosas justo como yo, por eso confío en tí de esta manera. Llevarías la empresa a tu manera, que es la mía. Hemos trabajado tanto tiempo juntos, que sabemos lo que hay que hacer en cada momento, pero... - Ahora me mirá a mí, con una dulce sonrisa - Alejandra es la niña de mis ojos, y no me creo que se haya enamorado y quiera tener un futuro, pero, sin duda, yo quiero darle la mejor vida posible... - Me aprieta una mano con ternura - Por lo que, Ángel, creo que eres un joven bastante capaz, debo decirte que... eres tú.
- ¿Que soy yo? - Pregunta desconcertado.
- Si - Asiente mi padre con una leve sonrisa - Tú serás el director en funciones de la nueva empresa.
Pensé que la cara de Ángel sería de completa alegría pero, sin embargo, frunce el ceño, sin quitar los ojos de papá.
- ¿En funciones?
- Claro, hijo. - Asiente mi padre.
- Pero no... - Se levanta, lentamente, con una estúpida sonrisa en la cara - No, Jesús. Como tú has dicho, quiero darle un gran futuro a Alejandra, no podré hacerlo si mi trabajo no es fijo, ¿quien me dice a mí que en seis meses, quizá un año, no me vas a sustituir por uno de tus amigos, como Mateo?
- Te estoy dando mi palabra, Ángel - Papá también se levanta, quedando así a la misma altura.
- Me temo que no es suficiente - ¡Puag! ¿Alguien puede ser peor persona que Ángel? No lo creo. Noto cómo papá está conociendo poco a poco su otra parte, la ambiciosa. Yo suelto grandes carcajadas en mi interior mientras en la mesa sigo con mi semblante serio. Él mismo se está destapando, sin ayuda de ningún plan, y papá es listo, si sigue así lo acabará descubriendo.
- Subamos a mi despacho, debemos hablar - Es lo único que dice mi padre antes de abrocharse un único botón suelto en su chaqueta y salir por la puerta.
Ángel nos dedica a Mateo y a mí una mirada entre confusión y desagrado antes de seguirlo.
Miro a Mateo, que me devuelve la mirada sin saber a qué ha venido todo esto. Yo quiero saber lo que pasa por lo que, cuando los veo desaparecer escaleras arriba, me apresuro a subir, llegando a la puerta del despacho de papá ya cerrada.
- ¿Qué haces, Alejandra? - Mateo me da alcance, escondiéndose a mi lado para tampoco ser visto por mi padre o Ángel.
- Quiero saber de lo que hablan, así que cállate, Mateo. Lo que está pasando ahí dentro también tiene que ver con nosotros.
Nos quedamos en silencio, intentando escuchar algo, pero por desgracia no están gritando, por lo que no nos enteramos de una sola palabra.
Esperamos pacientes diez, quince y veinte minutos. Agotada de estar de pie, me apoyo en la pared para sentarme en el suelo y, justo cuando la puerta se abre, noto una mano fuerte rodearme la muñeca y arrastrarme por el pasillo hasta una de las habitaciones más cercanas, donde ambos entramos.
- Silencio... - Me susurra Mateo con su cuerpo pegado al mío. Ambos apoyados en la puerta de la habitación donde nos escondemos, con las respiraciones aceleradas. Ángel ha estado a punto de pillarnos escuchando...
- Mateo - Digo en voz baja, con su nariz prácticamente rozando mi mejilla y cada parte de su cuerpo rozando el mío.- Sé que no debería estar pensando ahora mismo en esto, pero... me muero por besarte.
Me atrevo a mirar a sus ojos, ahora oscurecidos de deseo y mirando fijamente a mis labios.
- Eres la tortura hecha persona, pequeña... - Está luchando para no hacerlo, y yo, paciente, espero el siguiente paso - Me tienes completamente cautivado, rendido a tí...
Y de un rápido movimiento, siento sus feroces labios en los míos, los que empieza a devorar, chupar y morder sin perder un segundo, me dejo hacer con sus dos manos fijas en mis caderas, pegándome a él.
Solo logramos separarnos cuando a ambos nos falta la respiración.
- ¿No te das cuenta de que no puedes hacerme esto cada vez que estemos a solas? - Me pregunta alisándose la camisa cuando salimos.
- Creo que tú también tienes parte de culpa...
- ¡Eh! - Papá aparece en el pasillo, llamándonos - Que bien que os encuentro, quería deciros algo.
- Si, papá, te buscabamos - Disimulo - ¿Qué ha pasado, de qué habéis hablado?
- Alejandra, lo siento, pero Ángel no puede ir a comandar la empresa, es una larga historia, pero... quiero que pienses bien el hecho de estar con él - Me mira apenado mientras yo en mi interior salto de alegría, después lleva la mirada a Mat, con la misma expresión - Mateo, volvemos al plan de antes, debes ser tú el que mañana mismo viaje hasta allí.
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No sé qué le pasa a Wattpad, pero ayer no me dejó actualizar desde el móvil. Aquí lo tenéis el capítulo por fin, subido desde el PC.
Bueno, ¿qué pasará con Mat? Esperemos que no tenga que irse.
Estoy alargando un poco la historia, pensaba darle solo cuarenta y cinco capítulos :p
A ver cuánto más puedo hacerlo, aunque no creo que mucho :(¡Gracias a todos por leer!
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Quiéreme si te atreves.
RastgeleAlejandra es una chica de dieciséis años con un secreto. Un gran secreto que nadie conoce, ni siquiera su mejor amigo, Raúl. Alejandra está enamorada, pero quizá no de la persona que debería. ¿Te atreves a saber lo que pasará? Portada hecha por @nat...